Escalada Benito Ramírez

Foto de Raúl Revilla.





Plano general de la región alpina en la Sierra de Pachuca.
Elaborado sobre la hoja Pachuca F14D81,escala 1: 50, 000, de la SPP (Programación y Presupuesto)
La escala horizontal abarca 4 kilómetros.


Esta ficha técnica es una de las 4 escaladas que componen la publicación titulada: "Método para suicidarse en siete lecciones" ,editada por la Secretaría de Prensa del STUNAM, cuaderno número 81


 
 
 
 
El acceso al Circo del Crestón a partir del Valle del León Alado (Diego Mateo).

Cumbres del Circo del Crestón 1-La Pezuña 2-Benito Ramírez 3 Innominada 4 El Crestón 5 Rosendo de la Peña 6 El Espejo.












PLANO DEL SECTOR GOTERAS- CIRCO DEL CRESTON (MONJAS)

 

1-2-3 LEÓN ALADO/4-GOTERAS/5-COLORADA/6-PANALES/7-CUEVA DEL MUERTO/8 - AGUJA RAÚL PEREZ(GUÍA ALPINO DE PACHUCA)/9- AGUJAS/10- CAMINO DEL CIRCO DEL CRESTÓN/11-PRESA DELVALLE DIEGO MATEOS/12-CARRETERA HACIA EL PUEBLO DE ESTANZUELA/13 VALLE LARGO ( EL SUR LLEVA A ESTANZUELA)/A-MODO DE LLEGAR A LA PARED LAS GOTERAS/B-CAMINO CORTO PARA LAS GOTERAS A PARTIR DE LA CARRETERA AL PUEBLO DE  CHICO, EN EL PUNTO LLAMADO TLAXCALITA (HAY UNA CAPILLA AL BORDE DE LA CARRETERA)

 

 DE LA  "Y GRIEGA" CARRETERA CHICO-ESTANZUELA, AL CIRCO DEL CRESTÓN, HAY 4 KILÓMETROS DE DISTANCIA (2.5 KM. EN LÍNEA RECTA DEL PLANO)





Superando el primer tercio de la pared




 Benito Ramírez, hermano de Manuel Ramírez (éste fue el conquistador del Obelisco, en la Región de los Frailes de Actopan, en 1945). Benito murió en el transcurso de una escalada al Colmillo, en la misma Región de los Frailes. En su memoria, Raúl Revilla, conquistador de la pared Benito Ramírez, le puso su nombre. Se localiza en el Circo del Crestón, en el lado noroeste del Macizo de Las Monjas, arriba del pueblo Chico, Hidalgo.


En primer plano la pared Benito Ramírez,al fondo La Pezuña.

 Pared norte, 130 metros de alto, 2860 m.s.n.m.
La escalada principia junto a un árbol pequeño que hay en la base, en la gran canaleta que forman los dos torreones de la pared. El escalador debe dirigirse hacia un accidente rocoso que tiene aspecto de reborde, como a 15 metros de la base. Cuando se tiene experiencia en escalada libre pueden reunirse los componentes de la cordada en el punto marcado con el número 1 en el esquema. De lo contrario es mejor que el segundo asegure al de adelante, desde el suelo, hasta que éste salga de ese primer tramo.  Del reborde se sube directo hacia arriba, hasta llegar a la única clavija de la pared (en el sitio marcado con el número 2).

En realidad en este lugar existen tres clavijas pero solamente una se puede aprovechar. Deberá prestarse mucha atención al estado que guarda este recurso de asegurarse y de ser posible no depender para nada excepto para prevenir algún accidente o desprendimiento súbito. Jamás la clavija deberá castigársele con el peso del cuerpo. De ahí hay que seguir hasta el número 3 que es la salida del primer tramo de la pared.

De la base, al punto marcado con el número 3, hay cerca de 40 metros La foto  muestra integralmente este tramo.  3-4 Este lugar es un terreno sencillo sobre el que pueden avanzar ambos miembros de la cordada al mismo tiempo.4-5 Hay en 4 unos grandes salientes en los que se asegura el segundo en forma bastante eficaz para cuidar la cuerda del primero. La pared marcada con el número 5 es un tramo corto, de apenas unos tres metros de alto. El escalador puede franquear este tramo, solo, es decir, sin necesidad de hombros. La progresión es libre. Después de esta pared el terreno adquiere una inclinación más suave y unos escaladores experimentados pueden caminar ambos a la vez.



En medio siglo pocas escaladas se han logrado en esta ruta. José Méndez T.  logró en el invierno de1960 la segunda solitaria a la norte de la Benito Ramírez. En la foto se ve que sube al estilo de la época: sin cuerda y con botas.

La primera solitaria la llevó a cabo Armando Altamira Gallardo, un año antes.

Época para escalarse: invierno y primavera.


Hay más peligro en cruzar la calle de la ciudad que en escalar montañas( hacer click en video)

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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