Le Clézio y la magia indígena

Le Clézio
Le Clézio recibió la medalla del Aguila Azteca, en la ciudad de México, el 14 de septiembre del 2010. Es la presea de más alta distinción que otorga la nación mexicana. Fue en reconocimiento a su obra filosófica  sobre el pensamiento azteca que plasmó en una publicación titulada El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido (Fondo de Cultura Económica, octubre de 2008).

El historiador norteamericano W. H. Prescott dice que la defensa que los aztecas hicieron de sus coatepantlis (México- Tenochtitlán  y Tlaltelolco) en el siglo dieciséis, elevó todo, hasta a los mismos conquistadores, a los niveles de la epopeya. Defendían los aztecas el mundo mágico y cultural heredado de los teotihuacanos y de los toltecas. De otra manera sólo recordaríamos esa historia como una banda de forajidos persiguiendo  asustados campesinos semisalvajes

Le Clézio dice: “Sin ese mundo mágico, sin la lentitud de las naciones indias, sin el esplendor de esa civilización condenada, Hernán Cortés no había sido más que un bandolero a la cabeza de una banda de aventureros. No es de él, ni de sus acciones temerarias, de donde nace la grandeza: es del mundo mexicano que él se ensaña en destruir”..

En la actualidad son mexicanos, naturales y avecindados, los que viven de Ciudad Juárez, en el norte del territorio,  hasta Mérida, en el extremo sureste. En el siglo dieciséis México, la etnia de los mexicanos, no ocupaba más de tres kilómetros cuadrados de “tierra Artificial” en medio de  un gran lago.

Le Clézio no se queda en el testimonio de lo pasado. Con base en lo asentado por los cronistas del siglo de la conquista y los historiadores de los siglos posteriores, hace una proyección de los alcances que ese pensamiento mágico pudo lograr. Por eso su obra se llama El pensamiento interrumpido: “Los mexicanos estaban a punto de desarrollar un sistema filosófico que hubiera podido resolver las contradicciones del antiguo mundo. Mediante el trance y la revelación se lograba la armonía  entre lo real y lo sobrenatural. La concepción de un tiempo cíclico  y la idea de una creación basada en la catástrofe podían ser los puntos de partida de un nuevo pensamiento  científico y humanista. Por último, el respeto  a las fuerzas naturales y la búsqueda del equilibrio entre el hombre y el mundo hubiera podido construir el freno necesario para el progreso técnico del mundo occidental. Sólo hoy medimos lo que hubiera podido aportar este equilibrio a la medicina  y a la psicología.  Si la herencia indígena del chamanismo no hubiera sido combatida por los que extirparon la brujería, hubiera podido integrar el sueño y el éxtasis a lo cotidiano, permitiendo que se alcanzara el equilibrio”.

Sus dioses no son los que se apresuraban a interpretar los frailes para desterrar la original creencia espiritual. Un mexicano se sentía feliz solo entre la noche del bosque, la llanura y la montaña. Porque Tezcatlipoca lo llena todo. Una idea aproximada de ese estado de sentimiento lo puede apreciar un cristiano cuando penetra en un templo que preside Cristo. Así era el mexicano (azteca) con Tezcatlipoca, el “Señor del espejo humeante y de la noche”. Después de la conquista la noche, los bosques, la llanura y las montañas se llenaron de brujas, demonios y demás criaturas horripilantes del infierno medieval europeo. Con el resultado que para que un mexicano en la actualidad pueda pasar solo una noche en el bosque es cuestión casi imposible: “Los dioses no son esos ídolos vanos que les gustaba representar a los primeros viajeros europeos. Tezcatlipoca es la presencia invisible e impalpable que dirige todas las vidas humanas”

COMUNICADO 1419
CONACULTA FELICITA AL ESCRITOR J.M.G.Le CLEZIO POR RECIBIR LA CONDECORACION DE LA ORDEN DEL AGUILA AZTECA
Conaculta felicita al escritor Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, Francia, 13 de abril de 1940) por ser distinguido con la Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca en el grado de Insignia, que otorga el gobierno federal de México.
       El acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación señala que se concede la condecoración al también Premio Nobel de Literatura 2008 por su conocimiento profundo del pasado prehispánico mexicano, y su visión de un mundo futuro centrado en la preservación de las culturas antiguas y su cercanía con México.
       El texto agrega que Le Clézio es un conocedor del pasado prehispánico mexicano gracias a su labor de investigación en El Colegio de Michoacán, realizada entre 1979 y 1989, así como por su convivencia con comunidades indígenas y campesinas del país.
       La Orden Mexicana del Águila Azteca es la máxima condecoración que otorga el gobierno de México a extranjeros. En el caso de J.M.G. Le Clézio “su labor ha atraído la atención hacia la historia y la cultura mexicanas”. La Condecoración le será entregada al historiador y ensayista este martes 14 de septiembre en la Ciudad de México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores