Quiero ser alpinista

En la primera palabra de esta intención está todo el secreto del alpinismo. Querer, tener la disposición. Le sigue la imaginación. Es el secreto para empezar a caminar por las montañas, como introducción a la práctica del alpinismo. Dicho de otra manera, lo difícil del alpinismo no son las montañas. Es el alpinista. El alpinismo como deporte tiene pocas y sencillas reglas técnicas.  Pero el alpinismo como plan de vida es una maraña de cuestiones subjetivas.

En alpinismo juega mucho el objetivo y el subjetivo

No sabemos en qué etapa del tiempo se repartieron los caracteres. Esto porque estamos convencidos que el alpinista nace y, después, se hace.Es la vieja polemica que forma parte de la filosofía alpina. Es una conclusión que se funda en la naturaleza fisica y anímica de ese individuo. No creemos que sea cosa del asunto pedagógico. Cualquiera puede llevar un curso - taller para ser poeta, torero,guerrero, sacerdote, matematico o boxeador. Pero  nada de eso sirve sino hay la disposición anímica necesaria.

Leibniz explica así esta especie de determinismo genético y de potencial de valores virtuales: " Nosotros sostenemos que todo lo que debe suceder a una persona, está ya comprendido virtualmente en su naturaleza o noción."(Discurso de Metafísica).

Bienvenidas todas las escuelas de escalada, pero no para hacer montañistas, sino para que tenga lugar en ellas  la revelación de la  naturaleza alpina . Hacer alpinismo en el gimnasio, en lugar de ir a la montaña, es como hacer el amor con una muñeca inflable en lugar de con una mujer real. Pero de tanto y tanto ir al gimnasio la esperanza es que en algún momento  el individuo agarre su mochila y se vaya a los horizontes naturales.

En el plano de la intelctualidad diremos que el alpinismo se practica en los países de las más diversas ideologías políticas. Si bien, aparte de los grandes tesoros que caminar en los bosques, montañas y desiertos, en el plano psicofísico, el montañismo aporta, este deporte parece no servir para absolutamente nada más.

Ezra Pound decía que a un libro se le conoce conociendo a quienes lo leen. Parafraseandolo diremos que  al alpinismo se le conoce conociendo a quienes se inclinan por practicarlo.

Tal vez nos ayude a entender lo anterior si podemos imaginar (e imitar) dos personajes de la poesía de Pound que son capaces de hacer lo siguiente:

"y nos emborrachábamos un mes tra sotro, olvidando a reyes y principes".

O este otro:

" también Li Po murió borracho,
Intentó abrazar a la luna
en el río amarillo".






Dibujo tomado del libro: Técnica Alpina (Altamira y Sánchez , 1978).


Lo medular de este deporte, que es el estado de ánimo, está fuera del manual de la técnica alpina. Para simplificar las cosas se le puede llamar entusiasmo, deseo de moverse, ir, ser, hacer. Su contraparte, sedentarismo, inmovilidad, no ser. Tal vez estemos de acuerdo con algunos filósofos en el sentido de que no moverse es empezar a dejar de ser.

Nosotros creeemos que la biología tiene un plan secreto para eliminarnos ( y dar cabida a las nuevas generaciones). Nos hace creer que con la ley del menor esfuerzo  nos protegemos acumulando energías para ocasiones especiales. Eso estaría bien para cuando eramos recolectores- cazadores. En la ciudad exageramos esa economía de esfuerzo y resulta al revés. Al sedentarismo pernicioso la medicina ahora le llama "patología de la inmovilidad".

La técnica, insistimos, como toda educación, se aprende o se enseña.
La disposición para ir a las montañas tiene orígenes más profundos. Algunos dicen que es de naturaleza  innata. Este asunto, que  empieza parecer académico, es de simple comprobación casera. Se enfrenta en nuestra propia casa. ¿Por qué dejar la comodidad de la ciudad para ir a emprender fatigosas caminatas y exponerse a la inseguridad de las condiciones atmosféricas?

Es la pregunta que cada día se hace el atleta: ¿Por qué dejar la deliciosa cama al amanecer para meterse en la pista de correr? La respuesta es absolutamente personal. Puede tener origen patológico y deberse a recomendación de la medicina para contrarrestar las peligrosas consecuencias del sobrepeso. O de origen emotivo, para asomarse al increíble mundo bello de la naturaleza. O curiosidad para conocer los propios límites. Como el atleta que quiere hacer menos tiempo que ayer en correr diez kilómetros.

Siempre, durante toda su vida, en cada salida a la montaña, el individuo se enfrenta con estas preguntas: “¿Por qué, para qué? La respuesta, consciente o no, es lo que lo lanzará al mundo de la aventura alpina o lo mantendrá anclado en la ciudad. Cada vez él vencerá la inercia citadina o de lo contrario la ciudad lo conquistará a él.

Una vez que se ha decidido por la acción  encuentra que todo es sencillo, bello y terapéutico: caminar, trotar en el parque de la ciudad. El segundo paso es caminar en la media montaña. Por caminos ya conocidos y que otros nos pueden enseñar o que aparecen en alguna guía de excursionismo. La ciudad es el mundo antropocéntrico por excelencia  pero, ¿qué hay más allá de los semáforos,  los automóviles, los restaurantes, las fábricas, los cines y los hoteles?

 Después nosotros mismos inventaremos nuestros propios itinerarios para descubrir el mundo. ¿Qué importa que ya no queden continentes por descubrir?¡ yo no los conozco! Con el tiempo el bosque borra toda huella, sendero o camino. Y la ladera vuelve a quedar desconocida  para que la descubra la nueva generación de humanos.

Provistos de un plano y de una brújula iremos a cualquier parte. Y, como una vez escribió Thoreau: “A lo mejor hasta tenemos suerte de perdernos por media hora”. Salir de la tienda hacia la oscuridad de la noche, mirar el cielo y, como dice un personaje de F.Scott Firzgerald: " Investigar cuál es la porción del firmamento local que nos corresponde".

Para “agarrar contacto” con el ambiente del montañismo se puede empezar a frecuentar los clubes o grupos alpinos que hay en muchas partes. En México existen Asociaciones en algunos estados de importancia alpina como Hidalgo, Veracruz, Nuevo León, Puebla, etc. Estas a su vez están agrupadas en una Federación que por lo regular tiene su sede en la ciudad de México. O bien buscar alguna escuela de alpinismo. En todos  estos lugares hay siempre buen ambiente.  En la actualidad están las de Carlos Carsolio y la de Actividades Deportivas de la UNAM.


Ilustración tomada del libro: Diccionario de la Montaña (Agustín Faus, editorial Juventud, 1963).

Al rayar el nuevo amanecer en el bosque o al encontrar otra vez la dirección correcta, siempre hay la sensación que este individuo también ha encontrado el secreto de poder vivir en la cómoda y sabrosa ciudad y, a la vez, haberse reintegrado a la naturaleza más allá de la zona habitada.

Sobre todo el alpinismo no es un deporte sino una manera de vivir.Casi todos los escaladores que conocí, y con los que subí montañas, capaces de  evolucionar cual fuego fatuo a traves de las increibles paredes y agujas de roca, nieve y hielo, murieron para el alpinismo cuarenta años antes de morir... Otros siguieron en las montañas

Estos son los que llegaron a la conclusión que el abuelito necesitaría cuidar su salud física veinticinco años de ser padre...

En los primeros cincuenta años de vida del individuo la condición de salud está bien per se, o por sí.En los siguientes cincuenta años es donde la vida nos somete  a la más rigurosa auditoría biológica.Sobre todo en un país como México del que la Organización Mundial de la Salud ,y la Secretaría de Salud propia, han declarado que México es el número uno en el mundo en individuos con sobrepeso corporal y obesidad en mujeres, hombres y niños.Más que en Estados Unidos.

Al ver en cualquier calle de la ciudad personas con el inevitable deterioro geriátrico, signos visibles de la demencia senil y un acusado deterioro en los huesos...Pensamos en automático en que se necesita una vida adulta de calidad.

De ahí la necesidad, tanto estética, terapéutica,como social,de hacer del montañismo un estilo de vida... Dicho en otra palabrases necesario convertir en verbo el nombre de Quetzacoatl: quetzalcoatlizarse.Dejar, cambiar, de piel. Tú te quetzalcoatlizas, ellos se quetzalcoatlizan...

 La  imaginación es un recurso de calidad que puede ayudar al alpinista a sentirse a gusto en su montaña. Y, por extensión,cuando regrese a su vida habitual en la ciudad. El razonamiento es tan real como simple. En nuestra salida a la montaña suelen darse  aprensiones, que son puro producto de nuestra imaginación.
De la misma manera se puede dar la salida con signo positivo. Sólo es cuestión de entrenamiento. Como dice Nietzsche: disciplina del sentimiento.

En un trabajo reciente, Socorro González Cossío,de la Clínica del Trastorno del Sueño, de la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional Autónoma de México, se refirió al potencial que puede tener la imaginación bien encauzada y entrenada: "Se ha comprobado de manera cientifica que la imaginación tiene grandes y significativos efectos en el sistema nervioso,incluso a nivel estructural;la habilidad para imaginar voluntaria y controladamente puede contribuir a la salud psicológica del individuo".(Gaceta UNAM del 28 de febrero de 2011, Pág.12).
 
En México hay 150 mil (ciento cincuenta mil) muertos al año por atropellamiento vehicular al cruzar la calle (datos publicados en los noticieros televisivos del 21 de agosto del 2010) La peligrosidad del alpinismo es algo que sólo  existe en el melodrama de la pantalla del cine. En la vida real hay más peligro en cruzar una calle de la ciudad que en subir montañas (hacer click en video)

 A decir verdad, lo medular de este deporte,más que el bienestar psicofisico al que nos hemos referido ( que no es poca cosa), es la carga estética que hace sentir al individuo  el  contexto de las montañas. En un mundo donde todo se zenoniza, ¿a quién puede importarle ese sentimiento estético? A los montañistas. Ellos nacieron equipados con esa disposición artistica, casi metafísica. 


Ahora tenemos que detenernos para considerar que en la filosofía alpina  hay más preguntas que respuestas.

Después de seguir las indicaciones de la medicina del deporte, y ser disciplinados con el riguroso programa de entrenamientos, hay que cerraron los ojos a todo razonamiento y lanzarse hacia la cumbre, la travesía de la montaña o el cruce del desierto. Igual cierra los ojos  el matador de toros o el militar en el frente de batalla. Si los abre, si razona, perece. Si los cierra tiene más posibilidad de regresar con vida.

La vida misma va en juego y en el valle han quedado los padres o tal vez la esposa y los hijos que esperan y necesitan nuestro regreso. Eso lo sabemos, porque mil veces lo hemos pensado, y, no obstante, cerramos los ojos y nos lanzamos. Algunos regresan al valle y otros ya no. .. ¿Cómo explicar esto? La psicología, ciencia académica reciente, no resiste la tentación de meter baza en el asunto. La filosofía, ciencia tan antigua como el hombre, ha batallado mucho para encontrar la congruencia…

A su  manera, cada generación persigue la inmortalidad (lo que esto significa para cada individuo). Y es a tal punto cierto lo anterior que es un hecho que  en las montañas se muere la gente en el intento de subirla. Si los alpinistas fueran seres racionales,  prácticos, estuvieran dedicados por entero a ganar dinero en el  valle, comodidades y prestigio social o escribiendo sendas obras de  literatura o charlando y tomando una taza de café con una chica.… Pero, en cambio, les da por perseguir sueños de conquistar lo inexplicable. Y es un hecho que en la montaña iguale mueren los reyes y demás de la nobleza, que hombres de ciencia que habitantes de las colonias precaristas.

Hace tres mil años Homero contó la leyenda de Odiseo. Este personaje  durante años, empezando por su participación en la guerra de Troya, persiguió la inmortalidad. Era invencible y famoso y, tan inmortal, que a treinta siglos seguimos recordándolo. Sin embargo, al final del viaje lo único que deseaba, por sobre todas las glorias inmortales, era llevar una vida mortal común. Regresar a Ítaca, a   su hogar, con su mujer y su hijo.

Lo mismo sucedió con Peer Gynt, personaje de Ibsen. Durante cincuenta años persiguió la fantasía y vivió mil aventuras. Por fin un día regresó a su aldea entre los fiordos. Ahí lo esperaba Solveig. ¡Solveg lo esperó medio siglo! Ambos se encuentran y se abrazan. El tiempo había pasado ya para ambos pero aun así se reencontraron y llevaron una vida común.


La pregunta que s e hace todo escalador, o que debería hacerse, es ¿qué es lo que quiere? En ocasiones hay que decidirse por la vida de los inmortales, como Odiseo,  o bien por la vida de los mortales, como Odiseo. Pero no siempre se pueden ambas cosas…

Parece que el ejercicio ideal, el más sabio, en la práctica del alpinismo, es el que reside en el justo medio, lejos por igual de la cortedad como de la temeridad. Tal vez sirva para algo si citamos las palabras  que Ramón Xirau, hablando de la temeridad y su contraparte aristotélica,  escribió en su  Introducción a la historia de la filosofía: “El justo medio no es el acto mediocre entre dos extremos más o menos atractivos. Por el contrario, puede ser y suele ser el acto más difícil. El valor es más difícil que la cobardía o la temeridad”…


Pero escales donde escales recuerda que hay más peligro en cruzar una calle de la ciudad que en las montañas (hacer clik en el video)

Protágoras y Sócrates.

Existía,  hacen ya  veinticinco siglos,  hablando de educación, el dilema  de virtudes innatas o aprendizaje. Protágoras y Sócrates son los que van a intercambiar puntos de vista. El que escribirá más tarde será Platón. La obra se conoce como Protágoras.Nos apoyamos en una edición de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1994.

En nuestros días, de sendos sistemas de aprendizaje, y de insospechados descubrimientos en la genética, el asunto sigue tan caliente  e inacabado como entonces. Pero mucho se ha ganado. Hablando de otros temas, tan polémicos como éste, Schopenhauer dice algo que podemos citar en este lugar: “sirve para rectificar los pensamientos y también lograr nuevos puntos de vista”. 

El asunto de esta obra es la virtud.¿Pero qué tipo de virtud? Protágoras dice que es tener éxito en el mundo. Requiere saber cómo hacerlo. Por lo tanto, la virtud se enseña. Aquí es donde la discusión agarra actualidad. Sócrates asegura que se trata de otro tipo de éxito. Hay fortunas que se amasan explotando al trabajador o bien por medios manifiestamente ilícitos. ¿Es este un triunfador?

Si la virtud se enseña, pregunta Sócrates, ¿por qué Percicles no pudo transmitir a sus hijos, por medio de la enseñanza, su brillantez en materia de política? Agrega que es la disposición de ánimo para hacer las cosas la que da la pauta para la excelencia y no la enseñanza. Es un don que se trae. Protágoras insiste en que se enseña. Pedagogía y determinismo se enfrentan.


Ofrecemos las dos tesis que contiene esta obra.
Protágoras dice (en la introducción Ute Schmidt Osmanczik sintetiza): La virtud es enseñable, lo cual se confirma plenamente durante el proceso de socialización: la educación moral y cívica de los niños principia desde que son pequeños y se prolonga hasta le edad adulta, lo que no se haría si no se creyese que la virtud es enseñable. (Ahora habla Protágoras): Desde que los niños son pequeños y mientras viven, les enseñan y los amonestan. Tan pronto alguno comprende lo que se le dice, la nana, la madre, el pedagogo y el padre mismo se esfuerzan para que el niño sea lo mejor posible, enseñándole y mostrándole en cada acto y discurso que eso es justo y esto injusto, esto bello y esto feo, esto pío y esto impío. Pero si no, tratan de enderezarlo-como a un árbol torcido y doblado- con amenazas y golpes. Después de eso los mandan con los maestros…


Sócrates responde (escribe Platón): 
Nuestros ciudadanos más sabios y nobles no son capaces de transmitir a otros la virtud que ellos poseen; pues Pericles, el padre de estos jóvenes aquí presentes, los educó perfectamente en todo lo que depende de maestros, pero en lo que él mismo es sabio, ni él mismo los educa ni los entrega a algún otro…Este mismo hombre, Pericles, cuando era tutor de Clinias,  el hermano menor de Alcibíades aquí presente, temeroso de que por Alcibíades aquel fuera corrompido, lo separó de él y lo educó en casa de Arifrón; y antes de que  hubieran pasado seis meses, éste se lo regresó, no sabiendo qué hacer con él. Y puedo mencionarte machismos otros que, siendo ellos mismos buenos, nunca han hecho mejor a otro, ni a un familiar, ni a otro.

En realidad Sócrates quiere ir más allá de esta polémica: robar  a los dioses la facultad de señalar sólo a algunos  y poner la enseñanza en manos de los maestros para que la impartan  a todos en las aulas. De esta manera el innatismo se volverá enseñanza. Mientras eso no ocurra, hay que enseñar castigando. No como venganza sino como aprendizaje. Con el castigo de los presentes aprenderán los que están por llegar.  Aunque habrá otros, como  dice Schopenhauer, que “ya nacieron con su bolsa de veneno y no pueden cambiar”. Con lo que volvemos a encontrar el innatismo.
En tanto  no  logre robar el secreto a los dioses, Sócrates se pregunta: ¿Por qué hay tantos hijos malos de padres buenos?

Virgilio en la Eneida


La Eneida es una de esas obras de la literatura que todos saben de su existencia pero que pocos conocen. Las escuelas les dejan hacer un resumen para mañana, se consulta la cuarta de forros y en el resto de sus vidas la gente no quiere saber nada de estas obras.

 René Acuña, autor de una culta introducción a la edición que hace de esta obra la Universidad Nacional Autónoma de México (1981) anota: “la Eneida ha celado su identidad del ojo de los curiosos”.

Virgilio
La Eneida no es un antiquísimo relato de los orígenes del pueblo romano perdido entre el polvo eterno  de los anaqueles de las bibliotecas publica y particular. Es la historia recurrente, al infinito, de los pueblos del mundo, llámense como se llamen, tengan el color que tengan y vivan en el continente que vivan.Es la vieja película de los trasterrados, vagando en busca de asilo y, una vez establecidos, expulsor de pueblos.

Por ejemplo,guardan mucha semejanza el pueblo troyano y el pueblo azteca. Un remoto esplendor, la hecatombe, el peregrinar hacia tierras desconocidas (en México se le conoce como “la Tira de la Peregrinación”), el éxodo a través de desiertos,  persiguiendo la utopía a través de llanuras y montañas, comiendo alimañas, haciendo guerreras contra los dueños de esas tierras, sometidos como  esclavos, otra vez el esplendor, otra vez depredadores  y otra vez la caída. No es otra la historia de la humanidad. Eso es lo que nos dice La Eneida. Troya incendiada, el éxodo, el gran imperio romano y…

Su autor, Publio Virgilio Marón, nació el año 70 a C, no lejos de Mantua, en un lugar llamado Andes. Eneas, el héroe de este relato, es hijo del humano Anquises y de la diosa Venus. Virgilio dice que Eneas es hermano de Héctor, el que murió en la defensa de Troya.

Los troyanos luego de la destrucción de su ciudad, según cuenta Homero, emprenden la marcha hacia occidente guiados por Eneas, Anquises y Turno. Por fin un día exclaman: “En la lejanía columbramos la masa oscura de los montes y planicies de Italia”.Hacen la guerra y llegarán a un acuerdo con los etruscos y demás etnias de esas tierras.

Junto con los etruscos, asentados desde hace siglos en la península itálica, serán  los fundadores de lo que  conocemos como el imperio romano. Llegan a un lugar donde observan: “ En él figuraba, tendida en la cueva de Marte, llena de verde  sombra, la loba parida, y en derredor de sus tetas, jugando y suspendidos, los mellizos mamando sin temor, y ella, vuelta a ellos la achatada cabeza, lamía ahora al uno, ahora al otro, preformando sus cuerpos con la lengua”.

Algunos reyes romanos fueron de origen etrusco. Y la manera de vivir de los etruscos es semejante a lo que sabemos de los romanos, en la guerra, en la familia, en el arte y en la vida sexual y báquica. A tal punto que los troyanos de Eneas van a absorber a Etruria y a la vez los etruscos marcarán en mucho el estilo de lo que sería el imperio romano.

Pero no es sólo  la fundición de los dos pueblos. Es inmenso el aporte que La Eneida hace a la cultura. San Agustín, casi cuatro siglos más tarde,  considera una fortuna leer a Virgilio. Por esto y otros aspectos, Virgilio, “poeta procedente del paganismo”, será respetado y frecuentado durante toda la edad media por la Iglesia.

Por otra parte, La Eneida va a impactar de tal manera a Dante, muchos siglos después, debido a que Virgilio prefigura lo que conocemos como La Divina Comedia, en la que, se recordará,  Virgilio es el guía de Dante en su incursión a la gruta por donde ambos se introducen al Infierno…

En el libro VI el poeta relata que,  al llegar a tierras itálicas, en la costa de Cumas, los enéadas exploran el territorio  y Eneas se encamina a la gruta de la Sibila. Ahí empieza toda una fantástica narración que es el encuentro con individuos que ya no están en este planeta…Caronte el barquero, el alma del insepulto Palinuro, los condenados a muerte injusta, etc.

Su asunto y la prosa de Virgilio son de tal calidad literaria, histórica y filosófica, que no leer La Eneida, disfrutando su lectura, es tan grave como desconocer el Popol Vugh, el Nuevo Testamento, el Quijote o Una excursión a los indios ranqueles...



La Eneida   fue escrita por encargo del emperador Augusto, con el fin de glorificar, atribuyendo un origen mítico, al Imperio que con él se iniciaba. Con este fin, Virgilio elabora una reescritura, más que una continuación, de los poemas homéricos, tomando como punto de partida la guerra de Troya y su destrucción, y colocando la fundación de Roma como un acontecimiento ocurrido a la manera de los legendarios mitos griegos.

Estamos aquí con un panorama fascinante histórico-mítico-literario.

Eneas escapa de la destrucción de Troya y se dirige hacia la Península italiana con la idea de hacerse fuerte y regresar por la   revancha  contra los griegos. Lo jura ante  sus dioses troyanos. Pero no puede dirigirse a ningún puerto de Sicilia ni de la "bota" debido a que desde tiempo los griegos han establecido colonias en esa parte sur de la Península.

Va a dar a Cartago, enemiga de Roma, por la costa  africana con la idea de lograr alguna alianza con los cartaginenses. Permanece algún tiempo en Cartago. Surge un idilio entre Eneas y la reina de Cartago, Dido. Pero Eneas debe cumplir su promesa  hecha a los dioses troyanos y parte hacia la Península. De decepción la reina Dido se suicida. Hasta aquí el dato histórico. Algo de esto se puede encontrar en la interesante,   obra de R.H. Barrow, Los romanos, Fondo de Cultura Económica, México,2014.

 El que conoce la no menos fascinante novela de Flaubert, Salambó, encontrará mucha semejanza con el dato histórico. Amílcar Barca, los mercenarios al servicio de Cartago y después, cuando ya no hay paga, esto se vuelven contra Cartago, el final de la gran sacerdotisa Salambó, etc. El mismo Flaubert escribió que para escribir su novela fue a Cartago, ahora Túnez, y se documentó leyendo trabajos de arqueología y de historia.


























ROBINSON CRUSOE Y Daniel Defoe

28 años con 2 meses y 19 días estuvo Robinson Crusoe viviendo el la Isla de la Desesperación. Hasta ahí fue arrojado por una tormenta en alta mar que estrelló el barco en el que viajaba y acabó desbaratándose en los arrecifes.

 Daniel Defoe

Murieron todos sus compañeros de viaje y quedó solo. A la isla  había llegado de manera involuntaria el 30 de septiembre de 1659.Al menos 20 años se la pasó sin poder hablar con algún humano. En la desesperación, al cabo de ese tiempo, domesticó a un loro y le enseñó a decir su nombre.



Varias veces tuvo que jugarse la vida luchando contra los salvajes que solían llegar de otra isla,  a practicar el canibalismo. En una de esas, un día viernes,  logró rescatar a un caníbal que iba a ser devorado por otros caníbales enemigos. Le puso por nombre “Viernes”. Por fin tuvo con quien platicar. Le enseño a hablar el ingles, le leía la Biblia y lo instruyó en el manejo de las armas de fuego que había rescatado del naufragio. Lo hizo porque tenía la necesidad de compañía. ¡Pero sobre todo para contar con un criado a quien poder ordenar!

      La gran lección que aprende es lo vital que resulta poder comunicarse con otros. También que, si la humanidad volviera a empezar, recorrería el mismo camino que nos relata la antropología: descubrir y hacer el fuego, buscaría la cueva para protegerse de los peligros naturales, mataría animales para comer y vestiría con sus pieles e inventaría herramientas.

Descubriría la agricultura y el pastoreo, incursionaría en los terrenos de la filosofía. En los momentos de enfermedad dirigiría los ojos al cielo y pediría a alguien que le ayudara. Puesto en la disyuntiva, mataría a otros para sobrevivir. Volvería al canibalismo ritual De la misma manera volvería a surcar los mares para ir a África y, sin siquiera manifestar el menor escrúpulo, comprar negros como esclavos para que trabajaran sus tierra en Brasil. Escribiría otra vez la Biblia y la leería a diario, al caer la tarde, todo lleno de recogimiento y espiritualidad.

 Con casi treinta años de soledad y deseoso de poder reintegrarse al mundo de la gente, escogería otra vez a Inglaterra para vivir, pese a que apenas la conocía, y rechazaría Brasil, país con el que estaba familiarizado y tenía ahí sus tierras y su fortuna, ¡porque este país es católico y el otro protestante! Remontaría con esfuerzos físicos y gran  voluntad, la enorme cuesta de cubrir e inventar la tecnología.

"Si se hundiera nuestra civilización construiríamos otra", escribió Alexis Carrel en La incognita del hombre, en el primer tercio del siglo veinte.

Sobre este personaje se han imaginado incontables metáforas. Una de ellas es la inmensa soledad que vive el hombre moderno en medio de la multitud. Y su proverbial incapacidad para comunicarse cara a cara. Con vehemencia busca a sus semejantes a través de los medios, la televisión, la computadora o la telefonía celular, pero cara a cara no tarda  en entrar en conflicto con ellos.

Robinson Crusoe es un personaje inventado por el escritor Daniel Defoe. Se le ocurrió la idea al conocer el relato sobre un hecho real. Un marinero llamado Alejandro Selkrik, piloto del galeón “Cinque Ports”, zarpó de Inglaterra en mayo de 1703. Durante la travesía tuvo dificultades con el capitán del barco, a tal grado que pidió que lo dejara en una isla. Esta isla se llamaba “Más a Tierra” (ahora “Robinson Crusoe”). Se encuentra en el archipiélago de Juan Fernández, situado a unos 670 kilómetros de la costa chilena.

Permaneció en ella 4 años y medio, hasta que fue rescatado por el Duke, navío comandado por el capitán Wooden Rogers. Estos tripulantes fueron los primeros que escucharon la historia del solitario. Al regreso a Inglaterra el capitán escribió y publicó un relato sobre las aventuras de Selkrik. Lo mismo harían el oficial del Duke y un periodista de Inglaterra.  Así llegó el asunto a oídos de David Defoe que consideró que el relato daba para más y 4 años después publicaba la novela Robinson Crusoe. Tal cosa se le facilitó porque él mismo era un tipo aventurero que estaba familiarizado con la vida del mar.





Las actividades políticas de Defoe junto con su activismo panfletista conllevaron su arresto y su exposición a la picota el 31 de julio de 1703, debido principalmente a un panfleto titulado "El Camino más corto con los Disidentes" (en inglés The Shortest Way with Dissenters). En este panfleto parodiaba a los Tories de la Iglesia, aparentando la argumentación sobre el exterminio de los "disidentes". La publicación de su poema "Himno a la Picota" (en inglés Hymn to the Pillory), provocó, sin embargo, que el público congregado alrededor de la propia picota le lanzara flores en lugar de objetos dañinos y nocivos, y que bebiera a su salud.
Después de tres días en la picota, Defoe fue encarcelado en la prisión de Newgate. Robert Harley, primer conde de Oxford y Mortimer, facilitó su salida a cambio de la cooperación de Defoe como agente de inteligencia. Instaló su periódica "revisión acerca de los asuntos de Francia" (en inglés A Review of the Affairs of France) en 1704, ayudando al ministerio de Harley. Esta revisión se realizó sin interrupciones hasta 1713. Cuando Harley perdió poder en 1708, Defoe continuó escribiendo para apoyar a Godolphin, para luego volver a apoyar a Harley y a los Tories durante el periodo de gobierno de los Tories que tuvo lugar entre 1710 y 1714. Tras la muerte de la reina Ana, los Tories cayeron del poder y Defoe continuó realizando trabajos para el servicio de inteligencia del gobierno de los Whig.

Middlemarch, de George Eliot

Middlemarch, de George Eliot, es la historia de las fuerzas vitales que produjeron lo bueno de la sociedad del mundo como ahora lo conocemos. Y son fuerzas tan absolutamente anónimas, que los individuos que las encarnaron, nacieron y murieron, ahora nadie sabe de ellas. Hay personajes de la sociedad de un pueblo inglés, no lejos de Londres, que se llama Middlemarch. Pero que fundidos en la historia propiamente del pueblo, el factor tiempo se encarga de enviar a esos personajes al anonimato. Pasan a ser una referencia, un dato, un número y, después, el olvido.

Middlemarch está en todas partes. ¿Cuántos trabajadores, hombres y mujeres eminentes de la ciencia y las letras, de la administración y rectores, ha tenido la Universidad Nacional Autónoma de México? Existieron, y fueron tan reales que por varias décadas ocuparon un lugar en el espacio universitario y en su nómina de pagos. Vivieron alegrías, esperanzas, tedios y conflictos. Pero después el tiempo fue borrando su memoria hasta casi desaparecerla. ¿Cuántos conocemos a los rectores y directores de los tiempos de la Colonia española? De los cientos sólo quedan, en alguna apartada galería, retratos de algunos de ellos. Y esos retratos mismos son tan ajenos a las nuevas generaciones que es como si nunca hubieran existido.

En Middlemarch, novela tan extensa como La Montaña Mágica, de Thomas Mann, la autora no ha podido desprenderse del todo del tratamiento decimonónico de la literatura europea de entonces. Principio, desarrollo y final. Y final feliz. Pero aquí la escritora se aparta y en las últimas páginas quita a sus personajes su aureola de fin de cuento feliz. Les da, como el título de la novela lo dice, un tono medio. Efectúa al final un movimiento sinóptico de varias generaciones de gentes en
Middlemarch y todo vuelve a perderse.

 Es, efectivamente, como dice el subtítulo de la obra, un estudio de la vida de las provincias inglesas de ese siglo. Middlemarch es un pueblo en el que campea el riguroso espíritu metodista. Una falta en la conducta y todo amenaza con resquebrajarse estrepitosamente. “Todo el mundo prefería hacer conjeturas a saber simplemente la verdad”. Al banquero Bulstrode se le descubre algo turbio que hizo mucho tiempo atrás y esto bastó para sacar a mención su origen judío y provocar un escándalo que de hecho casi llega a ser el leit motiv de la enorme novela.

No obstante, hay que decir que George Eliot es una de las escritoras que tratan con la mayor delicadeza, equilibrio y conocimiento, la cuestión religiosa. Sus referencias a la vida inglesa protestante, a la “cuestión católica” y a la muy difusa presencia judía. No se erige en defensa de una ni levanta la espada contra la otra.

Hay pocos personajes. Y estos se mueven por pareja. Lydgate, médico, con su compañera Rosamond. Will Ladislaw, artista y político, con su compañera Dorotea Casaubon. Nicholas Bulstrode, banquero y prestamista, con su chantajista John Raffles. Pequeños burgueses cuya meta en la vida es mantenerse en ese nivel de la sociedad, evitando caer al nivel de más abajo, que los enviaría al anonimato de las ciudades. La religión juega aquí su rol social. Un personaje le pregunta  a otro: “¿Sigues en la línea de los disidentes? ¿Vives todavía como hombre devoto?  ¿O te has pasado a la Iglesia anglicana por más elegante?

En Middlemarch las clases sociales reproducen sus costumbres.  En una colonia popular una pareja no le da muchos rodeos a su relación. Se ven, se gustan, se besan, se tocan y se reproducen. En el estrato social al que pertenecen los personajes de Middlemarch se ven los enamorados y, mucho antes de darse el primer beso, siquiera, hay un diálogo más o menos en los siguientes términos: debo marchar al extranjero para labrarme una fortuna y hacerme digno de su amor. Volveré con los años si usted me lo permite. Y la otra le responde: vaya y haga lo que se ha propuesto. Lo esperaré todo el tiempo que usted necesite.

El ritmo de la novela es, efectivamente, decimonónico. Se desarrolla en un país en el que no eran raros los lectores de libros. Una sociedad en la que una de sus figuras centrales era el libro. Son novelas extensas porque hay lectores de novelas extensas. La trama, lineal o enmarañada, era preferible con tal que no se acabara. Así eran los lectores y así eran los escritores. La autora parece referirse a esto cuando dice: “Hay que aprender a vivir en el aburrimiento”

Otra  frase de la autora podría servir como corolario de esta novela: “Cuando las mujeres  quieren, los hombres aprenden a reprimir su mutua antipatía”. Porque, en efecto, en Middlemarch los hombres disponen pero a la postre las mujeres deciden…




Inglesa, nació en Arbury Farm,  el 22 de Noviembre de 1819
Murió en  Londres el  22 de Diciembre de 1880
George Eliot es un seudónimo de Mary Ann Evans, que asistió a escuelas locales hasta la muerte de su madre, haciéndose cargo del cuidado de la casa paterna. A los veintiún años, marchó con su padre a las cercanías de Coventry, y tras la muerte de su padre viajó a Suiza, instalándose en Londres a su regreso. Trabajó y posteriormente fue editora de la revista Westminster Review, lo que le permitió frecuentar los círculos literarios y culturales de Londres. Comenzó a escribir en 1856, alcanzando gran éxito en la Inglaterra Victoriana de entonces.

Sus libros, fundamentalmente novelas, se desarrollan en la Inglaterra rural, y se caracterizan por su profundidad psicológica y realismo.

Shakespeare en el Sueño de una noche de verano




Shakespeare escribió dramas, históricas, tragedias y comedias. A este último género corresponde Sueño de una noche de verano.

Comedia cuyos personajes son tres parejas de enamorados que pronto contraerán nupcias. Ellas son Teseo e Hipólita, Demetrio y Elena, Lisandro y Hermia. Pero intervienen los duendes que, mediante el efecto de un ungüento mágico, que les untan en los párpados de los ojos, les hacen actuar de manera disparatada, respecto a como ellos son,  pretendiendo el amor de la pareja del otro y rechazar a la propia.

Se trata de un supremo enredo que parece divertido pero cuya metáfora viene a advertir que ese “ungüento” puede ser en realidad cualquier droga o estupefaciente que nos hará cometer los actos más disparatados. Cuando todo se aclara, Puck, el duende, exclama aliviado: “hemos tenido la suerte de escaparnos ahora del silbido de la serpiente”.

En esta obra hay personajes de la aristocracia, obreros, duendes y hadas. Mezclados todos en un divertido enredo bailando a la luz de una hoguera, en el interior de un viejo bosque de Atenas.
“Que brille la casa con luz indecisa junto
A la lumbre medio apagada.
Cada duende y espíritu encantado
Salte tan ligero como ave sobre zarzal.
Y siguiéndome después
Canten y dancen alegremente”.

Uno se enamora de otra y la otra quiere a un tercero. A la vez un duende se interesa por un humano y el hado por una mujer. Se requiere el ánimo necesario de leer disfrutando los parlamentos de cada personaje pero resignado apenas a entender algo. Tal parece que en esta comedia Shakespeare se propusiera, a semejanza de cómo luego lo haría Faulkner, seguir la técnica del relato policiaco. Deshacer el nudo de la trama pero no antes del final. 

Un personaje, que es tejedor y se llama Lanzadera, nos advierte: “He tenido un sueño…todas las facultades del hombre no bastarían a decir lo que es este sueño…Me ha parecido que era…Nadie en el mundo podría decir qué”.

Shakespeare nos lleva al ejercicio de armar el rompecabezas. Proporciona todas las piezas y nosotros tenemos que armar el juego. Teseo, otro personaje, dice: “Su discurso parecía una cadena deslabonada, pero todo en desorden” Y nos encontramos con expresiones tan obvias como enigmáticas como la que dice Píramo: “¡Dulce luna, gracias por tus rayos solares!”.

Teseo, rey de Atenas, e Hipólita se casarán  en cuatro días más. Este tiempo será de fiesta: “En medio de la pompa, el triunfo y los festines En el mismo lugar, pero en la dimensión metafísica, Oberón rey de las hadas, y Titania, reina de las hadas, también tienen sus situaciones de celos. Oberón extrae el jugo de un “tomillo silvestre” el cual luego de su aplicación, el que lo reciba estando dormido, al despertar lo primero que vea de “eso” quedará prendada. Por si algo faltara hay una compañía de cómicos que va por las poblaciones actuando y acabando de enredar todo con los personajes principales del relato.

Por el ungüento mágico Lisandro que antes amaba a Hermia ahora está loco por Elena. Y cuando Demetrio despierta a la primera que ve es a Elena y de ella se enamora locamente. Ahora Elena, a la que nadie buscaba ni quería, tiene a Lisandro y a Demetrio y ambos le juran amor. Ella les reprocha: “Llenarme de juramentos y ensalzarme más de lo que alcanza mi mérito, cuando estoy cierta que me aborrecen de todo corazón”.

Luego Puck, duende, frota con ese mismo líquido los parpados de Lisandro. Elena, que va siguiendo y “acosando” a Demetrio, llega hasta el lugar en donde duerme Lisandro. Este despierta y queda prendado de Elena. Y de tal modo que quiere dar muerte a Demetrio que imagina que quiere a Elena. Por Hermia ya no siente nada. Elena cree que Lisandro se burla de ella. Antes no la buscaba pero ahora si.

Finalmente Oberón, el rey de las hadas,  pone orden y al ver tanto desbarajuste ordena a Puck, el duendecillo, que vuelva verter, ya dormidos, el ungüento en los párpados de todos ellos. De esta manera todo regresa a la situación que la vida guardaba en el principio Titania vuelve a amara a Oberón, no al asno. Demetrio  queda con Elena y Lisandro con Hermia.  Extrañado, Demetrio, al recordarlas locuras del sueño, se hace la misma pregunta que los poetas aztecas y Calderón de la Barca: “¿Están bien seguros de que nos hallamos despiertos? Algo me dice que dormimos, que soñamos todavía”.

Como corolario Teseo, el rey de Atenas, platica con Hipólita, la reina, de lo extraño de todo lo que han vivido las parejas de enamorados: “Jamás podré dar crédito a esas antiguas fábulas ni a esas frivolidades feérricas. Dejemos a los amantes, a esas extravagantes fantasías que van más allá  de lo que la razón puede percibir”. Hipólita sólo  alcanza a responder: “Hay en ello más que imágenes de la fantasía”. 

Tres verdades Schopenhauerianas

                                                                          Schopenhauer

Schopenhauer  publicó una serie de ensayos entre 1890 y 1902. Los apuntes aquí anotados se refieren a la Moral.  Dice que solamente hay 3 resortes que mueven al humano y son egoísmo, perversidad y conmiseración.

Egoísmo:                                                                       

La ciudad está llena de maravillosas cosas que nadie necesita pero que casi todos compran. Sócrates se nos adelantó veinticinco siglos al decir: “Cuántas cosas hay que no necesito!”

El egoísmo es colosal, no cabe en el universo. Si se diera a elegir entre el anonadamiento del universo y la propia perdición, no necesito decir cuál sería la respuesta.


¡Es necesario leer las causas célebres de la historia de los tiempos pasados, para saber lo que existe en el fondo del hombre, lo que vale su moralidad! Esos millares de seres que están a nuestra vista, obligados a respetar la paz, en el fondo son tigres y lobos, a quienes sólo un fuerte bozal les impide morder

Nada supera para el hombre la satisfacción de su vanidad  y ninguna herida duele más que las que se infligen a ésta

Perversidad

Se manifiesta el mismo grado de perversidad en un pueblo por actos groseros, por el homicidio o por canibalismo. Mientras que en otro, por las intrigas de corte, opresión y sutiles astucias. El fondo de las cosas siempre es el mismo.

A los murmuradores que están inconformes con el lugar donde viven se les puede decir: " ¿Por qué no te vas inmediatamente con la primera diligencia?

Son pocos los que piensan pero todos quieren tener opiniones.

Conmiseración

La conmiseración es un hecho asombroso y lleno de misterios en el cual vemos borrarse
 la línea que separa un ser del otro, para convertirse al “no yo” en cierto modo en el
“yo”.

Quien no conoce la conmiseración está fuera de la humanidad, y la misma palabra “humanidad” se toma como sinónimo de “conmiseración.




Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Danzig. El padre de Arthur, Heinrich Floris Schopenhauer, fue un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven Arthur la oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo cultural de su tiempo como Goethe y Wieland.
Antes de cumplir los veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar definitivamente sus estudios de   comercio, a los que lo había presionado su padre a seguir. En adelante se dedicó alo que él prefería que eran los  estudios universitarios. De este modo, en 1809, se matriculó como estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga, donde asistió a varios cursos. Allí conoció a Gottlob Schulze, un profesor de filosofía que le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant, para que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Spinoza.
La lectura de estos autores despertó en Schopenhauer su vocación filosófica y en 1811 se trasladó a Berlín, donde estudió durante dos años, para seguir los cursos de Fichte y Schleiermacher. Sin embargo, ambos filósofos —muy en boga por aquel entonces— sólo consiguieron decepcionarlo. Algo parecido puede decirse de Schelling, a quien Schopenhauer leyó intensamente, como también a Fichte, en sus años de estudiante en Berlín. A pesar de haberse pasado a la facultad de filosofía, Schopenhauer también se matriculó en cursos de filología clásica y de Historia y asistió también a un buen número de cursos de ciencias naturales, pues consideraba que estos conocimientos ampliaban y reforzaban su formación filosófica.
Las obras más buscadas de este pensador son Parerga y Paralipómena y El mundo como voluntad y representación.

Diez pinturas prehistóricas



El autor cree que la historia del hombre es una, sin interrupción. Se muestra escéptico en las etapas convencionales que suelen ponerse en protohistoria y en prehistoria.

Criterio interesante para México, apuntamos nosotros, donde la historia acaba con frecuencia de muerte súbita y, al mismo tiempo, aparece otra de generación espontánea, de seis años, sin relación con la anterior…

Dice A. Houghton Brodick en su obra La Pintura Prehistórica. (Fondo de Cultura Económica, México, 1975) que el criterio de que hay civilización sólo donde hay escritura arrojaría algo así como 5,000 años para Egipto y Sumeria,1,400 para China y sólo unos cuantos siglos de nuestra era para la Europa continental.

Brodrick prefiere arrancar desde hace medio millón “o tal vez un millón” de años y preguntarse por qué aparecieron las pinturas rupestres. Los hombres “modernos” se encontraron con los neandertales y eso provocó una conmoción tal que dio lugar a una revolución más bien del tipo moral. Se pedía para tener éxito en la caza y para librarse de la muerte y la destrucción: “El arte todavía es magia o no es nada, puesto que nos trasforma al revelarnos el espíritu del artista”.

El éxito dependía de encontrar manadas abundantes, a su propia pericia y a la magia. Por eso en el Paleolítico Superior en Europa las ceremonias se celebraban ante las pinturas. Se pedía caza abundante, blancos fáciles y protección al cazador. Ese sería el origen del arte primitivo de sus antepasados para asegurar el sustento: “Todavía en la actualidad los aborígenes de Australia pintan y repintan en los mismos antiguos parajes, para obtener  la abundancia, de la misma manera que pintaban y repintaban los hombres de la edad de piedra”.

El primer artista en Europa Occidental fue el “hombre moderno” del Paleolítico Superior que ya utilizaba ciertas herramientas de piedra. Si bien en Europa se dio la creación de lo que llamamos ahora “arte prehistórico” la mayor parte de las culturas de la edad de piedra del continente europeo parecen proceder de otras partes. Con esto tenemos que la civilización en sus orígenes no sería un producto europeo. Pero sí fue obra de Europa el arte representativo.  Dice el autor que el arte pictórico representativo fue obra de Europa y se manifestó en España y Francia, hace unos 40, 000 años.

Las civilizaciones del Cercano Oriente  florecieron cuando la mayoría de los europeos llevaban todavía una vida de la edad de piedra. Sin embargo, no se conocían pinturas prehistóricas hasta el descubrimiento de la cueva de Altamira, en el norte de España, durante la séptima década del siglo pasado”.

(Ver en este mismo blog la nota sobre el descubrimiento de la Cueva de Altamira)

La obra comentada de A. Houghton Brodrick  contiene pinturas rupestres de Australia, Nueva Guinea, la India central, etc. Pero sean de donde sean los artistas rupestres, de alguna manera son considerados parte de una sola historia para el área de la  Europa Occidental.

Las Traquinias, de Sófocles

Como en Otelo de Shakespeare, los celos en esta tragedia de Sófocles, Las Traquinias, son el leitmotiv de toda la obra. Y lo mismo que en aquel, los elementos de inquietud  son dichos por un tercero. Dice el Coro: “Los efectos de un funesto consejo” Licas es el que, sin razón aparente, o sin tener plena conciencia de sus palabras, es el que revela a  Deyanira el engaño de Hércules, su esposo. Licas, sin embargo, dice el Coro, sólo es un instrumento de la diosa Afrodita: “    Pero es claro que quien lo ha manejado todo es la Cipria (Afrodita) silenciosa ejecutora de sus trazas”.

Esta tragedia recibe su nombre por el Coro compuesto de 15 niñas de la ciudad griega de Traquina.


El autor:

Sófocles nació en Colona, hoy parte de Atenas (Grecia), en el año 496 a.C. Se crió en el seno de una familia de la aristocracia. Fue discípulo de Lampos y, quizá, del retórico Antifón. Asimismo se dedicó a la actuación y a la música. Como dramaturgo se dio a conocer hacia 468 a.C., teniendo 28 años, al vencer a Esquilo (gran dramaturgo griego) en la competición en honor a Dionisos. A partir de entonces comenzó una brillante carrera como escritor, en la que destacó su magnificente creatividad.
 Fue amigo de Pericles y Herodoto (considerado padre de la historiografía).
Por todo esto, además de por su brillante labor como escritor, obtuvo un éxito extraordinario entre sus conciudadanos, al igual que fortuna; y fue tratado como un héroe.
Sófocles llegó a escribir hasta 123 obras, pero sólo llegaron hasta la actualidad siete tragedias completas: Ayax (450 a.C.), Antígona (441 a.C.), Edipo Rey (430 a.C.), Las Traquinias (415 a.C.), Electra (413 a.C.), Filoctetes (409 a.C.) y Edipo en Colonna (401 a.C., publicada póstumamente). En 1911 se descubrió otra obra suya, a la cual sólo le falta la parte final: el drama satírico "Los sabuesos".                                                          
                                                                                                           

 El tema de Las Traquinias:
Hércules se ausenta de su hogar por largo tiempo debido a que anda haciendo la guerra y tras del consecuente acto de saqueo. Además antes de eso había caído esclavo de Onfale, “la bárbara”  Después ataca la ciudad de Ecalia donde es rey Eurito. Tras su destrucción  envía por delante parte  del botín. Un grupo de mujeres a las que ha hecho sus  esclavas. Entre ellas va una joven hermosa llamada Yola. Deyanira  acoge con humanidad a las esclavas lamentándose de su suerte.
                                                                                              

                                                               Sófocles

Y es aquí que Lica, un amigo de la familia, empieza a meter ideas a Deyanira. Hércules está locamente enamorado de Yola. No es cierto que haya estado de esclavo. Se tardó en regresar a casa porque pedía al rey Eurito a su hija Yola. Como éste no accedió a tal petición Hércules entró en guerra con los Lidios y así  fue que Hércules destruyó Ecalia.

 Yola para nada interviene personalmente en el desarrollo de la obra, ni habla ni acciona, ni para bien ni para mal ni nadie se dirige a ella. Pero es Deyanira que de pronto se hace esta reflexión: ahora hay en la casa dos esposas.

Nada de esto es cierto y Hércules es ajeno a todos estos acontecimientos desarrollados en el seno de su hogar, al que espera regresar pronto.

No existe la más mínima ofensa para Yola de parte de Deyanira.  Deyanira sólo piensa en cómo recuperar a Hércules.    Le envía una especie de abrigo o capa a la que ha untado un extraño brebaje.

Tiempo atrás el centauro Neso, el de negra crin, había pretendido a Deyanira. Hércules se dio cuenta y da muerte al centauro con un dardo envenenado. En agonía, Neso dice a Deyanira que guarde su sangre pues algún día le servirá. Cuando note que Hércules ya no la quiera unte su sangre a manera de  bálsamo mágico amoroso y Hércules regresara a ella.

Así lo hace cuando se presenta la situación de  Yola. Deyanira envía el manto como regalo a su esposo. Pero lejos de tratarse de un bálsamo amoroso la mezcla resulta ser un poderoso veneno que desintegrará la carne de Hércules, cuando se ponga el manto, hasta ocasionarle una horrible  muerte. De esa manera el centauro Neso se vengó de Hércules a través de Deyanira. Deyanira no puede soportar el inesperado resultado y se suicida.

Después viene una escena que puede tomarse como antecedente de la eutanasia. Incapaz de soportar los dolores que lo desgarran, Hércules le pide a su hijo Hilo que le de muerte y así dejará de sufrir. Por más que Hilo se resiste a ejecutar semejante acción contra su padre, Hércules lo obliga, bajo juramento ante Zeus, que le dará muerte y luego lo incinerará. Hilo logra zafarse en parte de tan cruel encargo y sólo  se compromete a vigilar y llevar a cabo parte del proceso.


A manera de final, la nodriza ( tal vez de los hijos de Deyanira y de Hércules) dice: “Así ha quedado el palacio; mentecato el que echa cuentas para dos días, o para más; no hay mañana para el que no acaba bien el día de hoy”.

Shane, novela de J.Schaefer

El hombre es como es, dijo Shane al niño Joey al salir herido  de la cantina en la que acaba de sostener un duelo a balazos con pistoleros venidos  de alguna parte del oeste norteamericano.

El hombre es como es. Esa frase de Schopenhauer es la que va a orientar todo el argumento de la novela de Jack Schaefer:Shane, de 1949.Las circunstancias, la pedagogía,  llevarán al individuo  para allá o para acá y tendrá mucha información, pero esencialmente él no cambiará. Ni siquiera está en él poder hacerlo. Shane, pistolero diestro, intentó cambiar pero tampoco pudo.

En realidad Shane era a la sazón  un pistolero retirado que ayuda a  una familia de granjeros compuesta por Joe Starrett, Marian y su hijo Joey. Y a un grupo de vecinos que están aterrorizados por el terrateniente y ganadero Ryker, que los amenaza. Al  final este terrateniente  contratará a un pistolero, un tal Wilson, para que empiece a matar vecinos si siguen resistiéndose a marcharse de lo que él considera sus tierras.

Un día Shane  llegó por casualidad a ese caserío de pioneros norteamericanos del siglo diecinueve. Nadie supo de dónde llegó y él mismo ignoraba hacia donde se dirigía: “Voy al norte. A un sitio u otro, un lugar en donde no haya estado”.
Joey el niño, que más grande contará la historia de Shane, empezó así el relato: “Bajo cabalgando hacia nuestro valle, en el verano de 89”

Es el modelo de los films del oeste que la mayoría de ellos no pudo alcanzar. En la gran producción de westerns que se rodaron a partir de mediados del siglo veinte se idealizó  al héroe. Un solo hombre llegaba al pueblo en el que las condiciones de vivir se habían alterado patológicamente por la acción malvada de los pistoleros. Llegaba el pistolero “bueno” y, cuando se marchaba, después de haber acabado con  los malos, todo parecía haber quedado otra vez en orden. En realidad el substrato social volvía a quedar inerme, desprotegido de cualquier otra amenaza, pues el pueblo no tenía la fortaleza moral,  ni la organización institucional necesaria para defenderse por él mismo. Abundaba la corrupción, en connivencia de los malvados con las autoridades.

En la novela Shane es el pueblo el que actúa. Shane el personaje se retrae y lucha contra su individualidad, también violenta. Trata de integrarse al modo familiar de aquella gente. Se emplea de peón de campo en la casa de los Starrett. Sabe que aquella gente sencilla  es la realidad de la vida que trata de mejorar materialmente sus condiciones  de existencia. Él, en cambio, es la subjetividad inalterable trazada desde un millón de años antes.

En el caserío perdido en el oeste, en el que ni siquiera existe la autoridad institucionalizada del estado, se desarrollan dos luchas en muy diferentes planos. La de los granjeros defendiéndose del terrateniente y la interior de Shane. Ya una ocasión Shane había tenido que soportar las provocaciones de los pistoleros de Ryker. Y esa fue su mejor conquista. Vencerse a sí mismo, abstenerse de caer en el juego de la violencia. En un pleito nadie gana. Y casi siempre pierde más el que cree haber ganado. De ahí la frase: “de un golpe de suerte nadie se salva”. En esa ocasión aceptó la ofensa que le habían infringido a su ego y alejarse en tanto los otros reían a sus espaldas. A cambio, la vida podía seguir. Más que nadie, Shane, el pistolero muy rápido para manejar la pistola, sabía que los egos irascibles son los que han llenado los cementerios y las cárceles.
Desde esa posición anónima, viviendo  en la casa de los Starrett, observa que se trata de una comunidad de granjeros, muy valientes, pero que sucumbirán ante los  Rykers. Ellos son granjeros, no pistoleros.  Uno de los granjeros deja de arar la tierra y cuidar sus puercos. Se enfunda la pistola y va al almacén Grafton´s donde se surte de víveres la comunidad. Muere a manos Wilson, el pistolero profesional que está ahí con el único propósito de matar granjeros.

El terrateniente Ryker decide forzar la situación para conseguir su propósito de expulsar a los granjeros de lo que él cree son sus tierras. Le tiende una trampa a Joe Starrett. Lo invita que vaya al anochecer al almacén Grafton´s. Se verá obligado a entrar en duelo con Wilson y, morirá sin lugar a dudas. Starrett es el pilar que sostiene anímicamente a la comunidad de granjeros. Con su muerte, los otros se marcharán de inmediato. Starrett recoge el reto aun sabiendo que no saldrá con vida. Acepta que hay situaciones ineludibles.

 El hombre es como es,le dijo Shane al pequeño Joey

Ante semejante sacrificio, de aquel hombre sencillo y noble, que lucha por su familia y su comunidad, Shane se decide. No quiere  la situación violenta pues esta le es familiar. Se decide  a abandonar el propósito de cambiar su sino. El no podrá ser diferente a como es. Intentó ser un hombre anodino, pacífico, rutinario, pero fracaso. Se da cuenta que ser pacífico es muy difícil. El hombre de la media tiene lo mejor de los dos extremos. Por eso la vida puede seguir. Luego de vencer la resistencia de Joe Starrett, mediante un violento encuentro a golpes, pues Starrett es muy fuerte físicamente, Shane se dirige al almacén Grafton´s.

Los Rykers se han distribuido en el espacio interior del local de manera estratégica. A Shane no le gusta la posición que le han dejado. Enfrente tiene a Wilson. A su lado izquierdo al mismo Ryker. Primero enfrenta a Wilson, el  más peligroso por su velocidad al disparar y luego da muerte a Ryker. Con eso acaba todo. Enfunda sus pistolas y se dispone a marcharse. Es cuando el hermano de Ryker, debidamente emboscado en el piso de arriba, le dispara. El niño Joey lo ha seguido corriendo desde su casa y alcanza a ver al otro que va a disparar contra Shane. Lo alerta y  éste alcanza a sacar sus pistolas y también mata al tercer y último agresor.

 Con la muerte de esos tres se ha acabado el peligro que  amenazaba a los granjeros. La comunidad ahora podrá vivir, trabajar y prosperar en tranquilidad. La gente ha sufrido, ha luchado y ahora es fuerte y podrá seguir adelante por sí misma.

De todas maneras una bala del último agresor  ha alcanzado a Shane y está herido. Joey le dice que vuelva a casa. Ahí se curará. En ella lo esperan sus padres, que lo quieren.

Ya montado en su caballo, Shane se niega. Ha comprobado que no puede regresar a vivir como el común de la gente. Lo intentó, pero no pudo. Es cuando le dice al niño Joey: “El hombre es como es”. Y, como hablando consigo mismo, a un  Shane que quiso ser diferente pero que ya no es posible que lo sea, sus postreras palabras  para el niño Joey son: “prepárate, crece, se fuerte y cuida a tus padres”. 

 Simbólicamente, cuando Shane abandona el valle, y regresa por donde había llegado, pasa entre el cementerio del lugar y, herido, no se sabe si de muerte, se pierde entre la noche.

Las bacantes, de Eurípides

Las bacantes se considera la obra más destacada de este autor. Criterio subjetivo respecto de las otras 17 obras que nos han llegado de Eurípides. Alguien dijo que 18 tarros de cerveza, del mismo barril, y decidir que uno de esos es el mejor, es el campo donde se mueven los intereses intrínsecos de los críticos de  literatura...

Jugar a las vencidas con las drogas es un juego perdido de antemano. Es la metáfora de esta obra de teatro de Eurípides.  Desde la laicidad bien podría la ciencia médica sentenciar sin el menor temor a equivocarse.  Eurípides lo profetiza desde la religiosidad de los dioses olímpicos.

Sea el dulce vino de uva o el tabaco de aromáticas volutas, a la postre serán tan mortales que la morfina, la cocaína, el éxtasis, la estopa con thiner, etc. Pero aun esto no es lo peor de la lección de Las bacantes. Eurípides alerta contra el morir sin morir. Morir por consumir la droga es lógico, mediático. Pero matar a otro semejante, por efecto de la droga, es estar condenado a morir sin morir. Aun sin intención, por mero accidente involuntario, no lo olvidará.

Eurípides es de Grecia. Nacimiento: Salamina, 480 a. C.Defunción: Pella, 406 a. C.Dramaturgo clásico de la Antigua Grecia. Está considerado, junto a Sófocles y Esquilo, como uno de los grandes poetas trágicos de la época clásica. Eurípides fue un destacado del conocimiento, lo que le supuso no pocas críticas entre sus contemporáneos. Por defender la tradición, al estado y a las leyes, proliferaron sus críticos que, dicen algunos pensadores, no pueden darse sin que exista una tradición bien cimentada como la que cantaba Eurípides. En otras palabras, una tradición bien cimentada  producirá buenos críticos del sistema…
Obras de Eurípides:
Alcestis, Andrómaca, El Cíclope, Electra, Fenicias, Helena, Heracles, Hipólito, Hécuba, Ifigenia en Áulide, Ifigenia entre los Tauros, Ion, Las Bacantes, Los Heráclidas, Medea, Orestes, Suplicantes y Troyanas

El asunto de Las bacantes. Dionysos es el inventor del vino de la uva. Nació en la ciudad de Sardes. Nada tiene de raro que un dios nazca en algún pueblo. Jesús nació en Belem y Huitzilopochtli en Coatepec, estado de México, en el norte de la ciudad de México,en la falda oeste de la montaña El Chiquihuite. Por cierto ahora su bella piramide ha quedado copada por  calles en las que no son raras las cantinas. Y en general un ambiente nada acorde con el lugar donde nació el númen titular del gran impero azteca...

Dionysos es promotor del vino y de las relaciones sexuales. Baco es el dios del vino y Afrodita la diosa del amor.  Dionysos es el promotor, el activador de esas situaciones entre los humanos. Es el elón de la hidroquinona, diría un fotógrafo.  Hijo de  Semele y de Zeus. Tiene a las ménades, seres femeninos divinos estrechamente ligadas al vino,  que a su vez cuentan entre las mortales con sus seguidoras religiosas llamadas “bacantes”. Una especie de borrachas y prostitutas  sagradas. Dionysos  establece su culto en Tebas. Sería, entre otras cosas, el dios preferido de Nietzsche. Unas veces desinhibidas, las bacantes cantan, bailan y llevan a cabo toda clase de acciones.

Penteo,  rey de Tebas, se ha propuesto acabar con  las bacantes por considerarlas un peligro de disolución social por sus prácticas tan relajadas. Exclama: “Cansado estoy ya de sufrir las locuras de estas mujeres”.

 Dionysos decide acudir en defensa de sus bacantes. Para tal fin se ofrece llevar  a  Penteo al bosque del monte Citerón donde las bacantes acostumbras realizar sus bacanales. De esa manera le será fácil liquidarlas, le dice.

En otro momento Penteo cambia de táctica y se muestra dispuesto a dar mucho oro para que las mujeres sigan emborrachándose.
-¿Por qué es tan vehemente tu deseo?-pregunta Dionysos.
-Para observarlas agobiadas por el vicio con gran pesar suyo.

 Cuando llegan al lugar Dionysos  da la voz de alarma  a las bacantes y la orden que lo maten. Así se hace. La primera que obedece es Agave, la madre de Penteo, que es del número de las bacantes y está ebria. Le arranca  un brazo y las otras acaban de descuartizarlo. Sus restos los arrojan al barranco.

Cuando los efectos del vino han pasado, Agave, arrepentida, espantada de lo que ha hecho, debe cargar con el ineludible e insoportable dolor de vivir sin poder morir. Exclama: “No. ¡Que infortunada! Tengo en mis manos la cabeza de Penteo”.

Ante el horrible final (que ahora puede ser  la muerte propia por borrachera, asesinato bajo los efectos del alcohol,  un accidente mortal por manejar ebrio o un hígado cirrótico por la bebida), que pudieron las bacantes evitar a  priori, Dionysos puntualiza sin misericordia para Agave y sus seguidoras: “Tarde lo conoces, no cuando debías”.

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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