El Menon, la indagación y la inmortalidad, según Sócrates

En el Menón Sócrates vuelve, pero ahora ya no con Protágoras, sino con Anito, político ateniense, sobre la pregunta de si la virtud puede ser enseñada. Regresa al tema con la idea de dialogar sobre la inmortalidad del alma. Interroga a un niño sobre cuestiones de geometría y éste responde acertadamente sin haber estudiado sobre la materia. ¿Cómo pudo saber sin habérselo alguien enseñado?
Para los amantes delas definiciones en alguna parte Sócrates  refiere algunos atributos de lo que se compone la virtud: “Es absolutamente necesario que la justicia, o la sensatez, o la santidad, o cualquiera otra parte de la virtud se muestre en esta adquisición, sin lo que no será virtud, aunque nos procure bienes…Lo que se hace con justicia es virtud, y por el contrario, lo que no tiene ninguna  cualidad de este género, es vicio”.

Antes pregunta si “la virtud puede enseñarse a alguien  y pasar por vía de enseñanza de un hombre a otro”. Y apoya su indagación diciendo por qué Temístocles, el general vencedor en la batalla de Salamina, contra los persas de Jerjes, no pudo hacer hábil a su hijo CLeofanto en las mismas cosas que su padre.

Si no hay maestros que enseñen  la virtud y tampoco hay estudiantes que estudien  la virtud, y sin embargo la virtud existe, quiere decir que la virtud es por sí: “Estamos conformes que una cosa que no tiene maestros ni alumnos, no puede enseñarse”. Al final del diálogo con Menón Sócrates quiere dejar bien asentado de qué naturaleza él cree que es la virtud: “se entiende que la virtud no es natural al hombre, y que no puede aprenderse, sino que llega por influencia divina a aquellos en quienes se encuentra, en conocimiento de su parte…Resulta por consiguiente, de este razonamiento, Menón, que la virtud es recibida como un don divino por aquellos que la poseen”.

Lejos de cerrar el tema, Sócrates lo profundiza aun más en el último párrafo del Menón. Ahora se pregunta por qué unos hombres (y mujeres) sí están en la virtud  y por qué  otros no. Ya no se trata de si se enseña o no la virtud sino por qué unos la tienen y otros no. El cristianismo responderá prontamente que por gracia de Dios. Pero Sócrates no se conforma con este determinismo y sigue preguntándose ¿por qué?

Sócrates introduce el tema de la indagación. ¿Por qué indagar  lo que  se sabe si ya se sabe y por qué indagar lo que se desconoce si no se sabe? Es como nos revela  la inmortalidad del alma, pues esta ha existido sin fin en el tiempo: “Todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar. En efecto, investigar y aprender  es simplemente una reminiscencia”. Y desemboca así en el tema de la inmortalidad: “ Así pues, para el alma, siendo inmortal, renaciendo a la vida muchas veces, y habiendo visto todo lo que pasa, tanto aquí como en el Hades, no hay nada que ella no haya aprendido. Por esta razón, no es extraño que, respecto a la virtud y a todo lo demás, esté en estado de recordar  lo que ha sabido”.

Por lo pronto la reminiscencia actúa dentro de la herencia  de la etnia, con las mismas costumbres y el mismo idioma. Un  otomí no podría recordar lo que un egipcio. Y ni siquiera tratándose de pirámides un egipcio recordaría, o sabría, lo que un teotihuacano. Aquí es cuando Sócrates interroga sobre geometría  a un niño esclavo, de la casa de Menón, pero antes pregunta: “¿Es griego y sabe griego?” El niño esclavo, que no ha tenido oportunidad ni tiempo-edad para estudiar, responde acertadamente  las preguntas de Sócrates delante de Menón y demás miembros que asisten al dialogo. Luego Sócrates le dice a Menón: “Si no ha recibido estos conocimientos en su vida presente, es claro que los recibió antes, ya que ha aprendido lo que sabe en algún otro tiempo”.   Creemos que esto debió inspirar a Carl Jung para su inconsciente colectivo.

Al final del Menón, es decir, al final de último libro de una serie de tres: Protágoras, Gorgias y Menón, donde se ventilan los temas de la virtud, la reminiscencia y la inmortalidad, parece que la aporía ha desparecido pues se ha dado respuesta a varios temas que parecían sin solución. Pero algo queda en el aire, según Sócrates: por qué unos hombres ( y mujeres)  fueron equipados con la virtud y otros ( y otras), en cambio, nacieron con sus colmillos y su  bolsa de veneno…

La injusticia en el Gorgias de Platón

La injusticia y otros temas los trata Sócrates en tres libros que son el Protágoras, el Gorgias y el Menon, escritos por Platón.

De los variados temas  que se ven en el Gorgias uno es el que destaca: que es más malo hacer una injusticia que sufrirla. El que la hace  no la olvidará mientras viva. Y éste será su castigo. En el primer libro, el Protágoras, Sócrates dice a alguien: yo te disculpo de lo que me has hecho ¿pero cómo puedo disculparte de lo que te has hecho a ti mismo?

Gorgias, el personaje del libro del mismo nombre,  era natural de Leontinos y  considerado uno de los creadores del movimiento sofístico. ¿Para qué sirve la retórica? Para persuadir, dice Gorgias. Es propio de los políticos. Sócrates  dice que en Atenas  no se ha dado la circunstancia de que un verdadero político vuelva mejor a los ciudadanos.

Cuando los primeros cristianos llegaron a Grecia, con Pablo a la cabeza, escucharon voces muy parecidas a las que iba propagando el cristianismo, pero que en la Helade ya se habían dicho quinientos años antes.

Casi al final  Sócrates hace una recapitulación de los  diversos puntos desarrollados en este diálogo del Gorgias. Son tan diversos que el lector puede desorientarse. Por eso no pierde de vista que el fin en todas estas polémicas es la justicia: “Que se debe antes sufrir  una injusticia que hacerla. Que en todo caso es preciso procurarse no parecer hombre de bien, sino serlo en realidad, tanto en público como en privado, y que si alguno se hace malo en algo es preciso castigarlo. Que después del bien de ser justo, el segundo bien  consiste en volver a serlo, recibiendo el castigo  que sea merecido. Que es preciso huir de toda adulación, tanto respecto de sí mismo como respecto de los demás, sean muchos o pocos .Que jamás s e debe hacer uso de la retórica, ni de ninguna otra profesión, sino con vistas a la justicia”. L a justicia, según veremos en seguida, es parte de la virtud.

Interrogado  por Sócrates en qué consiste  el arte que Gorgias enseña éste dice que la retórica y pasa a explicar su esencia:”el poder persuadir mediante  sus discursos a los jueces en los tribunales, a los miembros del consejo y a los asistentes a la asamblea: en una palabra, convencer a todos los que componen cualquier clase de reunión”.

Es un dialogo entre Sócrates y Gorgias. Para que sea posible  un dialogo de altura se necesitan  interlocutores de altura. Que sepan interrogar y que acepten ser interrogados. D e otra manera el intercambio no será otra cosa que  duelo de egos que degenerará en meras exposiciones neuróticas de taberna. Sócrates lo dice de esta manera: “Soy de aquellos a los que les gusta que se le refute cuando no dicen la verdad. De los que les gusta también refutar a los demás cuando los demás  se separan de lo verdadero, y que tienen, por consiguiente, igual complacencia en verse  refutados que en refutar”.

El poder y lo que se cree ventajoso sólo sirve si se sigue el buen sentido. En otro caso es una mala cosa y un poder raquítico. No siempre ganan  los que cantan  victoria. Todo depende si de por medio hubo justicia o injusticia. Sócrates reitera (lo reitera en los tres libros mencionados)  que el mayor de los males es cometer injusticia. La injusticia es una marca indeleble para el que la comete: “Yo no querría ni lo uno ni lo otro, pero si fuera absolutamente preciso  cometer  una injusticia o sufrirla, preferiría sufrirla a cometerla”. Si el agresor es castigado por su crimen puede contar con algún alivio, de lo contrario no: “Es un mal mayor cometer una injusticia que sufrirla, así como el no ser castigado por sus crímenes lo es también más que el ser castigado por ellos”.

Salvo casos de perversidad patológica en el nivel genético, normalmente el agresor  buscará la solución terapéutica tarde o temprano. Cuando el verdugo asestaba el segundo golpe en la otra  mejilla que ponía el cristiano, en el Foro Romano, el cristiano estaba seguro de haber conquistado un seguidor de su causa en el agresor. Así fue como los muertos del Foro Romano conquistaron el Imperio Romano. Poniendo la otra majilla antes de alimentar con la carne de su cuerpo a los leones. Era el mecanismo de conciencia  que Sócrates había resaltado tanto en sus diálogos con Protágoras, con Gorgias y con Menon.

Víctor Hugo hace los mismo con el ex convicto Jean Valjean. Cuando éste roba la vajilla de plata del obispo que le había dado posada por una noche, no lo reporta con la policía, sólo exclama: “Es el precio que pago por recuperar su alma”.

En el Gorgias el diálogo inicial es entre Sócrates y el propio Gorgias. Después toman  parte en el mismo Polo y Calicles. Sócrates dialoga, polemiza con el que se le ponga enfrente. Y estamos hablando de filósofos reputados de Atenas. Calicles es de los que no aceptan los mejores argumentos en contra. Cuando ya no tiene salida simplemente dice: “¡No te creo Sócrates!”.

Y cuando la polémica parece que ha perdido la brújula de tanto argumentar, Sócrates pone una premisa: “Que en todas las cosas se debe obrar en vista del bien”.

Sócrates sale vencedor pero es una victoria como diríamos ahora: “Vencedor entre comillas”. La virtud  es de los temas que desembocan en una aporía. Sin solución. Para decirlo con una metáfora de nuestro tiempo es como el cáncer o el sida. Sabemos que están ahí, se les conoce mucho por la ciencia médica que los han estudiado en los laboratorios de investigación y han sido comentados en miles de conferencias magistrales pero, hasta ahora no tienen solución. La medicina  también tiene sus aporías.

 Sin embargo  tal vez estemos aquí ante un tema como novela de Faulkner. Sin final feliz  porque lo importante ya quedó dicho en el desarrollo del texto. En una parte del Menon Sócrates refiere algunos atributos de lo que se compone la virtud: “a lo que parece es absolutamente  necesario que la justicia, o la sensatez, o la santidad, o cualquiera otra parte de la virtud, se muestren en esta adquisición, sin lo que no será virtud, aunque nos procure bienes”. Y para que no quede duda en seguida define lo contrario de virtud: “Lo que s e hace con justicia es virtud, y por el contrario, lo que no tiene ninguna cualidad de este género, es vicio”.

Escalada en grietas

Foto tomada del libro
Los Pirineos
de Patrice de Bellefon.
La ascensión en grietas (también llamadas en el argot alpino “chimeneas”) requiere desarrollar complicadas fuerzas de oposición que la  manera práctica  de explicarlas es mediante los dibujos magistrales  publicados en el libro Técnica Alpina (autores Manuel Sánchez y Armando Altamira G. Fue editado por la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1978).
Del  Diccionario de la Montaña, de Agustín Faus, Editorial Juventud,Provenza, Barcelona, España, 1963




En la región alpina de Pachuca, Hidalgo, México, varias escaladas requieren la técnica aquí descrita. Estas son Los Panales, El Peñón del Zorro, El Espejo, El Crestón…En el Cerro El Chiquihute,  Sierra de Guadalupe, México, Distrito Federal, también hay varias ascensiones de este tipo.


Se ilustran posiciones de manos y pies en detalles  rocosos  que suelen encontrarse en este tipo de terreno.

Del libro 28 Bajo Cero, de Luis Costa (FRUMENTUM, México,1954)




 
 
 

Montaigne y la Tanatología

Ensayos
Michel Eyquem, señor de Montaigne (1533-1592)

Para rehuir la idea de nuestra inevitable muerte pensamos siempre que estaría bien vivir otros veinte años más. Pero cada año que pasa seguimos pensando en los “veinte años más”. Lejos de ser un pensamiento morboso, patológico, el de Montaigne, toca cerca en las cuestiones ordinarias de la vida.  Por ejemplo, muchos se resisten a escribir su  testamento, trátese de grandes fortunas y posesiones o de un terreno de seis por veinte en la colonia precarista: “Por eso nadie dispone su testamento hasta que el médico lo desahucie; por lo que Dios solamente sabe, entre el horror y el dolor correspondientes, de qué juicio hacen uso los testadores”. En otras palabras, si en sus cabales no hace el testamento el interesado después toda clase de aves rondarán su cama de hospital ¡y él ya no podrá hacer nada! Mil historias como esta  se escriben todos los días en todas partes del planeta.

M de Montaigne
 Se disfrutaría la vida mejor viviendo en el presente. Porque el mañana es incierto: “Y para convencernos de que esto es verdad, conviene repasar a nuestra amistades y ver cuántos han muerto antes de llegar a nuestra edad; mucho menos de los que llegaron a ella probablemente”.

De esa manera Montaigne nos sitúa frente a un tema que jamás pierde vigencia, por más que volteemos a otro lado, y es la muerte.   El Zompantli de los aztecas, un osario en medio de sus festividades, no era una excentricidad escatológica sino el recuerdo de una realidad omnipresente. Repugnó tanto esta presencia a los europeos, en el siglo dieciséis, que la catedral más importante del reino de la Nueva España la edificaron precisamente en el lugar donde se encontraba el Zompantli azteca. Como una manera de desterrar la idea de la muerte. Lo cual resulta irónico pues el cristianismo siempre nos está recordando que vamos a morir, y esto puede suceder en el momento menos pensado: “Yo llegaré a ti como el ladrón…”

El filosofar para Montaigne debe incluir, en todo momento, así estemos en medio de la fiesta, el pensamiento que vamos a morir. Hasta tal punto es insoportable esta presencia de la muerte que en los últimos tiempos los humanos han desarrollado la profesión de la Tanatología para  procurar consuelo a los deudos y a los mismos moribundos. No hay que perder de vista que uno de los sacramentos del cristianismo es “Consuelo a los enfermos”, “Santos Óleos”, Unción de los enfermos” Santiago 5-14y 15 /Mc.6-13.

Se refiere a la brevedad de la vida inspirado en  Séneca al que tanto gustaba leer. Montaigne cita a Aristóteles quien observa que en el río de Hipanis hay animalitos que sólo duran un día.Los que nacen en la mañana ya son ancianos a las cinco de la tarde.¡Que cosa tan absurda tal brevedad de la vida! Pero ¿qué es nuestra vida  de los humanos  si la comparamos con las montañas, las estrellas y los ríos? 

Montaigne desconcertó al mundo de las letras. Contó con numerosos detractores de su modo de pensar. Unos le llamaron “conservador” y otros “revolucionario”. Creían que procuraba dejar las cosas tal como estaban y que su idea era poder morir plácidamente en su cama. En cambio otros, por ejemplo La Bruyére y Carlos Sorel, tiene comentarios en beneficio suyo. [Este último dice: “No hay otro autor en el mundo capaz de hacer a los hombres  lo que son y lo que pueden ser, ni de hacer observar las propiedades y recursos de sus espíritus”. Y Montesquieu” dice de él: “¡Que grandes poetas me resultan Platón, Malebranche, Shafresbury y Montaigne!”.

Montaigne advierte al lector que se ocupe de cuestiones de calidad porque, de otra manera, las cosas vulgares llenarán su mente, pues el alma descarga sus pasiones sobre los falsos objetos cuando le faltan los verdaderos: Por ejemplo, dice, sino tiene a quién amar le dará por amar a los animales:   “el alma quebrantada y conmovida se extasiará en sí misma si no tiene objeto en el que polarizarse, y e s preciso en toda ocasión procurarse algún fin en el cual se  ejercite”. 

Dice que a muchas cosas echamos la culpa de los males que nos ocurren, siendo nosotros los responsables. Refiere la anécdota de un rey que muy enojado por algo que le sucedió se arrancaba los cabellos y Montaigne comenta irónico: “Pensaba, acaso, que la calvicie alivia el dolor”.

Habla de la ociosidad comparando al ser humano con un lote baldío. Sino se le siembran frutos que beneficie al grupo ese lugar se llenará de toda clase de “hierbas salvajes e inútiles”. Es una advertencia oportuna de nuestros tiempos para aquellos gobiernos de los paises del mundo que, por no llevar a cabo reformas estructurales, causan que millones de sus valiosos  jovenes ni puedan estudiar ni trabajar. ¡Y casi todos acaban perdiendose en las calles!

Advierte contra el miedo que suele apoderarse de los hombres y les hace cometer acciones desafortunadas: “A nada tengo tanto miedo como al miedo”. Los que viven en continuo sobresalto por temor de perder sus bienes y ser desterrados o subyugados, viven siempre en constante angustia, sin comer y beber sin reposo; mientras que los pobres , los desterrados y los siervos suelen  vivir con mucha mayor  alegría”.


Siempre relacionado con el tema del último fin es necesario vivir la vida en plenitud. No se trata de vivir angustiado y lloriqueando.  Para esto es necesario impregnarse del espíritu de los filósofos,  informarse con seriedad de los asuntos que tratan. No para creer a pie juntillas que ellos tiene la última palabra: “La verdad y la razón son patrimonio de todos, y ambos pertenecen por igual al que habla antes y después”.  En un planeta donde la población mundial se duplica constantemente la mercadotecnia de la producción y el consumo hacen el juego a través de los medios de comunicación. Es un caldo de cultivo donde florece la superficialidad en grado superlativo hasta alcanzar la absurdidad. Es el analfabetismo emocional donde hay que tomar pastillas de la farmacia para poder seguir viviendo cada día. Y si esto ya no es suficiente, hay que comprar pastillas fuera de la farmacia. Un tema omnipresente hoy por hoy.

Como contraste Montaigne  pone a los filósofos. Su quehacer es pensar. Por eso Aristofanes llamaba “El Pensadero” a la casa de Sócrates. Pero ya en este universo de calidad de las ideas: “Quien sigue a otro no sigue a nadie”, nada encuentra”. De tanto seguir  a otros hay el peligro de perder la originalidad. Por eso Schopenhauer recomienda que en determinado momento, el lector asiduo deje de leer. Es decir, deje de seguir a otros para empezar a ser él.

Desde luego que hacer eso en países como México donde se leen apenas dos libros de cultura promedio al año por individuo, es un suicidio cultural. O mejor dicho, es un no nacer a la cultura. Somos los países del nonatismo cultural.  Y Montaigne  habla a los que ya nacieron y por lo mismo  van a morir, no a los que no han nacido.

 Al contario de los que hablan en tercera persona, o de programas utópicos de vida, para los demás, para evadirse de ellos  mismos, Montaigne agarra el toro por los cuernos y exclama: “En el mundo no he visto monstruo ni milagro más concreto que yo mismo”.


“Montaigne nació en Burdeos,el 28 de febrero de 1533. Su familia materna, de ascendecia judía portuguesa, fueron posteriormente judeoconversos aragoneses (sefardíes), los López de Villanueva, documentados en la judería de Calatayud, tres de los cuales fueron quemados por la Inquisición, incluido su bisabuelo Pablo López en 1491; gozaba de una buena posición social y económica y él estudió en Guyenne. Recibió de su padre, Pierre Eyquem, alcalde de Burdeos, una educación a la vez liberal y humanista; muy niño lo envió a convivir con los campesinos de una de las aldeas de su propiedad para que conociera la pobreza; le despertaban siempre con música. Para que aprendiese latín, su padre contrató un tutor alemán que no hablaba francés y así no tuvo contacto con esta lengua durante sus primeros ocho años de vida: el latín fue su lengua materna; luego se le enseñó griego y después que lo dominó por completo comenzó a escuchar francés. Entonces se le envió a la escuela de Burdeos y allí completó en sólo siete años los doce años escolares. Se graduó después en leyes en la Universidad. Sus contactos familiares le granjearon el cargo de magistrado de la ciudad y en ese puesto conoció a un colega que sería su gran amigo y corresposal, Etienne de la Boétie. Los siguientes doce años (1554-70) los pasó en los tribunales.
Admirador de Virgilio, Séneca, Plutarco y Sócrates, fue un humanista que tomó al hombre, y en particular a él mismo, como objeto de estudio en su principal trabajo, los Ensayos (Essais) empezados en 1571 a la edad de 38 años, cuando se retiró a su castillo. Escribe que «Quiero que se me vea en mi forma simple, natural y ordinaria, sin contención ni artificio, pues yo soy el objeto de mi libro». El proyecto de Montaigne era mostrarse sin máscaras, sobrepasar los artificios para desvelar su yo más íntimo en su esencial desnudez”Wikipedia.

P. Auster en El palacio de la luna

Auster cree que el mundo, el quehacer humano, está montado sobre una armonía. Pero es escéptico de la causa y el efecto como los conocemos. Las contingencias son las que marcan la vida de cada día.
Más que un descubrimiento es una aguda observación. El refranero popular de todos los pueblos del planeta  ha captado esta armonía del caos y la expresa de varios modos. La casualidad más que la causalidad. En México se dice “Te salvaste de pura casualidad”, no dice te salvaste de pura causalidad. O bien: “Te salvaste de chiripa” “Chiripa” es uno de tantos nombres  que en este país se le da al azar. O “Te salvaste de milagro”. Milagro es lo que está más allá de la causa y el efecto, lo ilógico. Al menos lo que entendemos por nuestro ilógico.

Sin embargo el caos no debe ser algo  que va dando tumbos sin ton ni son. Debe tener sus bases  en otro tipo de armonía. La causalidad parece una especie de predestinación. En cambio el caos  sería como un devenir siempre rehaciéndose.

Marco Stanley Fogg es un muchacho que, a falta de padre, es educado por su tío Víctor, un excéntrico  músico que toca el clarinete en orquestas casi anónimas. Al morir lo único que le deja es un montón de cajas llenas de libros. Para sobrevivir MSF decide vender los libros pero antes s e propone leerlos. Conforme los va leyendo los lleva a la librería de usados. El tío Víctor le había dicho: “Algunos de estos libros son grandes, otros pequeños, unos son gordos, otros delgados, pero todos contiene palabras. Si lees esas palabras, puede que te ayuden en tu educación”. Luego el propio MSF dirá:  “Para mí, los libros no eran tanto el soporte de la palabras como las palabras mismas y el valor de un libro estaba determinado por su calidad espiritual más que por su contenido físico”.

Paul Auster se refiere a esos impresionantes inventos tecnológicos que niegan el trato humano y a los que muy pronto nos acostumbramos. Hoy por hoy sería la televisión que alguien, quien sabe quien, programa sin la menor intervención del espectador que sólo ve comerciales que no busca y programas que ni se imaginó pero que de todas maneras de nada le sirven positivamente y que si insiste en verlos lo convertirán en una patología con dos pies. El autor se refiere concretamente al teléfono: “Todos nos hemos acostumbrado a esos simulacros de nosotros mismos, pero cuando te paras a pensarlo, el teléfono es un instrumento de distorsión y fantasía. Es una comunicación entre fantasmas las secreciones verbales de mentes sin cuerpo. Yo quiero ver a la persona con la que estoy hablando., Si no puedo verla prefiero no hablar con ella.”

Al final no le queda otra que llevar la vida de un indigente. Vive en el parque y come los desperdicios de comida que tira la gente. Así hasta que una bella muchacha llamada Kitty Wu y un amigo  lo rescatan y lo llevan a vivir con él. Cuando a l fin se recupera de la desnutrición busca trabajo. Lo encuentra cuidando a un pintor-  historiador impedido para caminar y lo lleva por todos lados  en su silla de ruedas.

Se refiere a la relación amorosa que sostendrá con Kitty: “Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener  la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad”.

 Es un historiador neurótico y MSF debe soportar sus malos tratos. Pero cuando le agarra confianza el enfermo, que  se llama Julián Barber, le hace escribir su biografía que le va dictando. La manera cómo por casualidad se hizo rico y le revela que tiene un hijo que no conoce. Al morir encarga a MSF que busque a ese hijo, ahora adulto, y le entregue su biografía. Emprende la búsqueda de  Simón Barber, que así se llama el hijo. D e alguna manera éste y  MSF continúan la relación

Simón Barber es un hombre exageradamente gordo. En parte a esos e debe que de joven se retrajo del trato de la gente y le dio por escribir una novela. Se la cuenta y de esa manera  MSF descubre que  Simón Barber conoció a la madre de MSF. Al final MSF descubre que Julián Barber, el historiador lisiado, era su abuelo y que Simón Barber  resulta ser su padre.

 Así el estilo de Paul Auster  se hace presente y encima tres relatos. A  la vez que MSF cuenta su vida hablando en primera persona, MSF se mete en la biografía de Julián y en la novela autobiográfica de Simón.


  “Novelista y poeta estadounidense. Auster nació en Newark, Nueva Jersey. Estudió en la Universidad de Columbia y después de trabajar en un petrolero durante un año se fue a vivir a Francia cuatro años. Volvió a Nueva York en 1974. Auster empezó su carrera escribiendo poesía y ensayos en las revistas New York Review of Books y Harper's Saturday Review. En 1987 se ganó los elogios de la crítica por su libro de cuentos La trilogía de Nueva York. Después se pasó a la novela: El país de las últimas cosas se publicó en 1988, El palacio de la luna en 1989 y La música del azar en 1991. Su ficción se caracteriza por una desconcertante mezcla de realismo y fantasía, de lo normal y lo increíble, que sorprende al lector y confunde sus expectativas. También ha escrito una obra autobiográfica, La invención de la soledad” (Wikipedia)

N. Mailer, la novela y la sociedad tecnológica

Norman Mailer
Norman Mailer
Michael Lennon llevó a  cabo una compilación de entrevistas que  le hicieron a  Mailer de los años sesenta a los ochentas del siglo pasado. El trabajo se titula Conversaciones con Norman Mailer. La publicación a la que nos referimos fue hecha por Ediciones Celtia, Buenos Aires Argentina, 1983.

Ni místico ni racionalista Mailer se siente a gusto en esa longitud de pensamiento. Mailer es el autor de la exitosa novela Los desnudos y los muertos.
La civilización industrial  no gusta de la fantasía que se genera cuando alguien lee novelas. La novela tiene su propia magia que puede cautivar al lector todo el tiempo. Para no pocos gobiernos del planeta el que escribe novelas, así como el que lee novelas, son altamente sospechosos de inclinarse hacia el pensamiento ilógico:”La novela tiene sus propios recursos particulares, que son mágicos. Se puede establecer una comunión ente usted y el lector, que no se consigue en ningún otro arte. Y esa comunión puede durar horas, semanas, años. Cuando muera la novela quiere decir que la sociedad tecnológica se habrá apoderado completamente de nosotros.”

Mailer dice que necesita leer para escribir. Aprender de la lectura. Afirmación inusitada para lugares como México donde hay más escritores que lectores: Cuando leo: “voy tras una herramienta especial que pueda incorpora a mi caja de herramientas…También leo por otras razones, para estimularme el decaído interés en la narración”.

A la pregunta ¿Y el estilo del escritor? :” El estilo es la persona. De un carácter malo e indisciplinado no puede surgir un buen estilo”.

La literatura, como todo arte, habla  al sentimiento en tanto que lo suyo de la ciencia es establecer contacto con la medida. Parecería que da lo mismo caer para cualquier lado de la arista por la que transitamos. Lo que está en el fondo es la libertad de decisión. Puede estar  en el más grave de los errores pero,  es su libertad. El hiperactivo hombre de la ciudad es un ser convertido en pasivo de la sociedad tecnológica. No tiene mucho para dónde hacerse encerrado en su rutina. Ni tampoco dispone de tanta libertad para las cuestiones culturales como él supone:”Puede que su estándar de vida sea muy superior, pero su impotencia social es semejante; controlan cada vez menos, se les manipula cada vez más. Puede creer que elige un canal, pero es el canal de TV quien lo canaliza”.

El peligro de tanta mediocridad en las pantallas caseras es que está provocando a una reacción depuradora: “Cada vez que el pueblo se enferma a nivel colectivo, el remedio va siendo progresivamente más y más violento e inmoral. L a enfermedad insidiosa e insípida exige un purgante violento y de largo alcance”

La idea, trátese de democracia que de totalitarismo, es suprimir acciones ilógicas de la sociedad y canalizar esas energías en la producción y el consumismo. Estos cálculos fríos sobre el papel no toman en cuenta el carácter neurótico de la humanidad. Una personalidad forzada a tal escala llenará hospitales, panteones y manicomios: “pueden terminar ofreciendo a sus ciudadanos una vida tan anónima, viciada, repleta de píldoras y aburrida como algunos de los recientes edificios  de oficinas”.

Cuando le hicieron la pregunta sobre qué pensaba del lesbianismo dio la respuesta que, como los Doce pasos de AA, sirven para todas las obsesiones patológicas. De origen judío, Mailer  hizo una exposición talmúdica: “si usted quiere sofrenar un impulso, no sólo debe construir una valla alrededor del impulso, sino también una valla alrededor de la valla”.

Mailer es de los que creen en el amor de una vez y para siempre. No sigue la idea de amor por una temporada y después adiós: “No hay ninguna razón en el mundo para que la gente no pueda amarse cada día más durante ochenta años”. Sin embargo se requiere congruencia. Añade: “Todo el mundo reza por tener amor, pero una vez que lo consigue tiene que hacerse digno de él” porque, advierte en seguida: “El amor es la más perecedera de las emociones humanas”.

El problema con los lugares masificados no es el número de cuerpos sino el apretujamiento de las mentes: “No hay espacio psíquico para todos nosotros La ley de Malthus ha dejado de ser la de la excesiva procreación de los cuerpos y s e ha convertido en la de la excesiva mediocrización de las psiques.  Ya nadie muere en el campo de batalla o por falta de alimento: la muerte ocurre dentro del cerebro, dentro de la psique misma”.


Nadie sale incólume, ni  en el nivel   individual  ni en la escala nacional, después de ver u oír 70 por ciento de comerciales, 28 por ciento de mediocridades y tal vez sólo el 2 por ciento de calidad. Lo que sigue fue dicho por un exitoso novelista que dedicó muchos años de su vida al periodismo: “Lo medios de comunicación, la acumulación informativa, nos absorben, nos extraen el alma espiritual y el alma social…Estamos con un problema terrible en la actualidad: hemos llegado a un punto en que destruimos nuestra cultura a un rito superior que el que disponemos para crearla… Así que uno busca  modos de apartarse…Aprendí que los norteamericanos que viven aparte de los medios de comunicación viven, efectivamente, una vida interesante”


“Norman Mailer nació en una familia judía. Se crió en Brooklyn, Nueva York, y en 1939 comenzó sus estudios de ingeniería aeronáutica en la Universidad de Harvard. Allí empezaría a interesarse por la escritura y publicó su primer relato a los 18 años. Vivió sus últimos tiempos en Provincetown, Massachusetts. Habrá de morir a consecuencia de una insuficiencia renal.
Se casó seis veces; desde 1980, con Norris Church, y tuvo nueve hijos. En 1960, apuñaló, de forma menos grave, a su segunda mujer Adele Morales con un cortaplumas durante una fiesta.
Mailer fue reclutado para el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el sur del Océano Pacífico. En 1948, justo antes de entrar en la Sorbona en París, escribió la obra que le haría famoso en el mundo: The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos) basada en sus experiencias durante la guerra. Fue aclamada por muchos como una de las mejores novelas americanas tras la guerra y la Modern Library (sección de la editorial Random House) la calificaría como una de las 100 mejores novelas.
Durante los años siguientes, Mailer trabajó como guionista en Hollywood. La mayor parte de sus escritos fueron rechazados por muchas editoriales. Pero a mediados de los cincuenta, se hizo famoso como ensayista anti-sistema, siendo uno de los fundadores de The Village Voice (periódico neoyorkino semanal) en 1955. En artículos-reportaje como "The White Negro: Superficial Reflections on the Hipster" (1956) y "Advertisements for Myself" (1959), Mailer examinó la violencia, la histeria, el delito y la confusión en la sociedad estadounidense.
Buena parte de las obras de Mailer, como por ejemplo Armies of the Night, son de naturaleza política y fueron consumidas ávidamente por Jim Morrison una y otra vez para desencadenar lo que seria posteriormente su poesía y libros junto a The Doors. Mailer es también un reputado biógrafo. Las ha escrito de Marilyn Monroe, Pablo Picasso y Lee Harvey Oswald.
Se consolidó como periodista político con su cobertura de las Convenciones Nacionales de Republicanos y Demócratas en los años 1960, 1964, 1968, 1972, 1992 y 1996.
En 1967, fue arrestado, por poco tiempo, por su participación en manifestaciones anti-Vietnam. Dos años más tarde, aspiró, sin alcanzarla, a la alcadía de Nueva York coaligado con el columnista Jimmy Breslin (que aspiraba a la presidencia del City Council), teniendo en su agenda la secesión de la ciudad de Nueva York con el fin de llegar a ser el estado número 51”.Wikipedia

W. Stekel en La mujer frígida


Resumen:
La unidad amor-sexo es a lo que Stekel  se refiere en su libro.
Visto por separado es el amor que toca a las puertas del corazón, en busca de los valores esenciales, pero con disposición de entregar parte de su yo.
El sexo es la dualidad vaginismo-falismo que la diosa Afrodita Polimia está dispuesta a facilitarnos, en cualquier  vuelta de la esquina, con el único requisito de estar el solicitante dispuesto a incursionar en el solipsismo.



El amor es  la negación del yo, casi por completo, frente a la otra persona para que entre ambos hagan posible en advenimiento de un nuevo ser: “El amor, es verdad, es el deseo de sumisión completa, el deseo de ser absorbido por el otro, de sumergirse en él para formar un nuevo individuo después de haber  abandonado la propia identidad. El que ama deberá abandonar siempre una parte de su yo, de sus hábitos, de sus necesidades y de sus tendencias naturales”.

Esta intención muchas veces es barrida por las grandes olas que la vida suele levantar. Casi se necesita un milagro para que eso no suceda. En la mesa del juzgado civil los expedientes de solicitud de divorcio son más que los que solicitan casarse. Desde mucho antes había ya un divorcio emocional.

"Negociar" es el lenguaje sindical y político. Los "yo" y los "ego" son del  terreno de Jung. Pero la dialéctica se emplea desde los Presocráticos. Dialogar, ceder algo o mucho ambas partes.

 Los expedientes en conflicto no atendieron el lenguaje de los tiempos. En la práctica sindical se encontró el recurso de “negociación” y su lema, no escrito, es: “Más vale un mal arreglo que una declaración de guerra”.

 Negociar es ceder exigencias de ambas partes. En cuestiones  de amor y sexo lo que se cede es su yo. En contrapartida de su ego que lo  quiere todo para sí a costa de la negación de la otra persona. Lo más peligros para la humanidad no es la amenaza nuclear sino el analfabetismo emocional de las parejas. Despojado el ser amado de su divinidad significa el comienzo de su depreciación y el final del amor.

La amenaza nuclear es un juego de niños, frente a la destrucción real, de cuando los narcisismos entran en combate.

Los amantes ahora son contendientes para imponerse frente al otro. Esta lucha puede convertirse en una o varias patologías como impotencia en el hombre o frigidez en la mujer. Dispaurenia llama Stekel a ese recurso  de la mujer de decir no utilizado como arma en la lucha de los sexos.

 De este combate de los sexos el individuo sale lastimado. Con frecuencia impedido para intentar de nuevo. Es cuando se encuentra susceptible de ser alcanzado por algún tipo de neurosis: “Vemos claramente que la Dispaurenia es una enfermedad social y que es un arma femenina en la lucha de los sexos. El problema de la Dispaurenia tiene contactos con el de la homosexualidad y el de todas las demás neurosis.”

Los pueblos refinados por la civilización, y puede pensarse en la ciencia, la cultura y la religión, están más impedidos. Los pueblos naturales son más prolíficos. Sus dos grandes recursos de saneamiento espiritual, para el creyente, y mental para el laico, son el confesionario y el sillín del psiquiatra.

 En ambos casos hay el riesgo de presencias con escaso nivel de probidad. Stekel observa que la psiquiatría es un campo minado tanto para el psiquiatra como para los que acuden a él en busca de alivio.

El libro La mujer frígida, una psicopatología de la vida amorosa de la mujer, apareció publicado en la primera mitad del siglo pasado (1926). Era el tiempo en que unos psicólogos creían que la cura del enfermo se alcanzaba dando rienda suelta a sus instintos. 

Otros psicólogos en cambio observaban que el libertino de todas maneras  seguía neurótico. “Ha reprimido la religión y la moral, pero si ustedes descifran el lenguaje  de sus sueños y de sus síntomas neuróticos, hallarán que sufre precisamente por la supresión del componente anagógico.”

Stekel se refiere al fenómeno o al recurso de la “trasferencia”. Buen método porque el enfermo trasfiere su enfermedad hacia el psiquiatra. Pero por eso mismo el enfermo no podía separarse ya de su psiquiatra. Los tratamientos eran prolongados. Y hubo psiquiatras que se aprovecharon de la situación para hacer de sus pacientes lo que se les veían en gana: “Estos últimos, desconociendo la psicosis oculta, hicieron del hombre normal un hombre casi loco”.

El sacerdote, que desde la antigüedad remota ha buscado el bienestar de sus semejantes hurgando en la conciencia de estos, cuenta con el recurso de remitir a Dios. El confesante trasfiere sus cosas al confesor y éste las trasfiere a Dios. El psiquiatra empero, es un laico que debe habérselas sólo con su ciencia ¡y con su humanidad!:

 “La mayoría de los psicoanalistas, debo confesarlo francamente, son ellos mismos neuróticos; se someten al psicoanálisis para ser curados y tratan a su vez de curar a los demás sin tener derecho a obrar como guías de la salud ajena. Uno de los más grandes  peligros del psicoanálisis es que es aplicado por hombres  poco equilibrados, que sufren tal vez ellos mismos, imponiéndose como amos de almas extrañas. El número de las personas practicantes del psicoanálisis que se han suicidado es espantoso. El psicoanálisis no es un método con el cual se pueda jugar”.

El pueblo mexica, desde épocas remotas anteriores a la conquista española, tenía el recurso de la confesión ante el sacerdote (vease a Fray Bernardino de Sahgún) que remitía a Tlazolteotl las faltas confesadas. Cuando el mundo occidental conoció la existencia y los atributos de esta diosa quedó horrorizado. Tlazolteotl es "la comedora de inmundicias".

 Era dificil imaginar una divididad que comiera escrementos. Debió pasar  el tiempo y profundizar en el estudio de esta diosa para entender que no es otra cosa sino lo mismo por lo que Jesucristo murió...

Al final del camino el psiquiatra, lo mismo que el sacerdote, va a desempeñarse según sea él mismo. Hay médicos extraordinarios en la perspectiva de ayudar contra los males que aquejan  a la humanidad, en contraste con otros colegas que son el negativo del molde. Lo mismo en la religión hay auténticos santos junto a demonios vestidos de frailes.

 En esta materia tan delicada Stekel cita lo que su maestro Motnagel tenía la costumbre de decir: “Sólo un hombre bueno puede ser un buen médico”. El hombre es como es, decía Schopenhauer siguiendo a Aristóteles, y sus  obras  se van a ver reflejadas en la edificación o  destrucción de los individuos que tratan. El equipo con que los dotó  la academia lo van a emplear de una u otra manera, según él es.

"No puedes escapar de lo que realmente eres" le dijo el coronel a John-Rambo III

Emerson, en sus Ensayos, anota que: "Un hombre bueno está siempre en unión con sus obras y constituye la figura central de la esfera posible." 

Máx Scheler dice que " la proposición de normas ideales como normas obligatorias es un acto que en sí mismo será bueno o malo,según la bondad esencial o maldad esencial de la persona que realiza ese acto...el valor positivo o negativo del contenido prototipico se determina según la esencia valiosa positiva o negativa de la persona que actúa de prototipo." (Ética, capítulo segundo)

Leibniz es de la misma opinión: " Todo depende de la aplicación o del mal uso de las cualidades que se poseea." (Nuevo tratado  sobre el entendimiento humano)

Pero Stekel no corre a la pareja del paraíso y ahora se las arreglan como puedan. No les revela sus enfermedades  y la abandona a su suerte. Despojado de su romanticismo el hombre o la mujer se encuentra sin brújula, y en medio de invisibles  gérmenes patógenos, producto de su analfabetismo emocional.

 Lo que hace en este libro Stekel  es advertir, como en un enigma, que el terreno está sobradamente minado pero que al final hay una respuesta. La mujer (o el hombre) que busca mucho lo hace porque no ha encontrado “su amor”. Ha encontrado muchos amores pero no “su amor específico”. 

El riesgo de la prolongada búsqueda del Príncipe  Azul o de su Blanca Nieves puede ser la frigidez  en la mujer o de la impotencia en el hombre. En cambio, “Donde el corazón y el cuerpo han encontrado su complemento, la lucha ha terminado”. 

En especial los hombres somos los que padecemos el complejo de Blanca Nieves. Preguntaba San Agustín ¿ y si la mujer preguntara por la pureza del hombre? 

Los matrimonios para siempre son los hombres que se casan con las virtudes y los defectos de su pareja, y viceversa.

 La halitosis no sólo está en la boca de los hombres. La descalcificación de los huesos (sobre todo de las rodillas)no es exclusivo de los hombres...Los cambios hormonales, por la edad, hace que cada año, tanto hombres como mujeres, nos parezcamos menos al galán encantador rompe corazones de los veinte años. Esa realidad también hay incluirla en el paquete de los matrimonios para siempre

Los matrimonios de repuesto, los  que siguen buscando a su Blanca Nieves, son los que se casan nada más con las virtudes de la pareja...

En la actualidad esta situación se ha facilitado por las leyes de algunos países al dar entrada al "matrimonio exprés".En él la decisión del divorcio es unilateral, no acordado por ambos componentes del matrimonio. De esta manera los hombres tenemos la puerta abierta para seguir buscando a nuestra Banca Nieves,   sin importar dejar atrás a madres solteras e hijos desprotegidos.

Stekel, al que luego seguirán zoólogos, pedagogos y sociólogos, termina  así su célebre obra: “El primer deber de los padres es la educación de los hijos para le felicidad y la independencia. Los hijos no son ni el juguete de los padres, ni la realización de su necesidad de vivir, ni sucursales de su ambición insatisfecha. Los hijos significan la obligación de formar seres dichosos…Al decir libres quiero decir seres interiormente libres, que no han de ser neuróticos.”

Al final Stekel también se suicidó, se casó en dos ocasiones y tuvo dos hijos.



"Nacido en Bujon, Bucovina, escribió un libro titulado Auto-erotism: A Psychiatric Study of Onanism and Neurosis (Autoerotismo: un estudio psiquiátrico sobre onanismo y neurosis), publicado por primera vez en inglés en 1950. También es meritorio por acuñar el término parafilia en sustitución de "perversión".[3] Stekel contrastó lo que él llamó "fetichismo normal" de intereses extremos, "Solo llegan a ser patológicos cuando han empujado todo el amor objetal a un segundo plano y ellos mismos se apropian de la función de un objeto de amor, por ejemplo, cuando un amante se satisface por la posesión de un zapato de mujer y considera a la mujer como secundaria o aún inquietante y superflua" (p. 3).[3]
Su autobiografía fue también publicada en 1950. Stekel falleció en Londres por suicidio. Estuvo casado en dos ocasiones y dejó dos hijos.[4] Su mujer Hilda Binder Stekel murió en 1969.[5]Analizó, entre otros, a los psicoanalistas Otto Gross y A. S. Neill.Es citado en El guardián entre el centeno de J. D. Salinger diciendo, "La marca del hombre inmaduro es que quiere morir noblemente por una causa, mientras que la marca del hombre maduro es que quiere vivir humildemente por una" (p.188). Esta cita es también utilizada en el anime Ghost in the Shell.
También se ha especulado que Stekel era el analista tras el cual Italo Svevo modeló al narrador en su famosa La conciencia de Zen.
•    Stekel W. (1911). Die Sprache des Traumes: Eine Darstellung der Symbolik und Deutung des Traumes in ihren Bezeihungen
•    — (1911). Sexual Root of Kleptomania. J. Am. Inst. Crim. L. & Criminology
•    — (1917). Nietzsche und Wagner, eine sexualpsychologische Studie zur Psychogenese des Freundschaftsgefühles und des Freundschaftsverrates
•    — (1922). Compulsion and Doubt (Zwang und Zweifel). Liveright
•    — (1922). The Homosexual Neuroses
•    — (1926). Frigidity in women Vol. II. Grove Press
•    —, Boltz O.H. (1927). Impotence in the Male: The Psychic Disorders of Sexual Function in the Male. Boni and Liveright
•    —, Van Teslaar J.S. (1929). Peculiarites of Behavior: Wandering Mania, Dipsomania, Cleptomania, Pyromania and Allied Impulsive Disorders. H. Liveright
•    — (1929). Sadism and Masochism: The Psychology of Hatred and Cruelty. Liveright
•    — (1943). The Interpretation of Dreams: New Developments and Technique. Liveright
•    —, Gutheil E. (1950). The Autobiography of Wilhelm Stekel. Liveright
•    —, Boltz O.H. (1950). Technique of Analytical Psychotherapy. Liveright
•    — (1961). Auto-erotism: a psychiatric study of masturbation and neurosis. Grove Press
•    —, Boltz O.H. (1999 reprint). Conditions of Nervous Anxiety and Their Treatment
•    — (2003 reprint). Bisexual Love. Fredonia" (Wikipedia)

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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