CHESTERTON Y STEKEL EN SUS PERCEPCIONES SOBRE LA MUJER


Chesterton: Ortodoxia
Stekel: La mujer frígida

 Chesterton piensa de las mujeres  en  reverso de la medalla que Aristófanes, Nietzsche Maugham y todos los famosos misóginos que conocemos en la literatura.

Coincide con Spranger en el sentido que la mujer es la primera y fundamental educadora de los hijos. Chesterton escribe: “Ahora que la sociedad se encuentra bastante alborotada con motivo de la sujeción de las mujeres, nadie dice cuanto  debe cada hombre a la tiranía  y a los privilegios de las mujeres por el sólo hecho de que dirigen la educación hasta  que la educación es fútil: porque el niño va aprender  a la 
escuela cuando ya es tarde para enseñarle nada.”G. K. Ch.
G.K.Chesterton

“Gilbert Keith Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.”

Chesterton no cree en la polvareda que en su tiempo se levantó en Europa tendiente a poner distancia de por medio en la relación hombre-mujer o más exactamente hijo-madre. Edipo fue una abstracción y recreación  de la cultura griega, no fue la generalidad de la cultura griega.

Chesterton nació en una sociedad que se distingue por colonizar territorios, por sus excelentes novelistas, inventar deportes y por la lucha de los derechos de la mujer.

En las sociedades culturizadas la madre jamás  deja de ser madre de su hijo y el hombre jamás deja de ser el hijo de su madre: “El amor maternal de la mujer  se conserva durante toda su vida”: Stekel.

Sólo el machismo y otras patologías por el estilo actúan en contrario. La lucha por los derechos de las mujeres no se encuentra precisamente asignándoles el uso que se le da a un kleenex. Chesterton tampoco se detiene a considerar el potencial altamente destructivo que posee la mujer  y al que se refieren Eurípides y Schopenhauer. 

Ramonear en ese aspecto es también buscar el demérito de sus especiales cualidades de creadoras-formadoras de la humanidad.
W. Stekel

“Wilhelm Stekel (n.18 de marzo de 1868 en Bujon, Bucovina - 25 de junio de 1940 en Londres, Reino Unido) fue un médico, psicólogo y psicoanalista austríaco. Nacido en Bujon, Bucovina, escribió un libro titulado Auto-erotism: A Psychiatric Study of Onanism and Neurosis (Autoerotismo: un estudio psiquiátrico sobre onanismo y neurosis), publicado por primera vez en inglés en 1950. También es meritorio por acuñar el término parafilia en sustitución de "perversión".

Contra los  que se fabrican tenebrosidades respecto del sexo, Chesterton dice enfáticamente que se trata de puras telarañas inventadas por miedo o por modus vivendi: “Cada hombre se ha feminizado simplemente por haber nacido. Hablan de la mujer varonil: pero cada hombre es un hombre femenil. Y si alguna vez los hombres caminaran hasta Westminster para protestar contra el privilegio de las mujeres, yo no me  uniría  a su procesión.”

Finalmente Chesterton dice por qué no hay que   depreciar a la figura de la madre al trasladarla al terreno religioso del cristianismo. Pero no sólo de la Iglesia de Cristo sino aun de las mujeres en el paganismo: “Los griegos sintieron la virginidad cuando esculpieron a Artemisa, los romanos cuando vistieron a las vestales.”

Y es cuando dice: “Así, desde que acepté a la Cristiandad por madre…”

Por esa época  W. Stekel, psiquiatra alemán del primer tercio del siglo veinte, advertía, para los que gustan de decir verdades sospechosas en cuanto al amor: “Despojar al ser amado de su divinidad, desgraciadamente, significa por lo general  el comienzo de su depreciación y el fin del amor.”



















RATABLOS, TESTIMONIO DE MILAGROS EN LA BASILICA DE GUADALUPE, MÉXICO


“El milagro sólo es visto para los ojos de la fe…La fe en los milagros ella misma ya es un milagro…Creer en los milagros  es porque también se cree  en un curso regular de la naturaleza.” J. Wahl.

En la  Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, norte de la ciudad de México, hay mil retablos, o ex votos, y cada uno de ellos es  testimonio de que en la  vida del donante  sucedió un milagro. La cifra de “mil” es en sentido bíblico para decir una cantidad inmensurable.

Habla del peligro de muerte en el que se vieron varias  personas al encontrarse en poder  de los dragones (militares de la época), el 18 de septiembre de 1832.Invocaron a la Virgen de Guadalupe “y en muestra de agradecimiento dono el precente (sic) retablito.”

Se trata de  pinturas en un formato  tamaño carta o menos. Fueron pintadas ya por la misma persona que da el testimonio  o bien por algún pintor    profesional, que cumplía un encargo, al estilo del escritorio público que redacta algún escrito también  por encargo.

“El exvoto es la constancia agradecida por el milagro e ilustra la escena con tal plasticidad que el texto, en el que se redondea la explicación y se patenta con el nombre del favorecido, es secundario. En su expresión plástica tiene la ingenuidad nata de lo profundamente popular; carece de proporción y con frecuencia representa al gigantesco actor rodeado de liliputienses, ya que lo importante es magnificar la noticia del bien recibido.”

Estos retablos son testimonios, testigos, de un estado de ánimo muy especial de una persona,  al margen de lo que  el mundo piense al respecto de los milagros.

La explicación es ya ilegible y  parece que la escena es un naufragio cerca de San Juan de Ulúa, Puerto de Veracruz. No se distingue la fecha. La imagen de la Virgen de Guadalupe da el carácter de milagro a la acción que tiene lugar en el mar.

Lo mismo que alguien cree nada más en los átomos, como lo hacía Demócrito hace veinticinco siglos. Un ex voto  es como una síntesis del conocimiento objetivo y del conocimiento subjetivo, de la razón práctica y de  la razón vital.

Una escena de riesgo mortal, al parecer por los personajes cadavéricos, posibles depredadores, y salvado por la presencia de la  Virgen, en este caso, de San Juan de los Lagos..

 Chesterton, que sí creía en los milagros, dice al respecto en su obra Ortodoxia: “Si un hombre no puede creer en los milagros, es asunto concluido, no es particularmente liberal, pero es perfectamente  honorable y lógico, que son cualidades muy superiores…Mi creencia de que en la historia humana han sucedido milagros no es  en absoluto  una creencia mística; creo en ellos por una evidencia humana, como creo en el descubrimiento de América.”

Los tres edificios de la Basílica de Guadalupe. El de la izquierda es el moderno y los de la derecha los antiguos que empezaron a albergar los exvotos.

Jean Wahl, en Introducción a la filosofía, escribe: “Hay el Dios que se revela en los milagros, el Dios de James, dé los supernaturalistas, de Pascal y de Kierkegaard. Según Pascal y Kierkegaard, es la fe en los milagros ella misma  un milagro, de suerte que las creencias supernaturalistas de ambos entrañan una teoría de la gracia de Dios.”

Este es el campus de la cultura occidental, vale decir, europea, grecocristiana, donde se dan los testimonios del milagro plasmados en pequeña y modestas pinturas.












G. K. CHESTERTON Y EL CRISTIANISMO



ORTODOXIA
G.K. Chesterton
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos…Núm.490, año2007


Agnóstico, ateo y pesimista, Chesterton conoce “desde dentro” al menos cien adjetivos nada favorables adjudicados al Cristianismo, en particular al catolicismo.

En su obra Ortodoxia se refiere a algunos de estos adjetivos. Y termina preguntándose por qué una institución tan deteriorada sigue viva después de dos mil años de haberse fundado. Medita que  no hay en el mundo occidental algo que, de manera abierta,  a la vista de todos, permanezca sobre todas las hecatombes que en el mundo han visto desaparecer reinos y aparecer otros para vuelta a hundirse.

Sobre la Iglesia Católica dirá: “No existe ninguna otra institución estable e inteligente que haya meditado sobre el sentido de la vida durante dos mil años.”

Pero él era un agnóstico. Se metió de lleno y de tiempo completo a estudiar la Biblia y la historia del Cristianismo. Encontró que es  una Iglesia que tiene abierta sus puertas las 24 horas del día y por ella entran mayormente gente pacífica y feliz, pero también  atormentados, santos anónimos, asesinos, profesionales del sexo en busca de oxigeno para aliviar su espíritu, rateros para robar sus cáliz, que creen son de oro,  sus valiosas  pinturas de temas religiosos, y hasta bombistas para dinamitar sus altares. Y que sus mismos sacerdotes no están exentos de errores. Que se le ha atacado abiertamente desde fuera y subrepticiamente desde dentro. Y que ella  sigue.

       Por eso sobre la Iglesia Católica dijo: "No existe ninguna otra institución estable e inteligente que haya meditado sobre el sentido de la vida durante dos mil años. Su experiencia abarca casi todas las experiencias, y en particular casi todos los errores. El resultado es un plano en el que están claramente señalados los callejones sin salida y los caminos equivocados, esos caminos que el mejor testimonio posible ha demostrado que no valen la pena, el testimonio de aquellos que los han recorrido antes (...). Además, la Iglesia defiende dogmáticamente a la humanidad de sus peores enemigos, esos monstruos horribles, devoradores y viejos que son los antiguos errores".


Esto llamaba mucho la atención de Chesterton desde muy joven. Dice de él mismo: “Era un pagano a los 12 años y un agnóstico completo a los 16; y no pude comprender que alguien pasara de los 17, sin hacerse la sencilla pregunta que yo me hice.” Y fue por qué algo así ha durado dos mil años

Como periodista y hombre de letras Chesterton sabía que algo que no significa en la vida de la sociedad  no se le comenta. Se deja pasar. Pero a algo que de manera persistente se le señala algo o mucho tiene, para bien o para mal.

Escribe en Ortodoxia: “El Cristianismo no sólo poseía  los más infamados  defectos, sino que, aparentemente, tenía un místico talento para combinar entre sí defectos que parecían incombinables. Se le atacaba de todas partes  y por razones todas contradictorias.”

“No bien un racionalista  terminaba  de llamar “pesadilla” al Cristianismo, otro comenzaba a  llamarle paraíso de locos.”

“Ahora encontraba que si debía odiar al cristianismo no había de ser porque luchaba poco sino porque luchaba mucho.”

“Los mismos que reprochaban al Cristianismo  la mansedumbre y la pasividad de los monasterios, eran los que ahora le reprochaban la violencia y el valor de las Cruzadas.”

“Swinburne se irritaba por la infelicidad de los cristianos  y se irritaba aun más por su felicidad.”

Chesterton se refiere a esa presión que la laicidad ejerce de manera permanente contra la Iglesia con las voces que se “modernice”, el sacerdocio para la mujer, el celibato para sus sacerdotes, el matrimonio del mismo sexo, etc.

De alguna manera dice que la laicidad debería estar presionando a los partidos políticos para que aprueben las reformas estructurales que sacarán al pueblo de la inopia. Pero sus  cañones la laicidad los dirige contra la metafísica no contra la filosofía. Contra la razón vital, no contra la razón práctica.

Será tal vez porque cuando a la Iglesia la golpean, pone la otra mejilla. Cuando a los partidos políticos los golpean responden con la policía y el ejército. Lo cual en algunos países tampoco está nada fuera de la constitución.

Exigir que la Iglesia se “modernice” es como si la patronal exigiera que el sindicato quite de su estatuto el voto individual, universal y secreto, para decidir sobre sus asuntos internos que sólo al sindicato concierne.

Como el verdadero sindicato progresista, de lucha y autónomo, no acepta, es que la patronal  forma un  sindicato para los trabajadores, muy a doc para los intereses de la patronal. Es lo que en el argot sindical se llama  “Contrato de protección para el patrón”. Ya  hay un  sindicato “moderno”pero entonces este sindicato ya es otro sindicato, no es aquel progresista, de lucha y autónomo.

Por eso Chesterton escribe, ante las voces que la Iglesia se “modernice”: “En ciertas cosas, la Iglesia no puede  desviarse ni el espesor de un pelo, si es que debe seguir su grande y osado experimento del equilibrio irregular. Conque una  vez sola  debilitara una idea, otra idea frente a ella se volvería demasiado fuerte.”

 Chesterton  escribió esto  en su obra Ortodoxia, cuando todavía era agnóstico, ateo y pesimista, casi tres lustros antes de solicitar se le aceptara en el seno de la Iglesia.

Y, cuando ya católico, se le preguntaba por qué  creía en el cristianismo, decía: “Creo en él racionalmente, obligado por la evidencia.”

 
Chesterton

Gilbert Keith Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.








Antes que la noche acabe