PARA ENTENDER A TEOTIHUACÁN





  

Occidente encontrará cierta semejanza con el mito del nacimiento del Quinto Sol teotihuacano ( de remotos tiempos precristianos de América) con lo que en el siglo tres  Plotino escribió del nacimiento del tiempo, de cómo  lo sensible(causal, temporal), nació de lo inteligible, de la quietud metafísica.

Para nuestro caso amerindio, como veremos en seguida,  el mito metafísico daría lugar a la concepción y elaboración de lo que se conoce como Calendario Azteca (su concepción data de tiempos remotos pero su escultura es de la civilización azteca).Este Calendario que, entre otras cosas, mide el tiempo.

Recuérdese que el mismo Plotino confiesa ( en su Libro Séptimo, de su Tercera Eneada)que para su siglo ya mucho se había escrito, en el mundo filosófico antiguo griego, sobre si el tiempo mide el movimiento o el movimiento mide el tiempo. Dualidad sobre la que está estructurado el Calendario Azteca para darle sustentabilidad, sensible, a Tezcatlipoca, suprema deidad azteca.

Permanencia, fenómeno, espacio y tiempo, son conceptos que vemos al recorrer sus calzadas y pirámides.

El pensamiento teotihuacano vive en la esencia y en la realidad. La evolución espiritual de este pueblo, de esta civilización, está plasmada en los límites finitos de su arquitectura y en su religión.

En Teotihuacán la magia precedía y urgía al conocimiento científico,  astronomía, arquitectura, etc.

Sus valores utilitaristas, y su bienestar vital, son una muestra del pensamiento indígena cuyos signos, glifos, encontramos en tierras tan distantes como los hohokam del noroeste de Sonora, México, y suroeste de Arizona, Estados Unidos.
Dibujo de la etnia hohokam
El olín ocupa el centro del dibujo

De la Ciudad de México se viaja en autobús a la zona de Teotihuacán saliendo de la “Terminal del Norte”( línea 5 del “Metro”) o en vehículo por la carretera 132. Aproximadamente a 45 kilómetros de distancia del centro de la Ciudad de México. Está situada en la altitud de 2300 m. s. n. m. ,dentro del Valle de México.

Teotihuacán empezó a construirse alrededor del inicio de la era cristiana. Las primeras grandes construcciones   proceden de esa época, como muestran las excavaciones en la Pirámide de la Luna.

 El apogeo de la ciudad tuvo lugar durante el Periodo Clásico (ss. III-VII d. C.). En esa etapa, la ciudad fue un importante núcleo comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km2, con una población de 100 mil a 200 mil habitantes.

 La influencia de Teotihuacán se dejó sentir por todos los rumbos de Mesoamérica, como muestran los descubrimientos en ciudades mayas comoTikal y Monte Albán en Oaxaca, entre otros sitios que tuvieron una importante relación con los teotihuacanos.

“La calzada de los Muertos o Miccaohtli constituye el eje norte-sur de la ciudad de Teotihuacán. Actualmente tiene una longitud de aproximadamente dos kilómetros, aunque las investigaciones de Millon en la ciudad dan cuenta de que pudo alcanzar los tres kilómetros. Este eje comienza en la plaza de la Luna, recinto arquitectónico que se localiza frente a la pirámide de la Luna, y se prolonga hacia el sur a La Ciudadela, un conjunto arquitectónico situado en las inmediaciones del cauce del río San Juan.

 La anchura de esta gran vía es de 40 metros y su eje está desviado ligeramente hacia el noreste, 15º 30’ respecto al norte geográfico…A lo largo de la calle se encuentran los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de altura. Allí están, además de las dos grandes pirámides, la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa),”

Lo que llamamos Calzada de los Muertos, con orientación norte-sur, es lo metafísico, lo permanente, lo que está fuera del tiempo y del espacio.

En derredor de ella tiene lugar un eterno movimiento solar, mítico. Es el movimiento y lo permanente.
Lo permanente y el movimiento
Del libro Indios americanos
de Oliver La Farge


Parece una contradicción que, tratándose de valores metafísicos, se hable de fenómenos que se suceden dentro de una misma permanencia. Es la manera que encontraron los teotihuacanos de representar lo impresentable.

Tezcatlipoca, como luego lo llamarían toltecas y aztecas, el dios más grande de los dioses, el Sol, en Teotihuacán es un “espacio vacío”, en torno del cual gira el movimiento circular.

La arquitectura teotihuacana  proyecta su influencia en lugares tan lejanos (muy lejanos si consideramos que los más de mil kilómetros de distancia era necesario recorrerlos a pie, literalmente, pues se carecía de animales de montar,) como Mayapan.

El desarrollo del sentimiento interior los teotihuacanos lo dejaron plasmado en las deslumbrantes construcciones que hicieron:

 “Todo aumento del conocimiento empírico y todo progreso de la percepción no es más que una ampliación de la determinación del sentido interno, es decir, un progreso en el tiempo, sean los objetos que sean fenómenos o intuiciones puras.”(Kant, Critica de la razón pura, Segundo capítulo,Tercera Analogía,de la segunda edición: 1787).

Pero su logro mayor fue en el terreno de las ideas. Pudieron representar la idealidad y la realidad en una sola figura. Y con eso lograron lo que la cultura occidental conoce como lo permanente y el devenir. Movimiento (olin) y Ser (la “cosa en sí”) nombrado éste como Tloque Nahuaque Ipalnemoani (por quien todo es y existe).

Si lo que se dice que existe, no se representa, es que no existe:

"Si ponemos como real un mundo concreto y único, sería absurdo( más no “contradictorio”) no poner simultáneamente la idea de un espíritu concreto.” (Max Scheler, Ética.)

Varias etnias del sur de Estados Unidos como los arapahos oran, mediante la ejecución de un baile, con pasos cortos, hacia los lados, en derredor de la hoguera sagrada que llaman la “Danza del espíritu”.
 
Danza-oración de los arapahos
Tomado  del libro de La Farge
En Teotihuacán los dioses ya existían pues son, como en la cultura occidental “por sí” o “en sí”.

 Pero la creación estaba estática, no se movía y además sumida en la oscuridad. Iluminarla, y moverla, fue la obra de los dioses teotihuacanos.


 En otros lugares pudieron nacer los hombres, como dice el Popol Vuh, el gran libro de los mayas, pero en Teotihuacán los dioses se auto relanzaron. Así como en el Popol Vuh los hombres son creación directa de los dioses de Mayapan, en Teotihuacán los dioses encontraron la plenitud en su propia obra al autoincinerarse.

Pirámide del  (Nanahuatzin)Sol

 Lo imperecedero en la cultura indoamericana son los dioses pero no el mundo o humanidad. Aquí va de acuerdo a la mecánica del cosmos. Todo aparece y todo vuelve a desaparecer para otra vez volver a empezar, según convenga a los dioses.


 Ahora ya cuatro veces ha desaparecido la humanidad y está por empezar la quinta. La cultura indoamericana tiene, en rasgos generales, los mismos elementos lógicos y religiosos que la cultura occidental.Intuición y percepción. 

Tepantitla, la conservación  del yo después de esta muerte.Se destaca en los personajes la presencia de la vírgula voz, expresión de individualidad.

"Los espíritus sabrán siempre lo que son. De otra manera no serían susceptibles de premio o castigo"-Leibniz

Empezando porque hay vida después de esta vida y, no sólo eso,”allá” se sigue conservando el mismo yo que “aquí”. Luego de fallecido el humano se agrega a la cauda solar pero no se funde en ella, no desaparece su yo. La prueba de lo anterior es Tepantitla, en el área noreste de la zona de Teotihuacán. El lugar conserva un fragmento de pintura de esos yos después de muertos. Juegan, ríen, lloran. Es la representación del paraíso indio, llamado Tlalocan.


"En virtud de un acto de voluntad potenciado,más allá del individuo,nuestro ser es imperecedero y volveremos a encontrarnos en un lugar mejor:"(Schopenhauer,Parerga y Paralipómena) 

 El Ser, el humano, el devenir, la dialéctica, el altruismo hasta el sacrificio del ego por el bienestar de la humanidad, la cobardía, el heroísmo, el geocentrismo, el teocentrismo, el antropocentrismo, la ofrenda sicotrópica, la sexualidad, la realidad, la materialidad, la razón vital, la poesía, conciencia de la vida, 
Tezcatlipoca-Nanahuatzin

conciencia de la muerte, la trascendencia metafísica, la duda si la verdadera existencia es esta o sólo estamos en el sueño de la verdadera.


 Así puede resumirse la creación del Quinto Sol, que es en el que los mexicanos estamos desde la asamblea de los dioses en Teotihuacán.


Fue el momento que los dioses teotihuacanos dieron "luz verde" a la anterioridad,  a la posteridad, para provocar el movimiento desde el reposo, desde la inmutabilidad. Fue cuando en el presente terminaba el antes y empezaba el después. Todo  empezó a moverse.

Lo que sigue es el mito teotihuacano (como todos lo conocemos pero que no todos entendemos),del Quinto Sol.

Para mejor comprensión habrá que distinguir en él lo que en la filosofía occidental (Aristóteles, Plotino, Kant, Max Scheler) consideraron de estas cuatro cosas: esencia, espacio, tiempo y movimiento. Son también  la substancia del mito del Quinto Sol.

 Todo empezó en la oscuridad reinante. En el lugar que tiene como referencia la peña teotexcalli, localizada en el centro del Valle de México, en la cumbre de un cerro,en el oeste directo de la cara oeste de la pirámide del Sol. Que después alguien dijo que se llamaba San Juan, a dos kilómetros al sureste de la peña. Ahí se reunieron los dioses.


Una traducción de la serie de palabras teotexcalli sería: la casa del dios texcatlipoca. En la cumbre de este cerro se encuentran, muy dispersadas ya, las rocas que debieron formar un momoztli o adoratorio de montaña


 La asamblea de los inmortales designó a dos de ellos para que iluminaran el mundo, hasta entonces en tinieblas. Hay, a tres kilómetros de ahí, dos grandes pirámides. Tienen dos mil años de antigüedad, que es lo que les asigna la arqueología.


 Cuando se dice de esta manera se entiende que de pronto, hace dos mil años, se les ocurrió la idea de las pirámides y se pusieron a hacer dichas construcciones. Pero tanto en Teotihuacán, como todo sitio arqueológico de México, Mayapan, Perú y el planeta entero, esas construcciones son la realización de una idea. Nadie sabe cuántos miles de años se necesitaron para idear, esa concepción, se concibiera y madurara. Todo arquitecto sabe que la edificación de una casa es la realización de una concepción mental que fue concibiéndose paulatinamente, mucho antes de trazar las líneas en el restirador (ahora en la computadora), para después empezar a trazar líneas sobre el terreno y pegar piedras y a estas finalmente cubrirlas de estuco. 


Teotihuacán,su arquitectura y  planeación, fue diseñada para la espiritualidad. Cualquiera que pise su tierra siente ese efecto. Es la ciudad de Tazcatlipoca, el Sol, y del agua,Tlaloc.Y, sin salir del área, está la representación del Paraiso, (Tepantitla y,del submundo, el oscuro Mictlán, según los profundos túneles bajo las piramides del Sol y la de Quetzalcoatl, en la Ciudadela, que han descubierto recientemente los arqueólogos.


Un mexicano de procedencia extranjera (con otros mitos de origen), caminando por sus calzadas podría hacer la analogía con las pirámides de Egipto,el Foro Romano, Machu Pichu, la Muralla China, Ciudad de Petra,etc.


Un mexicano,aunque sólo le quede una gota de sangre mexicana,sabe, siente, que en todo el universo es el sitio donde podría vivir feliz toda la eternidad.


 Trabajos de antropología, empezando por Paul Rivet (Los orígenes del hombre americano) y Eduardo Gamboa Carrera (El México desconocido cien años después) se mencionan vestigios (puntas clavis) de un horizonte paleo indio de pueden ir de los 11,500 años antes de Cristo hasta los 30,000 años.


 Se sabe con certeza cuándo empezó a construirse Teotihuacán (dos mil años) pero no cuando empezó su concepción mental.

Piramide de (Tecuciztecatl)la Luna

 Los dioses señalaron a Tecuciztecatl para que se arrojara a la hoguera y de esa manera quedara convertido en el Sol que iluminaría a la humanidad. Era un dios rico y un tanto pagado de sí mismo. Cuatro veces hizo el intento de arrojarse a la hoguera y no pudo. Sólo cuatro veces podía intentarlo, habían dispuesto los dioses. 


Así, con la actitud de Tecuciztecatl, se enseñaba  a los niños teotihuacanos que mucho apego a las cosas materiales dificulta el ascenso hacia los valores vitales.


 En seguida señalaron a Nanahuatzin para que se arrojara a la lumbre. Era un dios pobre y muy enfermo, lleno de ulceras.


 Los psicólogos de ahora dirían con una muy baja estima de sí mismo. Esa negación de su ego la rebasaba, y con mucho, con un potencial enorme de vitalidad al servicio de los demás. Agradecido por la oportunidad, y sin dudarlo siquiera, cerrando los ojos, se arrojó a la gran hoguera. 


 Cuando se hubo consumido entre las llamas apareció en el cielo un gran resplandor rojo que se elevó y así pasó a iluminar a toda la humanidad. Nacía el Quinto Sol.


 Xipe Totec, fue uno de los dioses que apoyaron la idea que fuera Nanahuatzin el que se arrojara. El Sol, el Quinto Sol, es Tezcatlipoca, Tezcatlipoca Rojo, el más grande de los dioses. Así es como Xipe Totec, Nanahuatzin, Tezcatlipoca y el Quinto Sol, viene siendo, los cuatro, uno mismo.


 Cómo un dios se auto sacrifica para salvar a la humanidad no es, por cierto, nada desconocido para el cristianismo.


 Cuatro es el número totémico que no debe rebasarse. Esto habla a un contexto sociológico. Es una idea que sugiere el límite hasta dónde llega lo sensato. Después de eso está la locura, el caos y el fin. La droga ritualizada, peyote, hongos y la bebida sagrada embriagante llamada pulque, se consumía en las fiestas de la divinidad del mes bajo estricto ritual. Traspuesta esa frontera de precaución, con el simbólico número cuatro, para nada bueno servía, ni como individuo ni como guerrero, y presa ya de vesanismo irracional, dañino para la comunidad, era muerto a palos o ahorcado.


En el México precristiano no había cárceles que albergaran presos de larga duración.Consumirían recursos,como víveres.ropa,etc. que necesitaba la población activa. La reclusión era temporal,después de eso se les dejaba libres, eran muertos a palos o se les sacrificaba a los dioses. 


 Tecuciztecatl, al ver que Nanahuatzin se había arrojado él hizo lo propio y también pereció entre las brasas. Y otro Sol se elevó en los cielos iluminando a los humanos. Pero entonces tenían igual fuerza de iluminar. Uno de los dioses agarró un conejo y lo estrelló contra el Sol Tecuciztecatl, que es lo que se conoce como la Luna. Dos soles que ilumina pero uno menos que otro.


 Por eso a la Luna se le conoce como Sol Nocturno,el Tezcatlipoca Negro. En eterna derrota y eterna victoria con el Tezcatlipoca Rojo. Entre ambos hacen el Olin,el devenir,el movimiento, de la historia en los cielos y en la tierra.


 Salieron los soles por el oriente uno detrás del otro. Pero ahí estaban, quietos, sin moverse. Entonces otro dios en Teotihuacán, llamado Quetzalcóatl (el equivalente al Espíritu Santo en el cristianismo), en su advocación de Ehecatl, dios del Viento, sopló tan fuerte que los soles empezaron a moverse, como lo hacen hasta el día de hoy. Así empezó el movimiento, lo que los occidentales llaman devenir.


 La idea pues, de los dioses teotihuacanos, es que se acabe la oscuridad para los humanos. Krickeberg empieza así su relato, de los dioses que se convirtieron en el Sol y la Luna:” Decían que antes que hubiese día en el mundo se juntaron los dioses en aquel lugar que se llama Teotihuacán. Dijeron los unos a los otros: “¿Quién tendrá cargo de alumbrar al mundo.” Y señalaron a Tecuciztecatl y a Nanahuatzin. Ambos tienen erigidas en su nombre grandes pirámides, la de la Luna y la del Sol."


 En cuanto a Quetzalcóatl, el autor del Olin, que así se dice al movimiento, al devenir, tiene todo un conjunto arquitectónico en el sureste, dentro de la zona arqueológica. 


 Una impresión de Krickeberg respecto de Teotihuacán: “El autor de “Las Antiguas Culturas de México”, el alemán Walter Krickberg, señaló: “Es difícil no recurrir a los superlativos al describir Teotihuacán: Casi se imponen”. No le faltaba razón: Sin lugar a dudas, el sitio arqueológico de Teotihuacán (patrimonio cultural de la humanidad) destaca muy significativamente en una país tapizado de valiosos tesoros arqueológicos. Teotihuacán incluye 3214 hectáreas de área arqueológica (mayor que la Roma Clásica, según los enterados), 600 pirámides de distintos tipos, y dos mil complejos habitaciones, sólo para empezar.”


En Teotihuacán vive la permanencia (la “cosa en sí) fuera  del tiempo. Pero lo intemporal que se manifiesta por la alteración, sin dejar de ser intemporal. La vida vital y la vida fenomenológica. O, como diríamos coloquialmente, en Teotihuacán está representada la vida (Tlaloc) y la muerte (Mictlantecutli) porque en realidad no hay muerte, sólo alteraciones de la vida eterna:

“Todo cambio (sucesión) de los fenómenos es sólo alteración; pues nacer o morir  la sustancia, no son alteraciones de la misma, ya que el concepto de alteración supone que uno y el mismo sujeto, con dos opuestas determinaciones, existe y, por tanto, permanece.”(Kant).

El discurrir del pensamiento teotihuacano,que es lo mismo para lo que se ha señalado como Indoamérica (Aridoamérica) tanto precristiana como ya cristiana (pero viviendo en la etnia ancestral), en lo que comprende lo permanente y lo contingente,encontramos una aproximación en el  pensamiento de Kant, para el modo de la cultura occidental.

De lo permanente: "Necesitamos una intuición en el espacio( la materia),porque sólo el espacio  es determinado permanentemente,mientras que el tiempo y,por lo tanto,todo lo que hay en el sentido interior,fluye sin cesar."

 Del movimiento: "parar exponer el cambio como la intuición que corresponde al concepto de causalidad,debemos tomar como ejemplo el movimiento, como cambio en el espacio,y sólo así podemos hacernos intuibles los cambios, cuya posibilidad no puede concebir un entendimiento puro."














SÉNECA BUSCA EL SENTIDO DE LA VIDA


Sobre la felicidad
Séneca

Hay hiperactividad en la ciudad industrial. Con el alba las calles se llenan de gente que va presurosa y sólo hasta la media noche todo vuelve a quedar despejado. Ya en la imperial Roma era lo mismo.

Séneca se pregunta si eso es vivir o sólo sobrevivir y dónde quedaría el supervivir. Llevada al extremo la pregunta es el contraste entre un hombre que medita y nuestro paradigmático hombre de negocios que no para de corre desde las seis de la mañana hasta que se desploma en su cama a las once de la noche. Pero ha tenido tanta hiperactividad que necesitará algún fármaco para poder dormir.

 ¿A la ciudad industrial se le puede llamar ciudad moderna?   ¿Por otro lado ¿en la gran ciudad todavía hay gente que  medite, lea, escriba poemas  vague por las calles por el sólo placer de caminar, y esas cosas que más parecen propias de la Edad Media?

“Ninguna otra ciencia es más difícil que la que se ocupa de la vida”, dice Séneca. Séneca, para los que no lo saben, es de la misma línea genética de aquel  que andando el tiempo escribiría Don Quijote de la Mancha.

¿Pero ocuparse de la vida tiene el mismo significado para un dinámico hombre de negocios que para el que busca el sentido de la vida? Séneca reflexiona si un hombre demasiado ocupado puede cultivar la elocuencia y las artes liberales. Cree que poco puede asimilarse con profundidad. Puede recordar mediante la mnemotecnia pero distinto es elaborar en las regiones del espíritu.

Vivir, moverse, no permanecer estático, alejarse del quietismo, es lo que los filósofos llaman devenir. Y enseguida ellos mismos se preguntan ¿devenir hacia dónde, moverse en qué dirección? Porque las hormigas siempre se mueven. Séneca señala una especie de antinomia que  es necesario moverse hacia el no- moverse.

Nos dice de esta manera que hay dos clases de metas en la vida y son la utilitaria y la de rasgos vitales. La que deja de mirar hacia el exterior para concentrarse en su interior, en su yo (conciencia y cognición). No en su ego (individualismo que puede llegar hasta el solipsismo), sino en su yo.

Eso  lo dijo Séneca hace veinte siglos, en el contexto de una vida que se nos antoja muy pegada a la naturaleza. Cuando no había aviones ni teléfonos moviles ni televisión y la población mundial era de cinco mil millones de individuos menos que ahora.

Pero parece que estuviera escribiendo en el siglo veintiuno, al observar a la gente en cualquier estación del “metro”, salir y entrar precipitadamente por cientos y miles cada minuto. En un afán de trabajo para lograr la sobrevivencia de ese día para él y para los suyos. Así se trate de un obrero por el siempre miserable sueldo mínimo (si tiene la suerte de estar empleado) que de un adinerado que va presuroso tras el consumismo. Ni uno ni el otro tiene tiempo para la poesía. Ni leerla ni escribirla ni vivirla.
Séneca

Y es ahí donde reflexiona y busca la raya que separa lo necesario vital de lo necesario elemental de lo “necesario del absurdo”. ¿Se mueve en dirección de su yo o de su ego? Dice:

“Escarba en la vida de todos estos: fíjate en las horas que pierden haciendo cálculos, en intrigas, en inquietudes; cuenta los días que pasan  haciendo homenajes o recibiéndolos, asistiendo a convites de una manera tan asidua  que parece como si estos constituyeran ya su propio oficio; observa cuánto les ocupan sus propios compromisos y los ajenos: comprenderás entonces que los asuntos en que andan metidos, sean buenos o malos, no les dejan tiempo ni para respirar.”








CHESTERTON, PARA ENTENDER A SAN FRANCISCO DE ASIS


San Francisco de Asís
G. K. Chesterton
Editorial Juventud, S. A. Barcelona,
Traducción del inglés por M. Manent
Barcelona 7 de abril de 1925

San Francisco fue una consecuencia lógica de la historia de Europa de ese tiempo. Pero como se desconoce mucho de la esa historia, se toma al santo como una cosa extraordinaria, tan extraordinaria que llega a no creerse mucho de su pensamiento.
San Francisco es tan atrayente, y a la vez tan inaceptable, para los pensadores racionalistas, como en su momento lo fue para la alta jerarquía católica.

Esto es así porque se quiere conocer a San Francisco sin conocer la historia que precedió a San Francisco. Como querer comprender una obra de teatro, pone como ejemplo Chesterton, cuando se llega al teatro, al caer el telón, sin haber asistido al desarrollo de la obra.

Chesterton se refiere a la mayor  parte de la historia moderna para describir el contexto intelectual y social en el que vivió San Francisco. Historia que parece una nota periodística, dice, que relata el final del asunto sin mencionar el principio. Con lo que el espectador conoce el beso que se da la pareja, al final  de la película, sin conocer  la trama ni a los a los personajes:

“Esto resulta muy excitante; tanto como el último acto de una obra para quien llegó al teatro  un momento antes de caer el telón. Pero no conduce precisamente a saber de qué se trata. Esta cómoda manera  de presenciar el drama pude recomendarse a los que se satisfacen con sólo  presenciar el pistoletazo o el beso apasionado.”

Así para con los individuos  que leen un episodio de la Historia sin tener  noticias del episodio precedente: “Hombres para quienes la razón empieza  con el Renacimiento, hombres para quienes la religión empieza con la Reforma, no pueden dar un informe  completo sobre nada, pues han de tomar por base  instituciones cuyo origen no pueden explicar, y por lo común, ni imaginar siquiera.” Y es cuando se dan las deformaciones de la historia. Inocentes o deliberadas.

Como en el terreno de la filosofía los seguidores laicos del verdadero Kant, toparon con obstáculos  en el método de Kant,  que prefirieron  hacer su propio  kantismo. Metieron en un mismo mortero al fenómeno y a la entelequia. Revolvieron filosofía con religión. Hicieron su propio método filosófico hibrido al que olvidaron  quitar el nombre de Kant. A ellos se refiere Chesterton:

“Estos distinguidos escritores toman por obstáculo hechos como los Estigmas, porque para ellos la religión era una filosofía.”

En el caso de San Francisco los Estigmas aparecieron por los enigmas que marcaron la vida del santo, no al revés. Es decir que se los ganó con el modo de su vida, no se los regalaron. Chesterton relata, a su modo de singular erudito, que es, la tragedia de nuestro tiempo hablando de historia o, en otras palabras, cómo la Historia se volvió una disciplina cuestionable, por no decir amañada.

La mayoría, la gran mayoría, de las historias, aun de las salidas de la academia, relatan el último capítulo del conflicto. Es decir, lo que nos hicieron, no lo que hicimos.

En un mundo fenomenológico sólo en el futbol se conoce de generación  espontánea y muertes súbitas. En la historia de la humanidad todos son efectos de una causa. Y efectos que a la vez se vuelven causas de otros efectos. Chesterton empieza así el capítulo segundo de su obra:

“la innovación que ha substituido con el periodismo a la Historia…Pero aun éste será un paralelismo incompleto, ya que los periódicos dan una especie de sumario de la historia, de la novela, pero nunca dan nada  que se parezca, ni remotamente, a un sumario de la Historia.”

Y más adelante se refiere como el periodismo fue sustituyendo a la Historia. Nos pone el ejemplo de alguien que cayó muerto: “el almirante Bang cayó muerto, y esta es la primera indicación que nos llega sobre el hecho de que hubiera nacido. Es especialmente significativo el uso que hace el periodismo de sus reservas bibliográficas. No piensa nunca en publicar la vida sino cuando publica la muerte. Y aplica este procedimiento así a los individuos como a las instituciones y a la ideas. Después de la Gran Guerra nuestro público empezó a oír hablar de naciones de toda especie que estaban emancipándose. Pero nadie le había hablado hasta entonces de que hubieran sido esclavizadas. Se nos llamaba juzgar sobre la equidad de las soluciones, siendo así que nunca nos fue posible enterarnos de la existencia de los conflictos.”

Este es el hombre, San Francisco, que con toda lógica histórica pero que, debido al desconocimiento, al ocultamiento, de los procesos integrales de la Historia, va a irrumpir en el centro del mundo occidental,  entre hombres para quienes la razón empieza  con el Renacimiento, hombres para quienes la religión empieza con la Reforma, y que  no pueden dar un informe  completo sobre nada, pues han de tomar por base  instituciones cuyo origen no pueden explicar, y por lo común, ni imaginar siquiera…
 
G.K.Chesterton

“Gilbert Keith Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio de 1936), escritor británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.”




  





UN MUNDO VISTO POR DOS FILÓSOFOS


Leibniz está seguro que el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles. No dice que es perfecto, como en la teología, sino que  se trata del fenómeno que es  donde juegan tanto el devenir como la dialéctica. El taller donde el humano trabaja cada día la perfección propia. O su degeneración.

  Con “mundo” se refiere a la humanidad, no al planeta.

Está seguro porque el mundo es obra de Dios y por lo tanto no cabe pensar en una obra mal hecha. La razón suficiente para su creación es el bien. Aunque haya cosas que no entendemos por qué suceden. Piensas como hombre, no como Dios, le dijo Jesús a Pedro. Todo en el mundo es armonía, en la perspectiva de los valores vitales, no sólo materiales.
Arturo Schopenhauer

En clara alusión a esta creencia de Leibniz, Schopenhauer asegura lo contrario. Recuerda al Hermano Lobo,  de San Francisco de Asís. Un mundo de porquería y el hombre  no merece la categoría de humano ya que no se ha elevado sobre la categoría de bestia, de lobo.

Su astucia es tal que se ha inventado dos máscaras que se llaman civilización y cultura, Academia y Humanismo. Busca satisfacer sus pulsiones no sus razones  vitales.
”Ugolino” es el nombre verdadero del hombre. Ugolino es el hombre que fue encerrado en una torre junto con su hijo. Privados de alimentos, Ugolino se comió a su hijo.

Alude al solipsismo que alguien lleva soterrado pero que, llegado el momento, no dudará en vender su alma al diablo con tal de salvar su cuerpo, su ego y sus intereses pecuniarios. Está convencido que en las finanzas, en el sexo, en los partidos políticos, en la calle, en la academia y en la iglesia, chocan los egos como bolas de billar.

Quizá, después de escuchar a los dos, para conservar la cordura, haya que recurrir  al término medio de Aristóteles.

En su obra Los dolores del mundo Schopenhauer escribe:

”Si ante cada uno se colocaran los dolores y los tormentos espantosos a los que está expuesto de continuo su vida, no hay duda que el espectáculo le llenaría de horror. Y si se quisiera llevar al más endurecido optimista a través de hospitales, lazaretos y salas de tortura quirúrgicas, a través de las prisiones, los lugares de suplicio, los campos de batalla y los tribunales, si se les abriesen todos los antros sombríos en que la miseria se desliga para escapar de las miradas de fría curiosidad, y por fin se les dejase mirar en la torre hambrienta de Ugolino, con seguridad se acabaría por comprender de qué clase es el mejor de los mundos posibles.”
Leibniz

Leibniz escribió un siglo antes que Schopenhauer que el mundo será el mejor, de todos los mundos, pero no hace tabla rasa sino que  va a  depender del grado de evolución que tenga cada individuo:

“Síguese de la suprema perfección de Dios que, al producir el universo, ha elegido el mejor plan posible, donde hay la mayor variedad con el mayor orden; donde están el terreno, el lugar, el tiempo mejor dispuestos; donde el efecto es mayor por los más simples conductos donde hay en las criaturas la mayor potencia, el mayor conocimiento y la máxima felicidad y bondad que el universo podía contener. Pues como en el entendimiento divino todos los posibles aspiran a la existencia, en proporción de sus perfecciones, el resultado de todas esas pretensiones ha de ser el mundo actual más perfecto posible. Sin esto, no sería posible dar la arzón de por qué las cosas son así y no de otro modo…Síguese también de la perfección del autor supremo que no sólo el orden del universo entero es el más perfecto posible.”

Sin embargo el termino medio aristotélico no es mas que una especie de promedio matemático. Parece que lo más honrado es aceptar que hay tantos mundos como individuos  hay en el planeta. Es decir, cada quien tiene el mundo como se lo ha hecho a sí mismo. A eso se refiere Leibniz cuando dice  "en proporción a sus perfecciones".
















BALTASAR GRACIÁN Y LA VOCACIÓN DE ESCRIBIR


Agudeza y arte de ingenio
Baltasar Gracián
Universidad Nacional Autónoma de México
1997



Será un ejercicio-dice Gracián-que busque tener contenido.

Con frecuencia el no -contenido de los libros es deliberado para que la gente no encuentre el contenido. El contenido despierta y abre los ojos de la gente y eso no conviene a las leyes del mercado. Incluido el negocio de los libros que vende más  diciendo nada.

Pocas editoriales en el mundo tiene colecciones de alta calidad literaria a precios que pueden ser adquiridos por el que gana el salario mínimo. En México una de ellas es Porrúa. S.A, en su colección Sepan Cuantos…

Vale el esfuerzo leer a los clásicos, de todas las épocas, y en especial a los griegos de la antigüedad, porque de ellos arranca la gran cultura occidental.
Baltasar Gracián

Son ejemplos o paradigmas que hay en el mundo de la cultura. Por Santayana sabemos que hubo un Ortega y Gasset, éste habló de Schopenhauer, el que a su vez dijo de Hegel que comentó a Descartes el cual se refirió a Séneca y por éste que antes hubo un Platón que decía de Sócrates y por Sócrates  de los que le antecedieron…

Del conocimiento de textos de calidad lo que puede producir, en el lector, es que sea un individuo que con el tiempo se afane por realizar, a su vez, sus cosas originales también con calidad.

Lo que Gracián desaprueba son las lecturas que dicen nada. Por   carencia de cultura o que no dicen nada para no decir algo.Se refiere, hablando de la historia, o de algunos historiadores, y su monótono recurso de decir lo que nos hicieron para callar lo que hicimos.Ingenioso recurso de justificación pero nada dialéctico.

”Frecuento estos grandes autores en los ejemplos, porque dan alma de agudeza a lo que dicen; los que no propongo a la imitación, no es por haberlos visto  casi todos, sino porque los hallo sin espíritu de concepto; forman muchos libros, cuerpos, pero sin alma conceptuosa.”

Mucho se escribe para justificar el presupuesto. Son escritos sin alma que los mueve la intención pecuniaria. Otros, en cambio, se conservan y se releen, como Gracián se refiere al príncipe Don Manuel, autor del Conde Lucanor cuya lectura: “siempre agradable, aunque siete veces se lea.”  

Gracián resalta el requisito de la erudición en un escritor. La cultura no conoce atajos. Es un camino largo y escabroso  y al que nunca se le ve el final.Más que dinero, premios y reconocimientos bajo los reflectores, se trata de un modo de vida.

Porque: “Sin la erudición, ni tienen gusto ni sustancia los discursos, ni las conversaciones, ni los libros.”

En otras palabras, si no comes no tienes que vomitar. En el mejor sentido. Porque hay comida que no nutre y sí descompone el estómago: “No está la eminencia en la cantidad de silabas, ni en la cadencia de ellas, que eso es muy material; no pasa del oído, sí en la sutileza del pensar, en la elegancia del decir, en el artificio del discurrir, en la profundidad del declarar.”

Los medios, sobre todo los electrónicos, como los televisivos, encuentran su modus vivendi en el modo de divertir  a la gente y así es como se llega a niveles de banalidad que resultan patológicas para el pueblo.

 Llevan a la neurosis, como en el caso de las telecomedias para las abuelitas, que impiden soñar paradigmas para realizar. Así sucede con el universo de los libros. Gracián recomienda  aprender a nadar en el inmenso mar del mercado de los libros, para encontrar los clásicos, porque ellos: “No tiene palabra que no encierre un alma; todo es viveza y espíritu.”















MENON, EL ALMA, LA VIRTUD Y LA PAIDEIA

Dialogos
Platón


Había una vez, hace casi veinticinco siglos, en un país muy lejano llamado Grecia…


Menon tiene ideas hechas de lo que es la virtud y así va por el mundo comunicándolo. Sócrates también tiene sus ideas  de la virtud pero, duda si está en lo correcto.


Dudar es la clave del método de Sócrates que él llama mayéutica o parir. Su madre era partera y él también se decía partero, si bien, era partero de ideas. No era hacedor, engendrador, de ideas, estas ya estaban hechas, él sólo las hacia nacer o parir.


Dudar es en la perspectiva del anhelo de perfección, lo dirá Sócrates una y otra vez. Dudando y dudando fue como Agustín encontró su camino…Dudando y dudando es como se descubrió que la Tierra no es el centro del universo.


Con su método mayéutico lograr que Menon también dude. El “dialogo dialectico” se establece entre los dos y empiezan a buscar un punto de acuerdo, acuerdo que ahora conocemos como síntesis. Es decir, un criterio más depurado. Nunca se llegará al final porque surgen nuevos elementos que dan acceso a algo mejor, y así hasta el infinito. El punto es dudar si esto último ya es lo último.


Dialogan sosegadamente estos dos filósofos en torno del tema de la virtud si esta  se enseña o no o para qué sirve. Sosegadamente a diferencia de lo que sucede entre dos discutidores peleoneros de taberna que  discuten de religión, de política o de futbol. Sobre todo de futbol. Alguien escribió que en el mundo hay una larga fila de hombres (no dijo de mujeres) esperando tomar la palabra. No para escuchar sino para hablar. Como en el país sin nombre donde hay muchísimos escritores y muy pocos lectores.


Menon quiere conocer la opinión de Sócrates respecto de la virtud. Sócrates responde que ignora todo de la virtud y agrega que  tampoco conoce a nadie que lo sepa.


Menon, en cambio, dice saberlo y no sólo de la virtud sino de las virtudes. ¿Las virtudes? Más adelante se dialogará si tanto el mal como el bien  se pueden fragmentar y hablar de males y de bienes. O sólo el mal y sólo en bien. Ambos en singular.


Sócrates emplea el símil de la variedad de especies de las abejas, las cuales tienen, sin embargo, una esencia común. Lo mismo para la salud ¿hay una salud para el hombre y una distinta para la mujer?


Sócrates busca el bien en general, no en retazos como es la justicia, la santidad, el orden: “No te figures que puedes explicar a nadie su naturaleza (de la virtud) haciendo entrar en tu respuesta las partes de la virtud.


 Pero si la virtud se aprende ¿de dónde lo sabe el que la  enseña? Porque el que la enseña a su vez la aprendió de otro. Y si llegamos hasta el primer maestro éste la aprendió de cosas preexistentes en la naturaleza. Es decir que tampoco  las creó sino que las aprendió de manera empírica y luego las sistematizó.


Para la preexistencia se necesita algo que trascienda. Negar la trascendencia o inmortalidad, en la conducta humana, puede ser cosa de conveniencia. De lo inmediato y de lo mediato. Si  aquí acaba todo para qué vivir conforme al bien y su vehículo virtud.


Pero si no acaba, como ahora sea mi comportamiento va a tener repercusiones en alguna parte. Para mí en el reino de la inmortalidad. Al estilo de Dante. Y para la sociedad va a heredar de mí un jardín o un basurero. Si los glaciares en las montañas ya no acumulan nieve y hielo habría que preguntarse qué hizo mal  la generación que me antecedió, si tomamos en cuenta que todavía no es tiempo de la siguiente geográfica  natural glaciación.


Sabido es que los maestros griegos se explicaban la inmortalidad por medio de la figura de la reminiscencia. Algo parecido a la reencarnación. No de alguien que volviera vivir sino del alma que reencarnaba en otro cuerpo y que proporcionaba un caudal de conocimientos por vivir a través de los katunes o eones del tiempo.


Con lo que el asunto de la inmortalidad del alma tiene ahora una actividad paideica. Cultural. En el cristianismo el alma rendirá cuentas en el cielo metafísico de su comportamiento en “esta” vida fenoménica. Pero la creencia en la inmortalidad del alma, en tiempos precristianos, tiene la función de educar al humano.

Ambos están de acuerdo en que nadie quiere el mal, sin embargo no todos pueden hacer el bien. Poder y querer son asuntos que han ocupado a la humanidad desde cuando éramos recolectores-cazadores.


Sócrates da un paso más en el diálogo  al expresar que eso, la virtud, consiste en eso, en hacer el bien. Más específicamente, la virtud va a ser el vehículo, como quien dice la técnica, para que pueda hacerse el bien. Al final el bien va a ser la razón suficiente para la virtud. Sin el bien la virtud sólo sería otro   trasto sin brújula  más en el  desván lleno de cachivaches.


“Dicen (dice Sócrates) que el alma humana es inmortal; que tan pronto desaparece, que es lo que llaman morir, como reaparece; para que no perezca jamás.; por esta razón  es preciso vivir lo más santamente posible.”Insiste: “ Así pues, para el alma, siendo inmortal, renaciendo a la vida muchas veces, y habiendo visto todo lo que pasa, tanto en esta como en la otra, no hay nada que ella no haya aprendido.”


Para ello se necesita la presencia de otra facultad del nuevo individuo, poseído ya de una alma inmortal, que es recordar porque del recordar se va a derivar el aprender: “Porque como todo se liga en la naturaleza y el alma todo lo ha aprendido, puede encontrar en sí misma todo lo demás, con tal que tenga valor y que no se canse de sus indagaciones.”


Pero no el bien sino los bienes revuelven cosas como la salud, la posesión del oro, los honores públicos, la plata, las dignidades de la república. Sócrates entonces propone que la virtud debe ser justa y santa. Sin estos atributos aun la mejor de las intenciones será de dudosa definición: “lo que se hace con justicia es virtud; y por el contrario, lo que no tiene ninguna  cualidad de este género, es vicio.”


Sócrates reitera la condición de la justicia: “una adquisición no será virtud aunque nos proporcione bienes.”


En el Menon Sócrates va dibujando el eterno retorno que recuerda el axioma de Tucídides que consiste en que la repetición de los hechos tiene la función de aprender (para enseguida remediar o mejorar).


Esta especie de reencarnación no tiene la meta yoica, solamente, de ganarme la entrada al paraíso metafísico. La función griega  del recordar por medio de las vidas sucesivas, va a servir, se va a traducir, en conocimiento. La reminiscencia, entonces, servirá para la Paideia, para la educación, para la cultura, si el individuo se puede mantener funcional, es decir, virtuoso.


Por eso el país que no invierte suficiente dinero para la educación de su pueblo  se encuentra muy lejos de la virtud…


De esta manera el pensamiento griego explica el devenir, trascurrir, movimiento humano, el pensar filosófico, referido a algo  imperecedero, eterno, metafísico. ¿Movimiento con relación a qué?


El fenómeno con relación a una razón vital. En otros términos, el alma, esa esencia inmortal, es educadora de la criatura humana, perecedera: “En efecto, dice Sócrates, todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar.”


 Pero para el conocimiento milenario tenga  efecto, se mueva, salga de su estado latente, potencial, se requiere dudar. Porque a la acción de dudar, hay que repetirlo, le sigue indagar.


Le dice a Menon: “Mi doctrina los hace laboriosos e inventivos. Así pues, la tengo por verdadera; y quiero en consecuencia indagar contigo lo que es virtud. El punto es para Sócrates que un nuevo descubrimiento de algo, sobre todo relacionado con la ciencia, no se aprende, sólo se recuerda.


 Dicho en términos modernos esto nos recuerda al inconsciente colectivo de Jung o, en modo más reciente, al “ratón” de nuestra computadora cuando corta un texto y luego lo pega en otra parte. El “maus” no podría pegar nada si previamente no hubiera nada que cortar:


”El que ignora, tiene, por lo tanto, en sí mismo opiniones  verdaderas relativas  a lo mismo que ignora.” Dice Sócrates.


Conviene hacer la reflexión a estas alturas que estamos hablando de filosofía, que es el mundo del acontecer fenomenológico, el desplazarse en movimiento, que es devenir, para establecer un paradigma o ejemplo a imitar, para después este ser reemplazado por un mejor paradigma, a través de la dialéctica, del dudar, porque el dudar es anhelo de perfección. Dialogar en buenos términos confrontar  y llegara una solución, llamada síntesis. No estamos hablando de teología donde todo está hecho desde antes del principio de los tiempos.


Por ignorancia, unos, y por mala fe, otros, revuelven lo contingente con lo perenne y la brújula acaba descomponiéndose y  entonces el científico se mete con las cosas de Dios y el teólogo quiere frenar la aventura cognitiva del humano. Conocer, dudar y demostrar, es para lo que el académico se encierra en su laboratorio y se planta frente al microscopio.


 El creyente cree por fe, porque la fe es un cosmos donde los átomos no existen.


Por lo tanto las cosas del alma no se pueden enseñar, ya están hechas. Ya las tenemos consigo. Si las escuchamos o las ignoramos es otra historia. Lo que revela Sócrates es que la virtud es una ciencia y por lo tanto ésta sí se puede enseñar.


 Algunos tal vez quieran señalar ahora la virtud como civismo o como ética. Esas materias que fueron en el último siglo borradas de los textos de la enseñanza laica de la universidad gratuita en algunos países. Precisamente los países que ahora se debaten en la inseguridad social generalizada desde una moneda, que para poco vale, hasta el ejercito recorriendo sus calles combatiendo a la delincuencia como si se estuviera en una estado de guerra. No invirtieron en la educación de su pueblo y ahora sufren las consecuencias. Así es de implacable el mundo de la fenomenología. La causa y el efecto.


Aquí Sócrates llega a la razón suficiente, a la razón de ser, de la virtud o ética. Ser buenos. ¿Para qué ser buenos? Para ser útiles a la comunidad: “Si somos  buenos, somos, por consiguiente, útiles. Porque todos los que son buenos, son útiles.”. La virtud y la ética, van a hacer que cosas útiles, como el dinero, haga de este planeta un mundo mejor o, en su lugar, una porquería.


Pero tanto Sócrates, como después lo hará Leibniz, están convencidos que este es el mejor de los mundos posibles. Y eso es por efecto de vivir la virtud como herramienta para llegar al bien de la comunidad, no solamente  de la individualidad. Ni tampoco solamente de la comunidad.


Sin embargo, aquello que dijo Sócrates sirve tanto para el laboratorio como para el templo: “El que ignora, tiene, en sí mismo opiniones verdaderas relativas a lo mismo que ignora.”

 
Sócrates

“Sócrates de Atenas (en griego Σωκράτης, Sōkrátēs; 470 — 399 a. C.)[1] [2] [3] fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.”



















Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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