ARISTÓTELES Y LOS AMIGOS



Ética Eudemia-Aristóteles-libro VII-  1994

Propio de Aristóteles  son sus apreciaciones respecto de la amistad, siempre  de contraste para ir en busca de su histórica posición conciliadora. Aquí los extremos son la soledad Y la charla con el otro o los otros.

¿Tengo espíritu de convivencia o no soportaría estar solo conmigo mismo?, Marco Aurelio y  Séneca también  se preguntaban esto.

Si  el individuo es feliz en su soledad, para qué necesita amigos. En los tiempos de Aristóteles decir soledad era significar un sentimiento de felicidad, de cultura (Paideia), de recogimiento espiritual. Todavía no se hablaba de   soledad patológica ni de  soledad terapéutica.

 Tú estarás hablando de Cicerón y el otro hablando con un tercero, por celular, de que los coreanos serán la sensación en el mundial de futbol que tendrá lugar en Brasil... No es tan diferente la ocasión en que parloteamos en una cervecería y las platicas encontradas y cruzadas no llegan a nada ni respetan ningún orden. Quedan como hilos sueltos. Igual si se trata de mujeres que de hombres.

La  empatía entre dos es más accesible si ambos tienen las mismas apreciaciones de las cosas y las situaciones, materiales y espirituales: “La amistad fundase en alguna manera  en la igualdad de la virtud…De ahí que entre los semejantes lo más agradables sean para cada uno las voces, las costumbres  y la conveniencia del otro.”

Esto que parece tan teórico de libros de autoayuda se pondrá a prueba con  las cuestiones  pecuniarias. De otro modo resultará, como dice Schopenhauer, después de una larga convivencia, en apariencia fraternal, como cuando  alguien arroja un hueso y acaban peleándose como perros por ese hueso:”

“No hay amistad estable sin confianza, y la confianza viene con el tiempo, ya que hay que someterla a prueba.”

Si en el mundo no hay dos subjetivismos iguales, cómo va a ser posible esa identificación. Son muchos los experimentos que se han llevado acabo por  un grupo de cuarenta alumnos del arte al que se le pide la descripción de una pintura de Frans Hals, por ejemplo, y todas han resultado diferentes. Son diferentes cuando se habla en libertad y, en apariencia, iguales cuando ese criterio es impuesto. 

Nadie es capaz de pararse frente al espejo y hablarse a sí mismo, bajo sospecha que le pongan la camisa de fuerza. Se necesitarían cualidades muy especiales, no para el estándar: “Si puede uno ser o no  amigo de sí mismo, demanda mucha reflexión”.

 Por lo general necesita al otro, aunque el otro esté también en otra frecuencia. Es cuando Aristóteles pregunta ¿qué caso tiene tener un o varios amigos así?: “La amistad  fundase en alguna manera en la igualdad de la virtud.”

Dice este filósofo que:

No puedes conocer la mente de un hombre
Ni la de una mujer
Antes de haberla sometido a prueba, como
 el buey al yugo.

El otro extremo que toca Aristóteles es que mi personalidad, diseñada desde hace un millón de años, se va descubriendo sólo a través del trato con los otros. Principalmente en lo que se llama filosofía negativa. Por comparación con las actitudes de los otros. A  aquel le gusta oír a Beethoven y a mí los narcocorridos. Aquel gusta de las corbatas amarillas con bolitas verdes y yo no me colgaría jamás una corbata de tales características. Así es como voy descubriendo cómo soy. En la escuela, en la cultura, en el trabajo, en la diversión, en las cuestiones del sexo.

Después Nietzsche y José Ingenieros hablaron sobre el hombre mediocre.Diferente a lo que  Aristóteles trata  y se puede referir como alguien que carece de valores éticos o morales.

Y ya que el péndulo del reloj ha  dado bandazos para un extremo y para el otro, Aristóteles llega a   su fórmula preferida, el término medio:

“Por accidente, sin embargo, lo contrario puede desear lo contrario, pero esencialmente lo deseado es el término medio,  porque los contrarios no se desean recíprocamente; lo que desean es el medio. Y cuando hay demasiado  frío sujetase al calor para mantenerse en el medio, y cuando hay demasiado calor somátense al frío, y lo mismo en los demás casos, porque de lo contario estarán  siempre en estado de deseo, por no estar en los medios. Ahora bien, un hombre que está en el medio goza sin concupiscencia de las cosas naturalmente agradables, mientras que los otros gozan de cuanto les trasporta  fuera de su estado normal.”

Aristóteles deja asentado lo anterior para la comunidad: Ni solo ni mal acompañado.

Sin embargo tiene la fórmula para que el solitario pueda  convivir consigo mismo: “En la medida en que éste hombre es semejante a sí mismo, uno y bueno para sí mismo, será amigo y deseable para sí mismo.”
 
Aristóteles
“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.322 a. C.)[1][] fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.[1][] []Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales sólo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.[1] Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto”[4][



















W.JAEGER Y LA HELENIZACIÓN DEL CRISTIANISMO


PAIDEIA-W.JAEGER

Fondo de Cultura Económica,México, 2002


Ya se han asentado los polvos de aquella controversia que levantaron las teorías creacionista y la evolutiva del origen  del humano. Cada quien en la banqueta que le toca de la calle. "En la ciudad para todos hay lugar"
, gustaba decir el emperador Marco Aurelio.

La evolucionista ha dejado el lirismo  y se ha retraído al trabajo epistémico de los institutos de investigación  antropológica. Entre las verdades y las creencias  su leit motiv es el conocimiento.

Ahora lo que recorre las calles de las “ciudades occidentales” es el cristianismo. Ese cristianismo que nació en Palestina con la muerte de Jesús y tiene su sede en Roma, lugar donde quedaron los mártires Pedro Y Pablo.

Es cuando la historia de la religión nos dice que el cristianismo,  siguiendo el camino del bien, es decir la virtud, como se llamaba  a las buenas relaciones, tiene mucho de la cultura helénica.

La cultura helénica, a su vez fue cubierta por el cristianismo. No es que una se impusiera a la otra, como suele creerse, sino,  al estilo de las carreras de relevos, una sucedió a la otra. O si se quiere una abonó el terreno, universal, no regional, para la otra. Si bien, luego de una acalorada y larga controversia.

Proceso universal porque Alejandro había ya helenizado mucha parte de Oriente, tanto cercano como lejano. Y ya fuera en las ciudades que conquistaba, o en las que fundaba, edificaba  templos a los dioses griegos. Tras ellos llegaban los filósofos de la Helade. Luego llegaban los judíos y levantaban  sus sinagogas.

 Y como eran judíos helenizados en su mayoría, tras ellos llegaron los primeros discípulos de Jesús, a hablar en esas mismas sinagogas y desde los templos griegos. El celo cerrado de Palestina quedaba lejos y en su lugar los aires de libertad, para el intercambio de ideas de la Helade, la dialéctica, facilitaban esa lenta identificación con los estoicos.

Había  puntos de coincidencia con la secta que en Palestina se llamaba esenios. Otros principios, en cambio, llevaría siglos definirlos.

El cielo de Zeus hablaba de una vida más allá de esta vida, y el Olimpo estaba lleno de criaturas inmortales, pero sus filósofos se aferraban en encontrar una explicación desde la razón. Y la razón, como veremos en Bergson, no es suficiente para remontar el vuelo.

Jaeger anota que:”A la par con las discusiones culturales del siglo IV y con el impacto de la civilización humana  sobre Roma, el tema histórico más importante de esta obra (Paideia=Cultura) es la trasformación de la Paideia griega  helenística en la Paideia  cristiana. Fue La Paideia griega  la que puso los cimientos de aquel fogoso y secular pugilato  reñido entre los espíritus  griego y la religión cristiana, cada uno de los cuales se esforzaba en señorear  o asimilar al otro, y de su síntesis final. Tender un puente sobre la sima  que se abre entre la civilización  griega clásica  y la cultura cristiana  de la baja Antigüedad.”(Paideia, libro tercero)

Por su parte Henri Bergson escribe: “La moral del Evangelio es esencialmente la del alma abierta…Tenemos una impresión de esta clase  cuando comparamos, por ejemplo, la doctrina de los estoicos  con la moral cristiana. Se proclamaban ciudadanos del mundo y agregaban que todos  los hombres eran hermanos, como hijos de un mismo Dios. Eran casi las mismas palabras, pero no encontraron el mismo eco, porque no se las había pronunciado con el mismo acento. Los estoicos han dado muy bellos ejemplos, y si no han logrado arrastrar consigo a la humanidad es porque el estoicismo es esencialmente una filosofía.” (Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión)
 
W.Jaeger
“Werner-Wilhelm Jaeger, (Lobberich, Renania, 30 de julio de 1888 - † Boston, 19 de octubre de 1961), filólogo clásico alemán, exiliado en los Estados Unidos, especialista en Aristóteles autor de Paideia. Estudió en su ciudad natal y en el Gymnasium Thomaeum de Kempen; luego pasó a la Universidad de Marburgo. Se doctoró en la Universidad Humboldt de Berlín en 1911 con una tesis sobre la Metafísica de Aristóteles, Studien zur Entstehungsgeschichte der Metaphysik des Aristoteles; privatdozent en Berlín en 1913, fue discípulo allí del profesor Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff (1914).”
 
H.Bergson

 “Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (París, 18 de octubre de 1859Auteuil, 4 de enero de 1941) fue un filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, Bergson fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France. En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. régimen de Vichy El bagaje británico de Bergson explica la profunda influencia que Spencer, Mill y Darwin ejercieron en él durante su juventud, pero su propia filosofía es en gran medida una reacción en contra de sus sistemas racionalistas.1 También recibió una notable influencia de Ralph Waldo Emerson.”







SÉNECA, CUANDO LOS LIBROS SERVÍAN PARA  ALGO

Tratados filosóficos-Séneca

Algunos los leían.

Otros adornaban sus salas con ellos.

Llevo en mi  pequeño teléfono medio millón de libros de cultura y otro medio millón de obras de ciencias de las más diversas. Además un diccionario que dejó obsoletos todos los diccionarios y enciclopedias del mundo.

Séneca dice que en su tiempo, hace veinte siglos, los libros de papel servían para adornar las casas. De aquella famosa quema de cuarenta mil libros de Alejandría,  que durante siglos hemos considerado como una de las grandes tragedias de la humanidad, Séneca opina que no se quemó la cultura sino la ostentación:

“Cuarenta mil cuerpos de libros se abrasaron en la ciudad de Alejandría, hermoso testimonio  de la opulencia real; alguno habrá que la alabe, como lo hizo Tito Livio, que la llamó obra egregia de la elegancia  y cuidado de los reyes. Pero ni aquello fue elegancia, ni fue cuidado, sino estudiosa demasía, o por decir mejor, no fue estudiosa, porque no los juntaron para estudios, sino para sólo la vista, como sucede a muchos ignorantes, aun de las letras serviles a quien los libros no les son instrumentos de estudios, sino de ornatos de sus salas.”    

Los libros desde entonces, y la prueba es Alejandría, servían para quemarse, a cielo abierto, cuando se les consideraba subversivos para el pensamiento de esa parte del planeta. 

También se les desaparecía, en silencio, subrepticiamente, de librerías y bibliotecas, en un trabajo de hormiga, para salvar a la humanidad de literatura que, se consideraba, podía contaminarla.

Otros, como hace N. N. Taleb, con el libro biografía de Lou Andreas, amiga de Nietzsche y de Freud, y que pensaba  jamás leer, pero si usarlo para apoyar y deslizar en él el “ratón” de su computadora, según  confiesa en El Cisne Negro.

Proporcionaba el libro incontables  fuentes de trabajo. Desde la imprenta hasta los que los rescataban, los reconstruían y cuidaban en las bibliotecas y los que los vendían en las librerías. Millones de fuentes de empleo en el planeta.

También servían los libros para que, desde posiciones institucionales, un pequeño grupo de intelectuales, que viajaban en el tren presidencial, dictara el tono de cultura que debía seguirse en ese país o en esa universidad o en ese sindicato. En ocasiones la cultura se teñía de rojo y en otras ocasiones de azul.

El libro de papel daba lugar para las continuas presentaciones de un nuevo libro que salía al mercado. Más que cultural el acontecimiento era social pues se podían comer y beber gratis sabrosos bocadillos y vinillos. Más de un famélico poeta salvo ahí el día.

Servían los libros en papel para que las editoriales se sirvieran de un trabajo de Santayana, pongamos por ejemplo, y de él hicieran cinco libros de cincuenta páginas para ofrecer al público a precio de oro cada ejemplar.

Desde luego otras editoriales, es el caso de Porrúa, en México, ofrecían en un solo tomo, bien cuidado en su contenido y en su fabricación, y hasta “cosidos”, libros  a “precios para estudiante”. Ponemos por caso, en su serie Sepan Cuantos…los números 321, 319 y 641, respectivamente de Leibniz, Spinoza y Fichte, con varios títulos de cada uno de estos trabajos. De tal manera que por cien pesos, digamos, se podía obtener en Porrúa lo que en otras editoriales costaba diez mil. Nada más el citado de Leibniz contiene los siguientes títulos, completos: Discurso de metafísica, Sistema de la naturaleza, Nuevo tratado sobre el entendimiento humano, Monadología y Principios sobre la naturaleza y la gracia.

En los  países sumergentes las cifras que se exhiben oficialmente es que leemos dos libros promedio al año por individuo. Es decir, no leemos. Esto porque en el país pocos leen muchísimo de cultura, muchos leen poco y el noventa por ciento ve las comedias televisivas de las abuelitas.

La incipiente industria del periódico (incipiente si comparamos con el número de diarios y sus tirajes de los países emergentes, como son los del primer mundo) podría hacer mucho por la cultura del pueblo pero, como N. N. Taleb anotó en la obra citada: “Por lo que a los periodistas se refiere, más vale que lo olvidemos. Son productores industriales de distorsión.”

El  culto general argentino, Lucio V. Mansilla,escribió una valiosa obra con el tema de su excursión  que hizo a la región de  los indios ranqueles y fue editada en 1959.Meditando  en qué consiste la civilización,dice, entre otras apreciaciones: "En que se imprimen muchos periódicos y circulen muchas mentiras."

Es cuando me encuentro con la realidad. Me enseñaron a comprar celular pero no me enseñaron el hábito de  leer.

Como sea, antes el libro de papel era el personaje central de la sociedad mexicana en torno del cual se levantaban las polémicas y la vida agarraba color. Dialéctica y devenir, dicen algunos. Alegato, movimiento.

Veo mi  teléfono, maravilla de la tecnología, de apenas 10 X15, que contiene un millón de libros  y me pregunto: ¿Esto sirve para adornar la sala, para la presentación  de libros, para dar fuentes de empleo a millones de gentes ligadas intrínsecamente con el libro, en el mundo, que pronto quedarán sin empleo, para deslizar en él el “ratón”, para que un grupito de intelectuales tiñan  de color el sexenio, para viajar en el tren presidencial, para hacer cinco libros de una misma obra…?

 
L. A. Séneca
“Lucio Anneo Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (4 a. C.65) fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue Cuestor, Pretor y Senador del Imperio Romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de Ministro, tutor y consejero del emperador Nerón.”














































CICERÓN HABLA DE LA VEJEZ



De la vejez-M.T.Cicerón

Cicerón dice, en un diálogo entre Catón, Escipión y Lelio, que la vejez feliz debe empezar desde temprana edad: “Se establece por principio  que los fundamentos de una vejez suave y feliz se han de echar muy de antemano en la mocedad.”

Esto parece hablar a la familia, y a la sociedad, en la que nace ese individuo. ¿Quién en la plena  euforia y estallido de las emociones, y de las pulsiones, apenas entrando en la adolescencia, va a pensar en la vejez?

Como integrante que fue de las altas esferas del poder romano de su tiempo, Cicerón debió haber presenciado muchas veces el desgarrador cuadro de madres abatidas por el dolor, suplicando por la vida de su hijo sentenciado a muerte por transgredir de alguna u otra manera las leyes.

Clamaban por la suerte de su hijo malhechor cuando debieron preocuparse de su conducta desde cuando eran niños.

La vejez se construye, dice Cicerón, como todas las cosas de esta vida que están sujetas a la causalidad. Somos hoy lo que fuimos ayer y mañana seremos lo que somos hoy. Como la ladera de un río donde el agua que pasa sin cesar va dejando sus marcas. Es un mañana que viene desde ayer. Un encadenamiento, o fatalismo, para bien o para mal, que empezamos desde nuestra niñez.

La vejez no es como se cree, un fenómeno en sí, algo que “de pronto apareció”,  sino algo que se viene dando desde que nacimos. De ahí el error de creer que somos de viejos diferentes a como fuimos de jóvenes. Si fuéramos diferentes, apunta Schopenhauer, seríamos otro, no el mismo.

Sabemos que la vejez está llena de achaques pero la juventud no. Aquí es cuando Cicerón se refiere, no a esa vida que se apaga lentamente, como resultado de un proceso natural, sino a la vejez como una  patología: “Echan a la vejez los necios la culpa de sus vicios.”

En la medida de nuestras posibilidades tratamos de llevar la vida que queremos, en un constante ejercicio dialéctico con el exterior. Un exterior tan lleno de lacras como de valores vitales. Un yo que se va revelando a sí mismo a través del trato con los otros. En la certeza que sin los otros no habría yo.  Puedo marchar en solitario  hacia las montañas durante varias semanas o meses, pero siempre regresar a la calidez de las ciudades o los pueblos.

Vivir un mismo individuo en un mundo formado por las bellas apariencias, y a la vez las patológicas realidades (lo que se llama doble moral o doble discurso), no va servir de nada bueno:”De todas estas quejas no está la culpa en la edad sino en las costumbres.”

Idea operante es como se conoce, principalmente por Schopenhauer, esa manera de conocer cómo  somos en realidad: no por lo que decimos sino por lo que hacemos. 

Eso hablando en singular  pero aun si la sociedad está patologizada no todo está perdido porque quiere decir, por contraste, que también en algún lugar quedan valores vitales para la vida:”Una vida particular, sosegada, pura y bien ordenada logra también su vejez gustosa y apacible, como sabemos fue la de Platón, que murió escribiendo a los ochenta y un año de edad.”

Quién sabe cuántas cosas el Alzheimer querrá olvidar pero lo cierto es que, al contrario de lo que se cree, las cosas bellas son las que no se olvidan. De las cosas feas procuramos bajar la cortina. Con el riesgo que ese intento de  olvidar nos vaya borrando, como las viejas fotografías en papel, que se van yendo.

Cicerón propone recordar. Porque el recordar es una actividad para la mente, como ejercicio. Ya sea hablando o escribiendo o leyendo:”Se disminuye la memoria, bien lo creo, si no la ejercitas.”

Como hombre que procuraba cultivar los valores vitales, que él y toda la antigüedad grecorromana llamaban virtud, pensaba una vejez feliz pero sólo como resultado de una vida propia  de calidad: “los que no tienen auxilios dentro de sí mismos, para vivir contentos y felices, a estos todas las edades les son pesadas.”
 
Marco Tulio Cicerón
“Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero1 (pronunciado ['mar.kʊs 'tul.liʊs ˈkɪkɛroː]), (Arpino, 3 de enero de 106 a. C. - Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.



LA INCERTIDUMBRE EN EL ALPINISMO


Todo fracaso en alpinismo es un gran logro.

Si estamos abiertos a aprender la lección.




Nos aferramos a la escalada en la ciudad porque tratamos de evitar cierto grado de incertidumbre en las montañas.

Siempre apostamos con grandes probabilidades de ganar como que en la ciudad Orizaba, Veracruz, hay el 70 por ciento de probabilidades  que mañana lloverá o el 99 por ciento que en Sonora mañana el sol saldrá. No apostamos el 50 por 50 sino que  de manera natural preferimos la mayor certidumbre.

De algún modo sabemos que la aventura alpina, en las montañas, es donde todo está técnicamente planeado, pero también intuimos  que allá la dueña de la casa se llama aleatoriedad. La escalada de salón, en cambio,  es donde lo imprevisible se ha reducido al máximo.
Péndulo en la pared Las Goteras,Sierra Pachuca,Hidalgo.(tomado del libro Alpinismo Mexicano,ECLALSA,1972.Armando Altamira G.)

En efecto, la seguridad en la escalada en las montañas está respaldada por toda esa “ferretería” que se ha fabricado para darle sustento a la técnica alpina como mosquetones, clavijas, ascender, cuerdas, etc.

Con la curiosa noticia que esa técnica no puede ignorar al menos  media docena de palabras tales como casualidad, aleatoriedad, azar, suerte, caos, chance, incertidumbre, abstracción y algo que algún escritor llamó serendipidad, que es lo mismo que “tal vez”.

La escalada de salón empezó en los lugares donde el invierno supone los caminos cerrados hacia las montañas  por las grandes nevadas. Para no perder “forma” los guías profesionales,  durante meses de inactividad alpina, la escalada de salón  empezó a evolucionar caseramente, al principio, con pequeños trozos de madera (10 centímetros por una pulgada) fijados en una pared, como asideros.

Pero en los países tropicales, como México, en los que cae una nevada de tres  horas cada 50 años…
Vía Los Murciélagos,flanco norte del Chiquihuite,norte de la ciudad de México. (tomado del libro Alpinismo Mexicano,ECLALSA,1972,Armando Altamira G.)

El fundamento está en la incertidumbre que deparan los horizontes naturales. A mucha gente le cuesta enorme esfuerzo anímico dejar la última calle de la ciudad.

En 1954 tres guías profesionales franceses, de la escuela de Chamonix, hicieron en el (entonces, solitario, despoblado) flanco oriental del cerro Chiquihuite, norte de la ciudad de México, una demostración de lo que en los Alpes europeos era la incipiente escalada de salón como una necesidad de mantenerse activos en la temporada de las grandes nevadas.

A mediados del siglo veinte predominaba todavía en México la escalada libre, en la montaña. Aquello que en los Alpes era una cosa original, y muy necesaria, en México pareció algo extraño por completo. Escalar en salón, en lugar de escalar en la montaña, era como hacer el amor con una muñeca inflable en lugar de con una mujer real.

Hay numerosos deportes de salón con todas las comodidades necesarias, confort,calefacción, etc. En el contexto del alpinismo,en cambio, prevalecen los elementos naturales como la lluvia,el sol, el frío,las diferentes cotas, que tiene que ver con la producción de glóbulos rojos, y que marcan fuertemente las potencialidades del escalador a la hora de entrar en acción. Todo este conjunto,no sólo la cuestión geográfica, es lo que se llama alpinismo.

Pensemos en un torero en plena faena de ruedo o en la actividad de los bomberos apagando el fuego o en un ejercito en pleno combate,donde menudean  las circunstancias externas que podemos prever pero no controlar del todo.

 Al finalizar el verano del  2013 vivaqueamos,Yuma, mi compañero de cordada, y yo,en el primer corredor de la cara sur de Los Panales,macizo de Las Monjas,de Chico,en la sierra de Pachuca, Hidalgo,México.Fue una noche de tormenta con la excepcional situación de que los relámpagos y truenos conmocionaban casi sin interrupción el cielo arriba de nuestras cabezas durante unas cuatro horas.¿Qué se puede hacer contra eso?

Permanecíamos seguros y cómodos en nuestras tiendas-vivac respecto de la lluvia.Pero las descargas eléctricas,que te pueden sacar en cualesquier momento de este planeta,es esa aleatoriedad que podemos intuir pero no controlar los que caminamos por las montañas.Es semejante a los que J.G.Fichte refiere en Introducción a la teoría de la ciencia "Yo permanezco  meramente pasivo,el inmóvil escenario  sobre el cual unas representaciones  son sustituidas por otras representaciones,pero no soy el principio activo  que las produce." y que es lo que aquí llamamos azar,incertidumbre, caos.

 El contradictorio universo adrenalítico donde lo que no puede pasar pasa y lo que puede pasar no sucede.Una situación en la que la condición humana y su subjetivismo se debaten entre fatalismo,determinismo,libertad de mi yo,impotencia y estoicismo. Una causalidad que puede ser impactada desde otra realidad literalmente desde arriba.

Factores que precisamente  son ajenos a la situación de la escalada de salón

La escalada de salón (ya con asideros de pasta fabricados en serie) empezaría a practicarse en el país hasta varias décadas más tarde. Cuando al factor de aleatoriedad, propio del alpinismo, se sumaba la inseguridad social reinante en el país y que se desbordaría hasta los panoramas naturales. Cuando los criminales organizados empezaron a asaltar, violar y asesinar a los alpinistas. 
Ver nota publicada en el diario El Universal.*

Con  esos dos elementos de inseguridad en puerta, la juventud se retrajo considerablemente de las montañas y los gimnasios se empezaron a llenar.

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TLALMANALCO, Méx., marzo 5,2012 (EL UNIVERSAL).- La zona boscosa de San Rafael, en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, es muy peligrosa para montañistas que visitan el lugar ya que operan bandas de delincuentes que fuertemente armados los asaltan y violan a las mujeres, advirtieron los propios excursionistas.
Según las propias autoridades municipales, se presentan hasta ocho atracos al mes en contra de deportistas extremos que acuden a este lugar, sobre todo los fines de semana, porque no hay vigilancia de ninguna de las corporaciones municipales, estatales y federales, ni de los ejidatarios que controlan el parque.
Juan Carlos Durán Gutiérrez, director de Protección Civil de Tlalmanalco, reconoció que cada fin de semana se registra un robo en diferentes parajes del ejido, pero hay ocasiones que son hasta dos, principalmente en “Las Trancas”, el más alejado de la caseta de vigilancia del área que administran ejidatarios que cobran una cuota a los visitantes.
El domingo 26 de febrero, 60 personas que acampaban y comían en el paraje “Nexcoalanco”, fueron asaltadas por 25 hombres armados y encapuchados que golpearon y causaron heridas a más de 20, incluyendo a un niño de ocho años y abusaron de tres mujeres.
Los ladrones, vestidos con ropa camufleada, cubiertos de la cara con pasamontañas, salieron de entre los matorrales armados con rifles, escopetas, pistolas y machetes para rodear primero a un grupo de aproximadamente 40 personas que acampaban y comían.
Luego sometieron a otras más que venían bajando, amarrándolas a todas, hasta sumar más de 60, incluyendo niños y mujeres.
Los encapuchados hicieron disparos al aire y a casi todos los hombres les pegaron con machetes y pistolas, causándoles lesiones a por lo menos a 20 en cara, cuerpo y cabeza, entre ellos Fernando, de ocho años, a quien le pegaron en la espalda.
A Alejandro, de 27 años, le fracturaron la nariz con la cacha y a Salvador lo hirieron de una pierna con una pistola de diábolos.
Un perro bóxer que acompañaba a campistas de Cuautitlán fue baleado en el cuello con una escopeta.
“Entregamos celulares, carteras, dinero, relojes, cámaras, equipo de montaña y luego nos quitaron los zapatos que aventaron a una camioneta Chevrolet para luego amarrarnos de pies y manos con las agujetas”, recordaron.
La misma suerte corrió un profesor y 11 alumnos de la primaria Juan Jacobo Rousseau, del Distrito Federal, que acampaban en la zona.
El jueves pasado, el ayuntamiento clausuró el parque ecoturismo “Dos Aguas” por carecer de licencia de funcionamiento y por falta de medidas de seguridad para protección de los paseantes.
El lugar se mantendrá cerrado, hasta que la empresa no regularice su situación administrativa ante el gobierno local y tome medidas internas para garantizar la seguridad de quienes semanalmente visitan el sitio.





SANTAYANA, EL ÚLTIMO DE LOS FILÓSOFOS VEJESTORIOS


La Ironía del liberalismo, George Santayana, 1921

Santayana prefiere la libertad a la riqueza personal. No se crea que es un vagabundo, antisocial o alguna especie de existencialista. Sólo denunciaba que la riqueza personal era una trampa tendida por los oradores para engatusar a las masas de pobres obreros, hacerlos sentir importantes y enviarlos a la guerra a luchar por los intereses de esos  oradores.

Si el pobre combatiente tenía la suerte de regresar, aunque fuera mutilado, encontraría su casita, sentaría a su hijito en sus rodillas y, una vez más, pensaría en las pocas oportunidades que hay para trabajar, comer, estudiar, educarse y divertirse. Rambo, el ultra especializado boina verde para triunfar en los campos de batalla, le dice ahora a su instructor militar, cuando está de regreso en su patria, algo así como que ahora  ni para cuidar coches en los estacionamientos nos quieren.

 Ahora en la posguerra el obrero  estaba peor que antes de la guerra. Y seguramente asistiría  a la próxima manifestación contra la guerra aunque fuera en silla de ruedas entre la multitud. O aceptar, como es el tema de una novela de Hemingway, que su amada esposa haga el amor con otro porque a él en la guerra una granada le voló los testículos…

Este  trabajo de Santayana fue publicado en 1921, en Estados Unidos. Leído un siglo más tarde, se verá que Santayana, con sus voces de alertar al pueblo de “banqueta“, fue  un preclaro vidente al que nadie en realidad hizo caso. Él está consciente cuando escribe: “yo soy un vejestorio y casi un filosofo antiguo, y no cuento”.

Dice que los antiguos tenían mucha claridad que la libertad y la prosperidad difícilmente son compatibles; “Confiaban en que el Estado les condujera en la religión, las costumbres y el servicio militar; ni siquiera en la moral personal y familiar escatimaban la más estricta disciplina. Siendo pequeños y en constante peligro de destrucción, sus Estados necesitaban estar intensamente unidos.” 
Como fuera la vida,tenían cierto progreso en todos los órdenes.

Lo que hizo el liberalismo fue introducir el término “prosperidad”. El progreso era cultural, la prosperidad, en cambio, fáctica o inmediata. Como el contraste  de los contenidos de un buen  libro y de un diario.

Lo que hizo el liberalismo, de aquellos tiempos, fue diseñar el gran sofisma que prosperidad y libertad sí eran compatibles. Entre más compráramos éramos más libres. Se afirmó el derecho a interpretar libremente las Escrituras:”Un hombre sin tradiciones, si pudiera estar bien provisto, sería más puro, más racional, más virtuoso que si fuera un mero heredero.”

Eran ya cosas del pasado la mirada romántica en el amor, tocar la guitarra a la luz de la luna, abandonarse a la fantasía a la puerta de la iglesia y jurar un matrimonio para siempre. Como venía sucedido desde antes de la Edad Media.

Ahora, sí había liberalismo, había que ser libres en todo: “¿Qué libertad le ofrece el últimos de los radicalismo al corazón?-escribe Santayana-.La libertad del divorcio, del divorcio oneroso, con perjurios miserables y escándalo público, probablemente para volverse a casar en seguida, hasta el siguiente divorcio.”

Santayana no era dado a lo religioso, como si lo fueron Leibniz, Berkeley, Kierkegaard, Spinoza,Max Scheler  y en alguna medida el mismo Kant. Es probable que Santayana, dueño de una gran cultura, se fuera a vivir a Roma siguiendo  el sueño de estar en la tierra que habitaron Horacio, Séneca, Cicerón y toda la tradición filosófica grecolatina.

Pero también  este panorama del liberalismo, que buscaba sustituir progreso por prosperidad, haya motivado a Santayana a pasar  sus últimos veinte años de vida en Italia, donde a la sazón perduraba el matrimonio “para siempre” y los enamorados todavía  se decían cosas románticas a la luz de la luna.  Tal liberalismo chocaba tanto a su espíritu que acabó declarándose como un “vejestorio”, a tal punto, que no entendía plenamente siquiera  por qué la gente se hablaba por teléfono:

“A menudo me pregunto, viendo a mis amigos ricos, hasta qué punto sus posesiones son una ventaja y hasta qué punto un inconveniente. El teléfono, por ejemplo, es una ventaja si quieres estar en muchos sitios a la vez y atender a cualquier eventualidad; es un inconveniente si eres feliz dónde estás y con lo que estás haciendo.”

Santayana  conoció el teléfono de los que salen en las películas de Los Intocables. De haberse esperado medio  siglo más habría enloquecido al ver a sus colegas filósofos (estoicos) de academia con celular de 30 gigas, comunicarse en el mismo momento de marcar hasta el otro lado del planeta, con toda nitidez y viendo la cara  de la persona con la estaba hablando. Diez mujeres hablando por celular dentro una misma unidad del trasporte público. Dos  enamorados en el parque que en lugar de estarse haciendo el amor besándose y acariciándose, están hablando cada uno por su lado en el celular.  Mujeres y hombres de todas las edades sujetando el celular pegado a la oreja y manejando a toda velocidad con la otra mano en la que llevan un cigarro encendido. Alguien sentado en la taza del excusado con el celular en la mano por si alguien le habla. Parejas en el motel interrumpiendo el clímax de la entrega sexual para contestar el celular… Santayana habría enloquecido.

Encontró que lo  que estaba prometiendo ese liberalismo era hacer ciudadanos funcionales para el consumo. Arrancar, como lo hizo en la Revolución Francesa, los grandes contratos, hasta los pequeños, de manos del Estado y ponerlos en manos de los pequeños y grandes burgueses. Y pasar de una cosecha agrícola de autoconsumo a una economía de mercado especulativo.
Dibujo tomado de El Pais, España, 11 octubre 2014

El progreso, ese que habla de la educación académica y de la cultura, quedaba en un trasfondo poco visible. Porque la educación universitaria es costosa, muy cotosa, y las masas de obreros y sus hijos no podrían ni soñar con tener acceso a ella.

Y la universidad pública casi una ilusión sólo para llenar el expediente de nación moderna. Los presupuestos que los gobiernos del mundo  destinan para la educación pública (con excepción de dos países) son siempre magros.

Los exámenes de aptitud casi un sofisma. De veinte millones de jóvenes que hacen el examen serán aceptados trescientos mil. Los que mejor promedio pueden obtener. Ganaron los niños que en sus primeros cinco años de vida fueron alimentados con leche de alta calidad.


Los otros diecinueve millones y medio de rechazados habían sido alimentados, si bien les iba, con leche de escasa calidad pero eso sí abundante en grasas que lejos de alimentarlos los llevaba a la obesidad prematura. Mal alimentados, rechazados de la educación media superior, tenían que irse a la guerra a pelear por la tan anunciada prosperidad que les prometía el liberalismo.

Niño precarista en camino de hacer  examen de admisión.
Ilustración de Max. El País,España, 11-01-14

Santayana empieza así este trabajo: “Para los antiguos, que algo sabían de estas cosas, la libertad y la prosperidad eran difícilmente compatibles; sin embargo el liberalismo moderno quería reunirlos. Los liberales creen que la libre invención, la libre asociación y el libre comercio producen la prosperidad.”

Al final es cuando Santayana se declara un filósofo vejestorio. Lo imaginamos caminar lento por las calles de la vieja Roma, en la última etapa cronológica de su vida, meditando en las formidables  ruinas que el tiempo se tragó. Y diciendo: “Me grada deambular  entre las cosas hermosas que adornan al mundo, pero me aparto de la riqueza privada, o de cualquier tipo de posesiones personales, porque me quitan libertad.”

Y diciendo una vez más: “tal vez lo que el liberalismo aspira a casar no sea tanto la prosperidad como el progreso.”
 
George Santayana
“Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido como George Santayana (Madrid, 16 de diciembre de 1863Roma, 26 de septiembre de 1952), fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista hispano-estadounidense. A pesar de ser ciudadano español, Santayana creció y se formó en Estados Unidos. A los 48 años dejó de enseñar en la universidad de Harvard y nunca más volvió a los Estados Unidos. Escribió sus obras en inglés, y es considerado un hombre de letras estadounidense. Su último deseo fue ser enterrado en el panteón español en Roma. Probablemente su cita más conocida sea «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo», de La razón en el sentido común, el primero de los cinco volúmenes de su obra La vida de la razón o fases del progreso humano.”






















































IKRAM ANTAKI BUSCA EL PRINCIPIO DE LA CONCIENCIA


El banquete de Platón-Ikram Antaki

La conciencia  habitó primero en el Pórtico, luego se trasladó a los monasterios y recientemente  se mudó a los laboratorios de química.

Una manzana no sabe que es manzana. Si lo supiera sería señal  que puede razonar, que está consciente  que es manzana. Este pensamiento viene desde los presocráticos, se profundizó con Descartes y los filósofos de los siglos que siguieron.

Ahora lo que Antaki se pregunta no cómo es, sino   cómo  se formó  la conciencia.

Para Chesterton no hay ningún misterio. En El hombre eterno dice que el humano es tal como lo conocemos, ya dotado de conciencia, desde el primer día que empezó la humanidad. Entre los huesos dispersos, que tan afanosamente  buscan los paleontólogos, no han encontrado el eslabón perdido, entre el simio y el hombre, porque en realidad no existe el tal eslabón. Nada se ha perdido. Todo es hoy como fue en el principio, cuando Tezcatlipoca, más conocido como Zeus, repartió los atributos.

Descartes y Chesterton coinciden: “Para René Descartes, la respuesta es simple: Dios puso en nuestro espíritu, desde el nacimiento, la semilla del conocimiento humano” dice Antaki.

Antaki aborda el asunto no desde la creación sino desde la evolución. Los del tercer partido aseguran que se trata de una de tantas  aporías, esas que no tienen solución, y con las que a los humanos les encanta polemizar.

Llegó el tiempo en el que los neurobiólogos aseguran que “la cosa en sí” depende en realidad de alguna parte del cerebro. Amor y conciencia son productos de descargas eléctricas y fluidos hormonales. El espíritu humano es un manojo de células: “La consciencia resultaría de una actividad distribuida en unos subsistemas cerebrales diferentes.”

En la mitad del siglo veinte hubo una enorme producción de este tipo de literatura hasta convertirlo en género. Había a la sazón mucho escepticismo con relación a la existencia de Dios y en cambio mucha credibilidad que la Bolsa de valores acabaría con la pobreza.

Luego lo de las descargas eléctricas se fue hasta los terrenos de la fantasía y el género empezó a declinar. Alguna vez Antaki, refiriéndose a la hipótesis cartesiana, de un teatro único, escribió (en El banquete de Platón), que “ya nadie creía en un pequeño hombrecito instalado en el cerebro humano dirigiéndolo todo.”

Se retomó la pregunta cómo fue que apareció la conciencia. Se releyeron los grandes textos de los siglos. Tratar de desenredar lo que se había enredado y ciencia y religión marchar paralelos, como las vías del tren, cada una hacia su destino luminoso buscando la superación del humano.

 La superación de la humanidad, ¡toda!, es la razón suficiente de la manifestación de la vida y todo lo demás son pleitos de comadres en día de lavadero. Los laicos con su ética y los religiosos con su metafísica. ¡Y a darse prisa porque ya somos siete mil millones de humanos en este planeta que necesitamos comida, escuela, vestido cultura, fuentes de trabajo y diversión!

“Dios es una cosa en sí, un noúmeno, mientras que nuestra experiencia sólo puede ser una experiencia de fenómenos.”Kant fue el primero que dijo esto.

¿Pero cómo pudo surgir del fenómeno algo que esta fuera de la causalidad? Maine de Biran, entre otros, cree que la conciencia empezó por situaciones antitéticas, por todo aquello que se nos resiste o que nos amenaza.

La falta en la conducta, o la ausencia de virtud, que San Agustín llama pecado, fue como empezó la conciencia en el humano, esa especie de subjetivismo más allá de las pulsiones. Recordemos que   al día siguiente de una borrachera no precisamente brilla el sol.

Jean Wahl, comentando a Hocking, pone a los otros y a Dios como referentes de mi conciencia: “Muestra que en todo acto de conciencia se siente la presencia de nuestros congéneres y de Dios.”(Introducción a la filosofía)
Homínidos ¿De aquí brotó la conciencia o aquí se manifestó?

Es cuando entran en escena la yoidad y la otredad, el yo, mi yo, porque hay conciencia del otro: “un yo, soy yo, y lo puesto en el mismo acto por mí, y no por sí mismo, como un yo, eres tú.” Dice Fichte (Segunda Introducción a la teoría de la ciencia)

Está la angustia de Kierkegaard que, según él, procede de la falta primordial. La duda en San Agustín: “el que duda, vive, tanto si está dormido como si está despierto, vive.”

El principio de la conciencia ya estaba maduro desde que Tucídides escribió, hace casi veinticinco siglos, su famoso axioma que busca remediar. Repetir para aprender para remediar. Todo eso hace pensar, tener conciencia.

Dese luego la experiencia de   ver morir a alguien es algo que siempre hace tomar conciencia de mí mismo. Como Diógenes Laercio relata la muerte de Zenón, el de la escuela estoica. Cuando, ya viejo, sintió que las fuerzas lo abandonaban, exclamó: “He aquí que vengo ya: ¿por qué me llamas?”
Ikram Antaki

“La conciencia de la muerte, agrega Antaki, y la creación artística pueden ser consideradas como los indicios de esta forma  de conciencia más elaborada que es la conciencia de sí.”

Al final, de un recorrido por los siglos, tal vez sigamos haciéndonos la pregunta de Antaki: “¿Cómo es que la conciencia ha aparecido a lo largo de la historia en los homínidos?
























Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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