FAULKNER Y CATULO, TRES MOMENTOS DEL AMOR


Un personaje de William Faulkner (1897 -  1962),  de su obra Don Giovanni, ensaya, en soliloquio, el acercamiento que tendrá con una muchacha:

“Al principio me portaré con indiferencia, como si no quisiera especialmente estar con ella, o como si no quisiera especialmente ir a bailar esta noche. Dejaré caer una observación acerca de haber acudido únicamente porque lo había prometido, ya que en rigor debía haber ido a ver  a otra mujer. Les gustan los hombres que tienen más mujeres. Ella dirá “Por favor, llévame a bailar”, y yo diré “Oh, no sé si quiero bailar esta noche”, y ella dirá “¿No me llevas?” como apoyándose sobre mí-veremos-, sí me cogerá la mano, me hablará dulcemente, bien, yo no responderé, como que no la oigo. Seguirá provocando y al final pondré un brazo alrededor de ella y le levantaré la cara en el taxi oscuro y la besaré, con frialdad y dignidad, como si me tuviera sin cuidado hacerlo o no, y diré “¿Quieres realmente ir a bailara esta noche?”, y ella dirá “Oh, no lo sé. Lo que deseo únicamente es ir por ahí…contigo”, y yo diré “No, vamos a bailar un rato”.
W.Faulkner

  “William Faulkner (nacido William Cuthbert Falkner, New Albany, Misisipi, 25 de septiembre de 1897 - Byhalia, 6 de julio de 1962) fue un narrador y poeta estadounidense. En sus obras destacan el drama psicológico y la profundidad emocional, utilizó para ello una larga y serpenteada prosa, además de un léxico meticuloso. Nobel de Literatura del año 1949.”





El poeta Cayo Valerio Catulo (87-54 a C.) en su obra Algunos versos desvergonzados, ensaya otro soliloquio, o  diálogo con su otro yo, en el que se refiere a los buenos momentos que pasó con su amada Lesbia:

“Brillaron para ti en otros tiempos los soles,
Cuando acudías allá donde quería una muchacha,
Amada por nosotros como no será ya amada ninguna.
Eran entonces aquellas tantas diversiones
Que deseabas tú y que ella no rehusaba
Lesbia

El tercer momento es el mismo soliloquio en el que Catulo se resiste a aceptar que su buena estrella, al menos con Lesbia, ya pasó:

“Brillaron, sí, para ti blancos los soles.
Mas ella ya no quiere, y tú-reprime la pasión-
Tampoco quieras,
Ni vayas tras quien huye, ni vivas desgraciado,
Sino que, duro el ánimo, tente firme. No sientas.
Adiós muchacha, Catulo ya no siente.
Pues que no lo deseas, ya no te irá a buscar
Ni te hará ruegos.

 
Cayo Valerio Catulo
“Gayo Valerio Catulo (en latín Gaius Valerius Catullus; Verona, actual Italia, h. 87 a. C. – Roma, h. 57 a. C., aunque muchos estudiosos aceptan las fechas 84 a. C. – 54 a. C.) fue un poeta latino. Nació en Verona (Galia Transpadana), en una familia influyente (su padre era amigo de Julio César, al que Catulo sin embargo despreciaba, quizá a causa de la sequedad de su estilo literario).”
















J.G. FICHTE, EL DETERMINISMO Y LA INTUICIÓN


El esquiador, que se precipita por la pendiente, sabe que la gravedad lo lleva al fondo del abismo. Vuela hacia abajo razonando lo más lúcido posible.

 Sobre el razonamiento intuye que el final no necesariamente podría ser fatal. Siempre hay la posibilidad de lo aleatorio. Muchas generaciones de esquiadores se han deslizado por las montañas y la mayoría con éxito. ¿Lo aleatorio es una cosa común?

¿Lo aleatorio camina junto a la causalidad? ¡La aleatoriedad y la fenomenología son  antagónicos o se complementan?  

Sobre todos los esquiadores hay algo que permanece en común. Podría ser la genética o podría ser el cielo que se manifiesta por medio de ésta. Hay tela de la que todos podemos  cortar.

J. G. Fichte, H. Bergson y Alexis Carrel  son al menos tres pensadores que han señalado esta energía que lo dirige todo a través de las generaciones y lo cambios.
 
fenomenología y aleatoriedad
La intuición en este descenso es algo que permanece inalterable, por sobre todas  las anfractuosidades del terreno que sube ocasionalmente para otra vez irse hacia el fondo y obliga a  zigzaguear salvando caídas, árboles y grietas del glaciar: “La conciencia de los objetos está, por decirlo así, unida a mi autoconciencia, por dos puntos: en parte por la intuición y en parte por el principio de razón” dice Fichte.

Lo anterior es parte de un diálogo de alguien que  se firma “Yo”, y sostiene con otro al que llaman “El Espíritu”, de la obra El destino del hombre, de Fichte.

Aquí lo que está en el tapete es de dónde viene esa energía que no se interrumpe con todos los altibajos de la fenomenología.

“El Espíritu: Y qué es ahora este objeto pensado, éste objeto deducido o inferido según el principio de razón?

“Yo: Una fuerza fuera de mí…Estoy firmemente persuadido que no lo percibo inmediatamente, sino mediatamente por sus manifestaciones. Sin embargo le atribuyo una existencia fuera de mí. Yo soy afectado, pienso, luego debe haber algo que me afecta.

Recuérdese que Bergson es creyente de la evolución darwiniana pero deja asentado que, por sobre todos los “intentos” de la naturaleza, respecto de la evolución de los homínidos hacia el hombre, hay algo que permanece.

Spinoza también trata de integrar razón con sinrazón: “El individuo sometido a los efectos  no actúa por su propio poder, sino gracias a un poder extraño o al destino (fortuna).” Ética.

Hay un determinismo, como la gravedad con la que se enfrenta el esquiador. Pero ese esquiador está provisto de la intuición que le señala las opciones.

En La incógnita del hombre, Alexis Carrel no quiere recurrir al deus ex machina y permanece rigurosamente pegado al suelo, cuando da su parecer de dónde viene ese determinismo, y para qué estamos equipados, con ese recurso o facultad que los filósofos llaman intuición:

“Como sabemos, nuestra individualidad  nace cuando el espermatozoo penetra en el huevo. Pero antes de ese momento, los elementos de ser existen ya,  esparcidos en los tejidos de nuestros padres, de los padres de nuestros padres y de nuestros más remotos antepasados. Estamos hechos de las substancias celulares de nuestro padre y de nuestra madre. Dependemos del pasado de manera orgánica  e indisoluble. Llevamos dentro incontables  fragmentos de los cuerpos de nuestros ascendientes. Nuestras cualidades y defectos proceden de los suyos. En los hombres, como en los caballos de carrera, la fuerza y el valor son cualidades hereditarias. La historia no puede ser anulada. Por el contrario, debemos hacer uso del pasado para prever el futuro y preparar nuestro destino.”

 En ese “preparar nuestro destino” es el lugar donde la intuición se hace presente y actúa.

Finalmente “Yo” se refiere a esa fuerza (sea de la Tierra o sea de las estrellas): “ella permanece la misma a través de todos los cambios, y es la que admite y sustenta las cualidades.”
 
Fichte
“Johann Gottlieb Fichte (Rammenau, 19 de mayo de 1762Berlín, 27 de enero de 1814) fue un filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.”







H.BERGSON, LA ÚLTIMA FIESTA DEL FIN DEL MUNDO



“A divertirnos y a beber que el mundo se va a acabar”

Es la versión (publicable) de un dicho muy  picaresco de los mexicanos. Recuerda el pensamiento de Bergson, en la parte de su obra Las dos fuentes de la moral y de la religión, en la que se refiere al subyacente temor de los humanos de que todo en realidad acabe definitivamente al morir. Como no tenemos seguridad, bebamos y comamos, que el mundo terminará…

Si tuviéramos plena seguridad que hay inmortalidad los placeres igualmente estarían ahí, pero sin la intensidad que se atribuye al epicureísmo popular.

Desde la caverna, hasta nuestros días, ha habido sociedades sin ciencia, arte o filosofía, pero la religión de alguna manera siempre ha estado presente “nunca ha habido una sociedad sin religión “escribe Bergson.

La religión tribal era una reacción defensiva, contra la posición disolvente de la inteligencia, que suele perderse en el solipsismo. No era el supersticioso temor hacia los dioses, como fácilmente se cree. Era una reacción contra el temor que inspiraba el mismo humano.

El enemigo no era el teocentrismo, al que siempre se le ha buscado con esperanza. Era la zozobra que inspiraba el antropocentrismo. En este mismo momento,  del siglo veintiuno, hay fuerzas desatadas, en algunas partes de todos los continentes, lanzando bombas molotov y gases lacrimógenos en todas direcciones. Es un antropocentrismo al que le falta estabilidad.

Igual que en la teoría de los fractales, donde todo se replica, así entre los humanos. De una escala social la encontramos en muchos hombres en lo individual. En su juventud su conducta tuvo más bien tintes más o menos hedonistas y posteriormente, aunque no todos, se retrajeron hacia  conductas más acordes con la sociedad. Bastaría ejemplificar recordando las vidas de Polemón, filosofo griego (314 aC-276 a. C) y San Agustín (354-430).

Está ya muy estudiado que el fin de los grandes imperios de la antigüedad no se debió a causas exteriores sino primordialmente al egoísmo disolvente de los hombres del interior. El mismo Polemón decía que no puede haber estabilidad en una parte donde griegos erigen estatuas, conmemorando victorias, contra los mismos griegos. La desintegración no tardará en aparecer. Contra esto tenía su razón de ser la intención cohesionadora de la religión.

Lo que ya está documentado, sobre lo profundo de los siglos,  es la aparición de la escuela filosófica llamada cirenaica, fundada por Aristipo de Cirene, quinientos años  antes de Cristo. Tenía su soporte filosófico pero en general sostenía que vivir la vida consistía en una conducta hedonista y buscaba agotar la vida en el placer y la sensación.

Los etruscos, pueblo  de la antigüedad romana, eran hedonistas a la par que grandes guerreros. Ellos sí creían en una vida después de esta pero, producto de su constante actividad guerrera, se aferraban  a situaciones concretas y desarrollaron una sociedad muy marcada por la sensualidad.  Buscaban aferrarse a algo frente a la incertidumbre de la nada.

La  contraparte a esa acción desintegradora de los cirenaicos  fue  la escuela conocida como cínica, fundada por el griego Antistene. Lejos de la connotación que ahora le damos a la palabra cínico. Se les llamaba así porque el lugar en el que enseñaban los cínicos se llamaba Cinosarges, cuya traducción es algo así como perro veloz. Así también era conocida esta escuela, como la “sociedad del perro veloz”.

Los cínicos buscaban  el bien. Despreciaban las riquezas al asegurar que “El hombre con menos necesidades es el más libre y feliz”. Sobre todo por las  injusticias que subyacen en la adquisición de muchas de  esas riquezas. Un mundo que cada tercer día sufre mega fraudes, desde el poder, es un mundo enfermo. Por eso los cínicos  decían diatribas en contra de la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad griega.

Sus seguidores serían, entre griegos y luego romanos, los estoicos, que se erguían en contra de la disolución de las costumbres hedonistas del epicureísmo ramplón. Y los estoicos tendrían sus continuadores en lo cristianos.

Estaba, a la sazón,  la manifestación de los dos modos de vivir. Los cirenaicos apurando el ritmo desde el hedonismo, “porque la vida se acaba y no hay otra vida”, y la de  los cínicos, que observaban una conducta  higiénica con repercusiones sociales sostenida por la fe en una posibilidad mejor a la de esta vida fenoménica.  

Bergson lo dice de esta manera, al final de su obra Las dos fuentes de la moral y de la religión: “ No haría falta más para convertir en realidad viva y operante una creencia  en el más allá que parece  encontrarse en la mayoría  de los hombres...Para saber la importancia que tiene, basta observar cómo los hombres se entregan al placer. No lo harían, o no lo harían hasta ese punto, si no vieran en el placer  un asidero contra la nada, un medio de burlar a la muerte.”
H.BERGSON

“Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (París, 18 de octubre de 1859Auteuil, 4 de enero de 1941) fue un filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, Bergson fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France. En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. régimen de Vichy El bagaje británico de Bergson explica la profunda influencia que Spencer, Mill y Darwin ejercieron en él durante su juventud, pero su propia filosofía es en gran medida una reacción en contra de sus sistemas racionalistas.1 También recibió una notable influencia de Ralph Waldo Emerson.”













MÁS NOTICIAS SOBRE LA CARNE DE PUERCO


21 científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México trabajan en grupo, desde 2005, para descifrar el genoma del parasito que causa la mortal enfermedad de la cisticercosis y que se conoce como taenia solium.

Más de medio siglo la UNAM ha emprendido la investigación del gusano que causa la cisticercosis en el humano. Se aloja sobre todo en el cerebro.

De satanizar a la carne de puerco, como el vehículo que contiene esa enfermedad, se ha descubierto que de otras  maneras la gente también se contagia. Al regar los sembradíos con aguas negras el gusano llega a  anidarse en verduras tales como la lechuga, el brócoli (parece que mayormente  en éste debido a su estructura) y en general  las que se siembran a ras de tierra como papas, zanahorias, etc. Pero también en otras carnes como la de los peces.

Es conocida la ruta que sigue la reproducción del gusano. El humano defeca al aire libre, llega el cerdo a comer el excremento que ya contiene el gusano por haberlo contraído de comer carne de puerco, el puerco sano se infecta y la carne de ese puerco vuelve a ser infectada por el excremento  humano. Así es como se establece el ciclo.

El humano al defecar en lugares cercanos a ríos y lagunas  infecta estas aguas por lo que los peces también  pasan a ser portadores del parasito.

Por defecar al aire libre este parásito se asocia  con las zonas de mayor pobreza de los países sumergentes. Pero es la carne infectada que, de contrabando burla la vigilancia de los controles de sanidad establecidos por los gobiernos, que logra  llegar de esa manera a las mesas de restaurantes de todas las categorías y de las zonas residenciales. Y habría que ver si el cisticerco forma parte del fenómeno de globalización, por medio de los vientos, que lo llevaría a los países emergentes.

Las últimas investigaciones han descubierto que el parásito se esparce más en la población a través de verduras que en las carnes mencionadas.

El peligro de contraer este parásito es muy conocido entre la población. La gente de campo en México le llama “granillo”, por el grano fácilmente detectable debajo de la lengua del animal.

Sin embargo una actitud, que nos llevaría al campo de la especulación filosófica, persiste en consumir esta carne en puestos callejeros y descuidar desinfectar las verduras.

Es una especie de reto al destino. La misma actitud del que maneja vehículo en estado de ebriedad y dice: “A los otros, pero a mí no me pasa nada”. O bien: “De algo  hemos de morir”.

El otro factor es la ignorancia de la, en realidad, alta  peligrosidad de esta enfermedad. El sólo hecho que nada menos que 21 científicos de la Universidad estén trabajando en un consorcio multidisciplinario para descifrar el genoma del Taenia Solium nos da idea de la gravedad del asunto.

Los académicos mencionados son investigadores de los institutos de Investigaciones Biomédicas y del de Biotecnología de la UNAM. Hasta ahora han logrado identificar a 12,839 genes de ese gusano.

 Parásito que se deposita en el organismo humano y está viviendo, nutriéndose, de la persona en la que se aloja, por eso se le llama parasito: “Son parásitos que toman del organismo huésped alimento y procesos como la síntesis de aminoácidos, colesterol y ácidos grasos.”

Esta publicación dice que buscan estrategias “para ubicar blancos potenciales para nuevos fármacos y además de profundizar en la biología molecular de estos organismos, la identificación de nuevos candidatos a vacunas y métodos de diagnóstico.”

Más información se encuentra en el artículo publicado en la Gaceta, de la  UNAM, del 21 de octubre de 2013, Pág.13, con el título Crean ruta para elaborar nuevos fármacos contra la cisticercosiswww.dgcs.unam.mx/gacetaweb/2003/13ene03.pdf












ESCRIBE UNA NOVELA, SANTAYANA ORIENTA


“El universo es una novela cuyo héroe es el ego”, escribe George Santayana en su obra Diálogos en el limbo.

Cada novela y cada poema  salen de un ego muy particular. Y aun cada ensayo y cada historia también se escriben desde un ego único. Los poetas saben de lo que estamos hablando. Un personaje de Ibsen le dice a Peer Gynt, parados ambos en las arenas de Egipto: “Grito en alemán y la pirámide me contesta el eco en alemán.”

J.W. Goethe decía que cuando escribía poemas escribía como Goethe, cuando escribía novelas escribía como Goethe, cuando escribía ensayos escribía como Goethe...

Santayana invita a escribir. Lo que sucede en una novela sólo es cierto en esa novela. Su escaso o amplio valor didáctico, terapéutico o patológico, está en relación a la manera en que toque zonas semejantes al pensamiento de otros.

No se trata de una verdad absoluta, sólo de una verdad parcial. Una verdad que le pertenece sólo  al que escribe. Si el otro no está de acuerdo al leer esta novela, ya puede escribir su novela.
Diario El País, España 15-2-2013

Así se hace hasta en algunas esferas de la academia. Hay historiadores que no están de acuerdo a cómo sucedieron las cosas y se meten a recomponer el pasado. Su lema es “Contaremos lo que nos hicieron y callaremos lo que hicimos”.

Santayana dice de estos historiadores que “su virtud no es ser verídica sino estar bien inventada…Sin embargo los historiadores clásicos no se contentan con citar palabras registradas: componen discursos para sus personajes, bajo la confesada inspiración de Clío; o menos honradamente, en los tiempos modernos, explican cómo se sentían  sus héroes, o que influencias obraban en el espíritu de la época, o qué dialéctica dirigía  la opinión pública de un sentimiento a otro. Todo esto es descarada ficción; y su valor, si alguno tiene, está exclusivamente en la elocuencia, la sabiduría o la información incidental que encontramos en el historiador.”

De la Batalla de Waterloo hay al menos cien historias diferentes  que hemos podido encontrar. Es el subjetivismo del historiador. Es su Batalla de Waterloo. Está en el pleno ejercicio de su libertad hacerlo. La perversión está cuando la mercadotecnia quiere convertir esa verdad parcial, en verdad absoluta. 

Esto sucede hasta en las mejores familias. En filosofía es común presentar la abstracción por la generalidad.

Los mejores novelistas son los que meten a sus personajes en el juego dialectico: “Una mente libre debe vivir en sus propios términos y creer en ellos, porque no son inferiores al mundo en torno. La adoración del hecho sería, por consiguiente, una falta de gusto y de moral.”
El País,España 15-02-2013

De la manera más natural se dicen las cosas. Describir una escena de enamorados hay más de un modo de decirlo. Desde la experiencia propia o echando mano de la intuición: 

“Observo una pareja de amantes  y no necesito tener perspicacia  sobrenatural para ver si el amor es verdadero, si crece o decrece, si es irritable o seguro, sensual o amistoso. Puedo convertirlo mentalmente  en núcleo de mi pequeña novela, y dependerá de mi particular imaginación y de mis dotes literarios el que pueda ir desarrollando los giros de leguaje y de sentimientos capaces de expresar todas facetas las de la conducta de los amantes.”

La mayoría de nosotros alberga en su ser grandes reservas de fe y de escepticismo. San Agustín dice que no hay fe más grande que la fe que duda. El escepticismo es una de las grandes herramientas del método científico. Busca encontrar incoherencias en lo ya establecido. Lo derriba o lo confirma. 

La teoría evolucionista está presente. Habla el antropocentrismo: “No hay destino, sólo cuenta lo que hacemos.” Dice el niño en la película Terminator 2, de Arnold Schwarznegger.

Por otra parte la fe pertenece a la teoría creacionista. Donde todo está hecho y el humano tiene la gran responsabilidad de conservar en buen estado lo que el cielo hizo. 

Desforestación de bosques y selvas, contaminación de las aguas marítimas y continentales, glaciares que desaparecen por el incremento de las temperaturas locales y globales fuera de su ciclo natural, explotación de las masas por medio de la moderna esclavitud conocida como outsourcing, no es lo que el cielo quiere. Al menos eso no lo que postula el cielo de la cultura occidental.

Moverse en la teoría evolucionista y en a la creacionista es lo que le da movimiento a las novelas de los grandes escritores. Un ejemplo: El factor humano de Graham Greenne. Un arquitecto ateo que por alguna circunstancia tiene que vivir entre sacerdotes que sostiene un lazareto en alguna parte de África.

En palabras de Santayana: “Pero lo importante no es cómo se llega a la intuición, sino que, cuando se llega, revela una esencia que no pertenece  por sí misma a esto ni a aquello, sino que es eterna y sin fecha.
G.Santayana




“Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido como George Santayana (Madrid, 16 de diciembre de 1863Roma, 26 de septiembre de 1952), fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista hispano-estadounidense. A pesar de ser ciudadano español, Santayana creció y se formó en Estados Unidos. A los 48 años dejó de enseñar en la universidad de Harvard y nunca más volvió a los Estados Unidos. Escribió sus obras en inglés, y es considerado un hombre de letras estadounidense. Su último deseo fue ser enterrado en el panteón español en Roma. Probablemente su cita más conocida sea «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo», de La razón en el sentido común, el primero de los cinco volúmenes de su obra La vida de la razón o fases del progreso humano.”




POLEMÓN INSISTE EN LA IDEA OPERANTE


La idea operante es la manera que los filósofos llaman a lo que en las calles conocemos con el dicho de”dime qué haces y te diré quién eres”. No qué dices sino qué haces.

En una película del cine norteamericano Jack Nicholson es un terapeuta y  le pregunta al muchacho, que acaba de llegar al grupo de terapia, “Cuéntanos quién eres”. El otro dice cómo se llama. No queremos saber cómo te llamas sino quién eres. Soy subgerente de la compañía tal. No queremos saber  en qué trabajas sino quién eres. Soy un tipo agradable y juego futbol. No queremos saber qué deporte practicas sino quién eres. Sigue una serie de preguntas hasta que el otro descubre que no sabe cómo es.

Palemón fue un filósofo de la antigüedad, de los llamados sofistas. Nació en la ciudad griega de Olete  y se le veneraba mucho en la ciudad de Esmirna, donde abrió una escuela de filósofos.

A Polemón le pasó algo semejante a lo que sucedió con San Francisco de Asís. De vida disipada, tuvo que experimentar un cambio radical en su manera de vivir. Sólo que en el campo de la filosofía, no de la religión. De tal manera que, como  San Agustín, no teorizaba de la vida, sabía de lo que estaba hablando.

Entre otras cosas se le quería porque llevó  concordia  entre los habitantes de esta ciudad que hasta entonces habían vivido una enorme división y antagonismos sin fin entre sus habitantes. Eran mentirosos y acabaron pelándose entre sí. Según noticias se comportaban como los jóvenes de algunas zonas precaristas que existen en muchas ciudades del planeta, del siglo veintiuno, como México, Brasil, China, Estados Unidos, Guatemala…

Los precaristas de un barrio entran en pleito grupal con los precaristas del otro barrio. No hay interés pecuniario ni alguna clase de idea sobre la libertad. Sólo darse de palos y pedradas. Más parece una necesidad de reconocimiento grupal, una carencia existencial que busca hacerse notar. Mas una precariedad de cultura que de dinero.

Una de las maneras de unidad que Polemón echó a andar está contenida en su pensamiento que ningún monumento, levantado por los griegos, sería permanente si conmemora victorias contra los mismos griegos. Algo para meditar…

Pero sobre todo se recuerda a Polemón por señalar nuestra conducta incoherente  como una señal patológica mental. Lo dice a su modo: “No me es menos odioso que las puertas del infierno aquel que dice una cosa con su boca y oculta otra en su corazón.”

En todos los siglos que estaban por llegar, después de Polemón, pensadores de todas partes se harían eco de las palabras de este filósofo de la antigüedad, en lo que respecta a la idea operante.

La religión dice “No mentirás” y  la expresión, tan  llena de vigor,  es, no obstante, tan breve, que la brincamos veinte veces al día. Jesús expresa de manera directa la idea operante con sus palabras:"Por sus obras los conocerás." Pero también parece una manera muy sintética  y seguimos con nuestro doble discurso.Entonces hay que ir con los filósofos que son más explicativos. Y no nos dejan salida por dónde escapar.

H. Bergson es reiterativo en este sentido. En su obra Las dos fuentes de la moral y de la religión, dice: “para saber lo que ocurre en el espíritu de un primitivo y aun de un civilizado, hay que considerar lo que hace, por lo menos tanto como lo que dice…para saber lo que la inteligencia piensa implícitamente, basta mirar lo que hace…si se quiere saber el fondo lo que un hombre piensa, hay que tener en cuenta lo que hace y no lo que dice.”

Es Alexis Carrel el  que considera el asunto de la idea operante, o como ahora se le dice, ”doble discurso” o “doble moral”, desde el punto de vista médico. En su libro La incógnita del hombre apunta que: “La histeria engendra la doble personalidad. El enfermo siente que se transforma en dos individuos diferentes. Cada una de estas personas artificiales  ignora los pensamientos y los actos de la otra…Además de aquellos que se desdoblan  así en dos personas, existen otros grupos cuyas personalidades están disociadas de modo incompleto. En estas categorías se hayan muchos tipos de neuróticos, aquellos que practican la escritura automática, ciertos médiums, y también los seres raros, débiles y vacilantes, que tan numerosos son  en le sociedad moderna…

El “doble discurso” es, pues, una patología, no es una graciosa muestra de habilidad mental. Pero, como en el caso  de los que conducen ebrios y provocan accidentes, es una patología que tiene su responsabilidad, que no puede alegar inocencia ante el juez.

Epicteto (50-130 d. C.) también insiste en  observar la idea operante, no sólo la que se practica en lo individual sino, sobre todo, en lo general. Cuando el asunto del “doble discurso” agarra dimensiones sociales hay el riesgo que se convierta en una nación de vida turbulenta, no de progreso. Al estilo de los muchachos peleoneros  de los barrios bajos.

Igual si se trata de guías sociales formados en toda regla, de manera institucional, como serían sacerdotes, políticos, terapeutas y sindicalistas. Como los que se hacen de manera empírica. A todos ellos Epicteto habla así: “No te des jamás el título de filosofo ni pierdas el tiempo en predicar hermosas máximas. Lo único que debes hacer ante ellos es practicar simplemente lo que estas máximas aconsejan.”

No pide Epicteto grandes demostraciones, bajo los reflectores, o en la primera página de los diarios, o en el noticiero de la noche, hora de mayor audiencia, de honradez política o de santidad. Sólo un detalle simple, discreto, anodino, para empezar a formar el habito de decir lo real, no lo inventado: “en un festín no te metas a predicar cómo debe comerse, sino practícalo.”

Como sea, en todo momento, la implacable  idea operante, de los filósofos,  estará midiendo lo que hacemos, no lo que decimos.

 
La implacable idea operante
Polemón, hijo de Filóstrato, fue ateniense y natural del pueblo llamado Oiete. Siendo joven, era tan incontinente y derramado, que iba siempre prevenido de dinero para hallarse pronto a la consecución de sus deseos, y aun lo escondía en agujeros. Hasta en la Academia se hallaron junto a una columna algunos trióbolos (276) escondidos por él para semejante referido uso. Entró una vez, junto con otros jóvenes, coronado y embriagado en la escuela de Jenócrates, y éste siguió y concluyó el discurso empezado sin alterarse en nada. Hablaba Jenócrates de la templanza, y oyéndolo el mozo Polemón, volvió poco a poco sobre sí, de manera que luego después superó a los demás en el estudio y aplicación, y finalmente le sucedió en la escuela, empezando en la Olimpíada CXVI.”


LOS VIEJOS TIEMPOS DE LA ESCRITURA CON IRVING WALLACE


Remotísimos son los tiempos en que los periodistas, novelistas y poetas, escribían sus borradores a lápiz y los pasaban a golpe de máquina mecánica. Si era necesario modificar una línea sacaban la hoja  y volvían a  escribirla tal cual pero ahora con el agregado.

Si el caso era una novela y no gustaba algo del Capítulo Quinto de treinta cuartillas pues ¡repetir las treinta cuartillas, con la corrección o el agregado! Con algo de maña había que ingeniárselas para acomodar el agregado al final o muy al principio y así sólo repetir tres o cuatro cuartillas. Se dice que Tolstoi (su esposa) revisó siete veces los borradores de La guerra y la paz

Imposible que  haya sido de esa manera, nos decimos desde los tiempos de la computadora. Cómo fue que J. A. Cronin, George Sand, Honorato de Balzac, Santayana, Lucio V.Mansilla, W. Jaeger  con su Paideia, John Updike, Faulkner, Will Durant etc. pudieron escribir sendos trabajos con tan increíbles limitaciones.

Y otros, ¿el colmo! primero escribían a mano, con lápiz, luego se pasaba el manuscrito a máquina…Parecería que estamos hablando de los tiempos de los Tolomeos en Egipto. No, apenas unas cuatro décadas en los países sumergentes y un poco menos en países emergentes.

Eran los tiempos en que los periodistas “cubrían” el evento, corrían hasta   la redacción a escribir su nota o a llevarla personalmente, se metían al cuarto oscuro a revelar la película blanco y negro y, muy apresurados y con mucha practica, y todavía oliendo su ropa a acido acético, una hora después estaban entregando sus fotos para ilustrar el escrito.

Esto lo recuerda mi amigo Yuma, compañero de escalar montañas y que vive de escribir para periódicos y revistas. Mientras viajamos en la línea 3 del “metro”, Ciudad de México, entre las estaciones Hidalgo y Coyoacán, escribe su nota en la computadora portátil (sentado en el piso porque no hay asientos desocupados), hace dos o tres correcciones, borrando y  agregando, introduce la “memoria”, selecciona las fotos y las envía a la redacción. Fin del asunto. Apenas unos minutos.
Los viejos tiempos

Se aproxima el “metro” a la estación Coyoacán y todavía tiene tiempo para contarme los aspectos históricos, casi arqueológicos de cómo  se escribía  apenas  en el segundo tercio del siglo veinte. 

El   fuerte de Yuma  es escribir novelas. Y aquí es donde se comprueba la maravilla llamada computadora, dice. Si a la mitad del Capítulo Tres tienes que modificar algo sólo agregas donde quieras sin repetir nada. La maquina hace todo. Si te equivocas en la ortografía la máquina te los señala y corrige. Tampoco tienes que levantarte e ir hasta el diccionario.

Si necesitas un dato que desconoces o del que no estás seguro marcas Wikipedia y encuentras lo que ni la Enciclopedia Británica contendría. En diez segundos y sin siquiera levantarte de tu asiento, Cierras y vuelves a tu escrito. Y como tengo en mi computadora el programa Dragon ya ni siquiera necesito que teclear, sólo hablo y la computadora traduce en letras.

Extrae un libro de su mochila. Es La creación de una novela, de Irving Wallace. El autor relata aquí todas las que pasó para escribir su famosa novela El Premio Nobel.

Con relación a lo que me contó en el “metro” me lee algunos párrafos,  escritor por Wallace, que describen  cómo cortaba, guardaba, escribía con el viejo estilo de sus tiempos y la máquina mecánica.

“Ya se acercaba a lo que yo quería, por  lo que seguí adelante, rehaciendo cuidadosamente las cinco páginas del primer capítulo...Medité sobre ello y empecé a escribir de nuevo, extendiendo mis dos últimos párrafos…”

Y ahora, lo que haces con un simple clic, a tu “ratón”, para hacer un duplicado de hasta mil cuartillas, o más, y lo conectas con dos o tres hipervínculos y asegurar tu escrito, por si el disco duro de tu computadora se descompone, fíjate en lo que se hacía entonces. Sigue relatando Wallace:

 “Saqué la última página de mi máquina. Hice una fotografía de las cinco primeras, como un ejemplar de seguridad, que después guardaría en secreto en otra habitación de la casa, por temor a que un incendio destruyera mi estudio y el original.”

Nos despedimos. Yuma se queda  en la cafetería a escribir algo de su nueva novela. Camino unos pasos y volteo para despedirme otra vez luego de depositar mi vaso desechable en el cesto y, veo que está escribiendo ¡en papel y con lápiz!

Le pregunto, casi le reprocho, y me dice: “Es increíble el placer de escribir a mano y con lápiz. Da tiempo para pensar, saborear, rectificar, borronear, encimar notas entre los renglones…Y mientras borroneas se te viene otras ideas y… a grega: También es una delicia consultar el diccionario tradicional. Buscas y al rato ya estás leyendo lo que ni siquiera buscabas inicialmente…

Adiós Tolomeo. ¿Escribir es un placer? Ezra Pound decía que escribir es una monserga. Al grado que le pedía a los dioses que le dieran otro oficio que no fuera el de escritor en donde todo el tiempo se está rebanando los sesos.

 Eso decía pero fue feliz toda su vida escribiendo poemas. Se dice que pasó quince años escribiendo una sola de sus poesías.

Tú escribiste dos cuartillas en pocos minutos en el “metro”.

 Escribir para periódicos y revistas, dice, es pura talacha donde sólo repites escribiendo lo que otros dijeron. Escribes lo que precisamente te importa un carajo. Sólo escribes para comer. Ahí no hay nada de creación propia como en una novela o un poema tuyo. Aprovecho para leerte otro párrafo de Wallace. Se refiere  a lo que comunicaba a otras personas relacionadas con su avance que iba teniendo en la redacción de su novela de El Premio Nobel:

“Existen  copias de las cartas  que escribí a  mi ayudante  en las investigaciones, a mi editor, al director de la editorial, a mi agente literario…” 

¿Puedes imaginar ese mundo? Porque después de escribirlas era necesario ir hasta la oficina de correos más cercana y enviarlas. Echar una por una las cartas por la rendijita metálica de la pared que decía “Nacionales”.

Y, sin embargo, agrega Yuma,  a mano, como es el caso de Cervantes, y después a máquina mecánica, se escribió durante siglos lo que hasta ahora conocemos de la gran cultura occidental…

¿Los de la computadora podremos escribir como aquellos que escribían a mano? Porque una cosa es la tecnología como herramienta  y otra el genio creador.
Irving Wallace

“Irving Wallace (Chicago, Illinois, 19 de marzo de 1916 - Los Ángeles, California, 29 de junio de 1990) fue un escritor estadounidense de gran fama en todo el mundo.Realizó sus estudios en Kenosha, Wisconsin, luego en Berkeley y en Los Ángeles. Desde muy joven se dedicó al periodismo y pronto adquirió cierto prestigio por sus artículos y cuentos en los principales periódicos de su país. Fue considerado como uno de los más importantes escritores de su país y un novelista de gran talla.”








LO POSITIVO DEL MAL EN SAN AGUSTÍN


Lo que tiene de positivo el mal es que nos revela que en  la humanidad predomina el bien. El mal es una abstracción, un alejamiento, del bien. Como la enfermedad corporal es un alejamiento del estado de salud del individuo.

San Agustín dice que la perversidad no es una cosa por sí, sino que se deriva del Bien. Buscando lo que es el pecado: “Encontré que no era una sustancia sino la perversidad de una voluntad hacia las cosas inferiores que arroja sus bienes interiores y se infla por fuera.”

Algo se corrompe a partir de un bien. No tiene sentido decir que se corrompe a partir de un mal: “Si las cosas no fuesen nada buenas, no habría en ellas qué corromperse.”

 Esto, que parece muy del terreno de la teología, nos proporciona información de la vida común en la que nos movemos todos los días. Sabemos que en algunos lugares la policía se volvió corrupta. Esto nos dice que se alejó de toda ética y disciplina que todavía rige en la normatividad de las instituciones de ese país. Nos dice, por contraste, que las instituciones son sanas, no  corruptas: “Claramente se me manifestó que son buenas las cosas que se corrompen.”

Si fueran malas no se descompondrían porque ya están descompuestas. Un automóvil descompuesto no se puede descomponer porque ya está descompuesto. Tiene sentido decir que  se descompuso sólo a partir de un buen estado.

Para evitar que algo se enferme o se descomponga, hasta la inutilidad final, está la prevención. En el caso de los humanos y de los animales la ciencia tiene lo que se conoce como medicina preventiva. Sabemos que consiste mayormente en administrar las vacunas, recomienda alejarse del sedentarismo, da pautas de higiene y alimentación balanceada, etc.

En el caso de los automóviles es necesario llevarlos periódicamente a “revisión” al taller mecánico. Si se trata de policías y obreros las platicas o “talleres” se encausan hacia una conducta ética, a través de conocer y observar (no nada  más conocer) los reglamentos o los contratos colectivos de trabajo, que tienen estipulados deberes y obligaciones.

Tenemos conciencia del mal público  porque las noticias, principalmente, nos informan de ello todos los días y a toda hora.  Al menos no hay relación. Las primeras  páginas para lo mal puesto. Lo bien hecho anda por ahí, perdido, en algún lugar de  la página ocho. Así es como la abstracción parece ser la generalidad. Un policía corrupto es noticia, mil policías íntegros, según el código ético de su normatividad, no son noticia.

En el mes de febrero del 2013  murieron varios cientos de personas en México debido a la fiebre influenza. Hubo una gran conmoción. Pero nadie dijo que 115 millones de mexicanos estaban libres de ese peligro. Tanta gente sana no es noticia.
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Aquí debemos poner, como algo que se agregaba  en las cartas, cuando las cartas se enviaban por correo motorizado, una P.D.

Parecería que una cosa que se descompone, a partir de su buen estado, fuese una cuestión sencilla, pero no lo es. En ese mismo lugar de su obra San Agustín hace mención de que lo bueno, cuando es tan bueno, es incorruptible. Las cosas sumamente buenas tampoco se pueden corromper: “Porque si fuesen sumamente buenas, serían incorruptibles.”

¿Qué paso en el mismo cielo con la rebelión de los ángeles que hicieron uso de su libre albedrio y se revelaron?

 Abrir esta ventana nos llevaría muy lejos. Nos metería en el terreno del devenir, en el que se necesita la presencia de fuerzas (al parecer)  antagónicas para que tenga lugar el movimiento, la vida…

Segunda P.D.

Es el momento para que el  interesado en saber qué sigue de este asunto, se dirija a la librería y busque Confesiones, de San Agustín… En nuestra edición está en el capítulo XII del libro Séptimo…
San Agustín

“Agustín, considerado el más grande entre Los Padres de la Iglesia y uno de los filósofos cristianos más importantes de todos los tiempos, nació en el año 354 en la ciudad de Tagaste, en la provincia romana de Numidia (hoy Argelia, en el norte de África). Su padre era pagano y su madre cristiana (santa Mónica).”











W.DURANT CONFÍA EN LA JUVENTUD, MÁS QUE EN ESTAS LEYES



FILOSOFÍA, CULTURA Y VIDA-TOMO II-EDITORIAL SURAMERICANA-BUENOS AIRES, 1960

Una sociedad con leyes apunta hacia el orden y la prosperidad.  Pero una juventud educada-dice Durant-buscará el progreso y la libertad, en la cultura, como buscan las flores el sol.

Es el difícil dilema  de gobernar con libros de cultura, no tanto con libros de leyes. La difícil ecuación: entre más libros menos cárceles. “Lo mejor que podemos hacer por la comunidad es no encadenarla con leyes sino fortalecer nuestras propias vidas con tolerancia y honor.”
Tomado del diario El País,España

Casi una utopía. Pero de utopías que se alcanzan es de lo que se compone lo que llamamos Cultura Occidental. Los pueblos que se han quedado en la utopía no son de la cultura occidental, aunque geográficamente estén en el occidente.

Quienes conozcan a Shakespeare, Goethe, Emerson, Virgilio, Miguel León Portilla, Tolstoi, Santayana, Juan Carlos Dávalos, Schopenhauer, Jean Wahl, a la Ilíada, al Popol Vuh…no tendrán por qué enfrentarse con el espíritu de las leyes.

El gran debate mundial  de legalizar, o no, la mariguana, dice de  un mundo de viejo estilo, cuando los padres no educaban a sus hijos pero sí los llenaban de temores. Carentes de vitaminas culturales, los hijos se perdían a la vuelta de la esquina.

Los laicos haciendo, no diciendo, con su ética y los religiosos, haciendo, no diciendo, con su moral. Entonces ya podrán circular por las calles todas las realidades imaginables. De todas maneras el perdido se perderá en la práctica del puro empirismo, porque ya nació con la bolsa de veneno bajo sus colmillos.   Hay que confiar en que los pillos, que se arman de cultura, para mejor cometer sus pillerías, son siempre una minoría.

El resto, como hacen los militares al atravesar un campo minado, se guiará por la intuición y el conocimiento. La intuición es lo que ha guiado a la especie no sólo a través de su natural animalidad sino también  a través de los paternalismos que prohibían pero que no enseñaban.

El principio es que las Cámaras de Legisladores autoricen presupuestos suficientes para las universidades públicas. He aquí la oportunidad para ejercer una paternidad responsable. Universidades verdaderamente universales libres de la férula del gobierno y también libres de las sectas culturales, del color que sean. Las abstracciones culturales siempre son sospechosas.

Universidades universales que enseñen, que investiguen y se difunda ese saber, a los cuatro vientos, no que se quede guardada para unos cuantos. Si por definición la universidad pública es sostenida por todos, ¿por qué cada año se quedan fuera millones de jóvenes del otro lado de la reja sin poder estudiar?

 ¿Cámaras de Legisladores  con  paternalismo responsable? “Tiempo llegará-dice Durant-  en que los hombres comprenderán que la función suprema  del Gobierno no es legislar sino educar. No es hacer leyes sino escuelas.”

Durant no aboga por el mundo de la anarquía, sino por una mejor clase política: “No debemos perder  la esperanza en nuestra especie hasta el extremo de creer  que el Gobierno estará siempre  en manos de los políticos. Cada día se eleva un poco más el nivel de la inteligencia. Cada generación nueva aumenta la herencia cultural de la humanidad y la transmite a minorías cultas más numerosas que las precedentes.”

Al final del Capítulo XVII, que llama Elogio de la libertad, Durant escribe: “Dejemos que los jóvenes  sean felices; pronto serán viejos y la lasitud de la carne  les hará virtuosos. Si su moral es, transitoriamente, un poco relajada, ellos mismos la corregirán cuando crezcan en experiencia y saber; en último extremo, tal como sugería Sócrates, debemos instruir, más que prohibir. Si queremos mejorar la moral de los demás, mejoremos primero la nuestra, pues el ejemplo habla tan alto que los preceptos apenas se oyen.”
W.J.Durant

“William James Durant (5 de noviembre de 1885 - 7 de noviembre de 1981) fue un filósofo, escritor e historiador estadounidense de los siglos XIX y XX. Conocido ante todo por su obra The Story of Civilization (Historia de la Civilización) narrada conjuntamente con su esposa Ariel. Nació en North Adams, Massachusetts. Sus padres Joseph Durant, y Mary Allard, emigrantes franco-canadienses, formaron parte de la emigración de Quebec a los Estados Unidos.En 1900 comenzó su educación con los Jesuitas en la Saint Peter's Academy. Más adelante, continuó en el Saint Peter College en Jersey City, Nueva Jersey. En 1905 adoptó la ideología Socialista. Graduado en 1907, trabajó como periodista para el New York Evening Journal de Arthur Brisbane.”













Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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