SCHOPENHAUER Y LA NUEVA PEQUEÑA VIDA POR LA MAÑANA


 

Nueva vida es la que empieza por la mañana.

Pequeña  nueva vida cada mañana. No apocada, o minimizada, en cuanto a calidad. Lo de pequeña se refiere al tiempo que durará este día.

El día es luminoso, productivo y positivo, y la noche su contraparte, es la idea de Schopenhauer: “La noche es la vejez del día.”

Actuamos movidos por esas variables biológicas conocidas como Ritmos Circadianos, de nuestra interioridad, pero que también corresponden a estímulos exteriores. La ciencia le presta mucha atención a esos Ritmos Circadianos.

No confundir los Ritmos Circadianos con el mercado del miedo, explotado desde la antigüedad, como una maquinación de los planetas.

Semejante a los Ritmos Circadianos son los estados de ánimo a los que Schopenhauer se refiere. A lo que el filósofo va es que las sombras de la noche, y nuestra fantasía, no son propicias para la creación positiva porque experimentamos como una suspensión tanatologíca de la vida.(Hay excepciones como la de Balzac que, dicen,  escribía de noche, ayudado por cuarenta tazas de café):

“La noche da todas y cada una de las cosas su tinte sombrío. De ahí que la mayoría de nuestros pensamientos ante de dormirnos o al despertar por la noche sean unas desfiguraciones e inversiones de las cosas casi tan malas como lo son los sueños, y que además cuando afectan asuntos personales, sean usualmente oscuros como boca de lobo y hasta espantosos.”

En cambio el amanecer es el tiempo propicio en el que pueden desarrollarse nuestras potencialidades. Pero, hace hincapié en esto: el día dura poco y es necesario cuidar en no desperdiciarlo en actividades inocuas: “No debemos acortarlo levantándonos tarde ni desperdiciarlo en ocupaciones indignas o con conversaciones, sino que hemos de considerarlo la quintaescencia  de la vida y, en cierta medida, sagrado.”

Señala cuáles sí pueden ayudar y son al menos tres: 1) comer de manera inteligente,2) hacer ejercicio al aire libre, para recordar que en el planeta todavía  hay aire, lluvia, tierra, sol, que aun hace calor y también frío y,3)dormir de manera natural(sin somníferos) lo mejor posible.

La metáfora consiste en que este día, y la noche que le corresponde, es como el nacimiento por la mañana y la muerte por la noche. Y mañana, cuando vuelva a salir el sol, otra vez renacer. Es un viaje de ida y vuelta entre tanatología y ontología.
C.S.Lewis entrando a su estudio por la mañana

El “sueño reparador” es una frase que conocemos pero Schopenhauer se refiere que, con las sombras de la noche, la fantasía se vuelve tenebrosa: “La noche es la vejez de la vida: por la noche estamos fatigados, locuaces y aturdidos.”

Perdida la conciencia en  el sueño, todo nuestro ser trabaja por reparar lo dañado durante el día. Como trabajan los miembros de una “escudería” que, a marchas forzadas, maniobra con precisión para componer las averías del carro de carreras y quede  en condiciones de reintegrarse al circuito de la competencia.

Sin la bella fantasía de la competencia, la realización, el triunfo o lo que sea, todo en la “escudería” quedaría reducido  a tuercas y tornillos, planetas y fluidos sanguíneos.

 No escalaríamos montañas, no escribiríamos un poema o una novela. O no confiaríamos en que más allá de esta vida, limitada de los sentidos, hay otra vida inteligible y eterna.

“El tiempo adecuado para eso es la mañana-dice Schopenhauer-, como lo es en general para todos los trabajos sin excepción, tanto intelectuales como corporales. Pues es la mañana  la juventud del día: todo es claro, fresco y ligero: nos sentimos con fuerzas y tenemos todas nuestras capacidades plenamente disponibles.”(Parerga y pralipómena)

 
Schopenhauer

“Arthur Schopenhauer (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta. En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos, y especialmente contra Hegel, lo que contribuyó en no escasa medida a la consideración de su pensamiento como una filosofía «antihegeliana».Wikipedia

 

 

 

 

 

EPICTETO, REGLA DEL ZAPATO


 

Epicteto sugiere la regla del zapato para el bien vivir.

Recurre a la metáfora del tamaño del pie. Nadie puede caminar con un zapato chico y,  con uno más grande, se vería ridículo. En ambos casos acabarían perjudicando al pie con repercusiones de mal estar para el cuerpo entero:

“Las necesidades del cuerpo deben ser la medida de lo que cada uno debe tener, como el pie es la medida del zapato. Guarda bien esta regla.” (Epicteto, Enquiridión o Manual)

Conocer el hueso, o los huesos, dice Aristóteles, se conoce la esencia, o para qué fue dotado de esa manera, y no de otra. (Metafísica, Lib. II, Cap.1).

Al pie no se le puede poner otro zapato sino el suyo. O el trayecto que dure su vida será un tormento. ¡Y habrá que agarrar su turno en el  confesionario del sacerdote o, si laico, en el consultorio del psiquiatra.

Los zapatos que lastiman no saben de sofismas. ¡Lastiman y punto! Si se insiste en ignorar el malestar con el tiempo saldrán callos y juanetes. Y finalmente una deformación a nivel de cirugía. Lo  equivalente en conducta humana sería  el Retrato de Dorian Grey, de Wilde.

De existir las visitas guiadas a hospitales y cárceles(al estilo de los  cursos propedéuticos)  tendríamos una idea clara de lo que nos dice Epicteto, cuando no supimos cuidar la salud psicofísica y la libertad personal.

Epicteto nació a mediados del primer siglo d C. De la escuela de los estoicos, no tiene, como todos los filósofos clásicos, un sistema o teoría filosófica. Sólo  una regla con la que podamos medir nuestras acciones en la vida: la del tamaño del zapato con relación al propio pie.

Su filosofía es de fácil entendimiento pero de difícil seguimiento. Tres siglos antes Aristóteles había hecho esta observación: “La ciencia, que tiene por objeto la verdad, es difícil desde un punto de vista y fácil desde otro.”

 En pocas palabras, vivir conforme lo que en lo interior dependa de mí. Porque si ajusto mi vida a lo que pertenece a mi exterior, la vida me va a llevar como veleta perdida en alta mar bajo la tempestad. No en lo referente a lugares y circunstancias, del diario vivir,  sino a mis sentimientos.

Y la otra manera de no hablar de mí, de esconderme de mí, es hablar de los otros. Lo mismo si hablo que si escribo.

La muerte de cualquiera, sobre todo la de mimismo, es cosa seria, no cabe duda. Con frecuencia en el alpinismo se le roza demasiado cerca.

 Epicteto llama a reflexionar en ella no como una morbosidad sino como parámetro para no ocuparme, mientras tengo vida, en charlas de comadres camino del mercado: “Cuida particularmente de la muerte, porque por este medio no tendrás ningún pensamiento bajo ni servil, ni desearás nunca nada con pasión.”

Epicteto  traía  los pies en libertad.
Pero yo, que soy hombre moderno del siglo de la televisión, teléfono celular en la mano, Internet, y la tableta eléctrica, lo que quiero es llegar a tiempo al trabajo. Reviso  apresurado mi agenda electrónica para efecto que no se me escape el onomástico de mi jefe con miras a buscar  ser invitado a su fiesta.

Epicteto habla de cosas de calidad con las que tenemos que vérnoslas. Por ejemplo, dice que debo sentirme afortunado porque alguien no me invitó a su banquete. Eso es una de las cosas que pertenecen a mi exterior, no a mi interior.

No entiendo. ¿Por qué debo sentirme afortunado? ¡Porque no me vi en la necesidad de adular a nadie en pago por la invitación!, dice: 

“No te complazcas en lo exterior… ¿Depende de ti el tener la soberana autoridad, a ser convidado a los festines y, finalmente, poseer todos los demás bienes extraños?”

El aristócrata Leopold, del siglo diecinueve, viaja en la máquina del tiempo al Nueva York del siglo veinte (film: Kate y Leopold- Meg Ryan y Hugh Jackman-de James Mangold, 2001) y se queda maravillado de los adelantos tecnológicos: el tostador de pan, el teléfono, el elevador, el autobús, la libreta electrónica…Pero no entiende por qué la gente consume cosas que no le sirven para nada bueno. Come galletas, con sabor a jabón, que la mercadotecnia las exhibe como alimento excelente. En una escena Leopold le dice a Kate, la experta vendedora: “¿Qué le pasó al mundo? ¡Tiene todas las ventajas sin tiempo para la integridad!”

Así de sencillo y difícil es el pensamiento de Epicteto. Procura en todo momento de poner  a salvo los valores esenciales de la vida. Si no se les quiere llamar morales, se les puede mencionar  valores de respeto.

Epicteto no es esclavo del pensamiento tanatológico, pero, hace la observación que allí, en algún  lugar y en un tiempo ineludibles, me espera la muerte. Y que más me vale aprovechar en calidad de vida cada minuto, y “no  gastar la pólvora en infiernitos”.

 Como Rafael, personaje de Balzac en su novela La piel de zapa, que quería apurar los placeres de la vida, ser famoso y rico. Y a los veintitantos años de edad ya había logrado todo eso, al precio de estar consumido como piltrafa en una cama de hospital.

Filósofo estoico, Epicteto vivía bajo  regla de austeridad, y hablaba, no para todos, sino  para el que aspirara vivir como filósofo, de ahí su manera imperativa de decir las cosas.

Rafael, en cambio,  era, como muchos de nosotros, con ambiciones más allá de las necesidades básicas. Era, lo que se dice, un hombre moderno.

Bien mirado, Epicteto era un individuo obsoleto. Para no equivocarse de tamaño de zapato, andaba descalzo…

EPICTETO
Epícteto (en griego: Επίκτητος) (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135) fue un filósofo griego, de la escuela estoica, que vivió parte de su vida como esclavo en Roma. Hasta donde se sabe, no dejó obra escrita, pero de sus enseñanzas se conservan un Enchiridion (Ἐγχειρίδιον) o 'Manual', y en unos Discursos (Διατριβαί) editados por su discípulo Flavio Arriano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Urania, preferida de Platón


 

Platón prefiere a Urania pero los hombres preferimos a Polimnia.

A dos mil quinientos años, que se empezó con este tema, ahora  ya podemos ver, en nuestro siglo veintiuno, los resultados de esas preferencias.

Virtud e instinto, instinkt, que va de la mano con pulsión, son los ingredientes que Platón considera para que la vida del individuo, y la del Estado, se puedan realizar en felicidad.

Si lo que mueve es sólo lo biológico, el tren descarrilará para todos. Como en Australia una vez fue la plaga de conejos.

Es lo que este filósofo dice en su libro El banquete.

Y como se trata de un banquete, en el que se mueven los personajes de esta pieza, Platón utiliza un símil que nos puede ilustrar en lo inmediato: la comida. Es una necesidad y un placer. Igual que en el amor. Pero si no hay mesura de mi parte para administrar los ingredientes, acabaré en el hospital.

Escribió este filósofo hace ya muchos siglos: “Se requiere la misma prudencia en nuestro arte para arreglar el uso de los placeres de la mesa, de modo  que se goce de ellos moderadamente, sin perjudicar a la salud.”

Llevado el asunto al terreno del amor los griegos tenían dos afroditas: Urania y Polimnia. La  de  amores sensatos  y duraderos la primera. La segunda de relaciones ocasionales,  con graves  repercusiones para la sociedad.

Pero, ojo, está visto que  son  a los hombres a los que la diosa Afrodita Polimnia arropa más que a las mujeres. Los olímpicos protegían a los que más les rendían culto. En este caso, los hombres.

Se considera que en el planeta había, en el año 1750, mil millones de habitantes y en el año 2, 000, 7 mil millones.

En un país de 100 millones de habitantes, que ocho millones sean  madres solteras, es como para buscar otra vez este libro de Platón y leerlo con más atención. Y enseguida El zoo humano, de Desmond Morris.

Pocas de estas madres solteras tendrían  los recursos necesarios para proporcionar a sus hijos una educación que haga de él un ser humano y también, con la capacidad universitaria, que lo haga apto para las necesidades del mercado laboral, al que todos tendremos que llegar. ¡Utopías aparte!

En Paideia, W. Jaeger describe con amplitud una de las causas por las que el matrimonio debía permanecer unido: para cuidar de la educación de los hijos. Hasta hubo un modo de organización integrado por mujeres capacitadas y dedicadas al cuidado de los niños: “Recomienda (Platón) a ambas partes (esposo y esposa) que dediquen una atención especial a estos problemas  y crea una comisión de mujeres, instalada en el templo de Ilicia, diosa de los natalicios.”

Hesíodo, en su Teogonía, dice que el Amor fue el primero de los dioses que llegó después que hubo pasado el Caos y de haber llegado la Tierra:

Mucho antes de todas las cosas existió el Caos; después

La Tierra espaciosa.

Y el Amor, que es el más hermoso de todos los Inmortales.”

AFRODITA
Platón advierte de desorden si Afrodita popular logra cautivarnos: “Respecto al (amor) de Polimnia, que es el amor vulgar, no se le debe favorecer, sino tratar con gran reserva y de modo que el placer que procure no pueda conducir nunca al desorden.”

Libertarios y conservadores, con respecto del amor, acostumbran arrojarse feos adjetivos en ambas direcciones. Morris nos orienta con mirada  de zoólogo. Tiene al menos diez puntualizaciones.

Sorprendentemente, en realidad pocas veces se trata el sexo de vaginismo y de falismo. Como Morris nos ilustra más adelante, la mayoría de las veces se busca la práctica sexual por aburrimiento o por demostrar quien tiene más estatus.

Comer “palomitas”, en tanto vemos una película, no quiere decir que lo hacemos porque tenemos hambre, también, como el sexo, puede tener por lo menos diez motivaciones. Apuntamos sintéticamente lo que  Morris observa (Desmond Morris, libro: El zoo humano):

Del  sexo procreador: “Una pareja desposada no es sólo una unidad sexual; es también una unidad parental, y, cuando más parentalmente ocupada esté, mayor será su unidad.”

Del sexo formador de pareja: “El animal humano es básica y humanamente una especie formadora de parejas. Cuando entre dos consortes en potencia se desarrolla una relación emocional, ésta es fomentada y estimulada por las actividades sexuales que comparten.”

Del sexo de mantenimiento de pareja:” Cuando se ha formado con éxito un vínculo de pareja, las actividades sexuales continúan funcionando para mantenerlo y reforzarlo.”

Del sexo fisiológico: “En el macho y la hembra humanos, adultos y sanos, existe una básica exigencia fisiológica  de repetida consumación sexual. Sin esa consumación, se origina una tensión  fisiológica, y, finalmente  el cuerpo exige un alivio de la misma.”

Del sexo exploratorio: “Una de las más grandes cualidades del hombre es su inventiva. Con toda probabilidad, nuestros antepasados monos se hallaban ya dotados de un nivel razonablemente elevado de curiosidad; es ésta una característica de todo el grupo de los primates.”

Del sexo recompensador por sí mismo: “Si resulta ser un modelo recompensador, volverá a ser practicado una y otra vez, aun cuando no sea ya una novedad.”

Del sexo ocupacional: “Este es el sexo que opera como terapia ocupacional, o, si usted lo prefiere como un instrumento contra el aburrimiento…funciona como remedio terapéutico de la condición negativa producida por un medio ambiente monótono y estéril. El aburrimiento leve acarrea indiferencia y falta de dirección o de motivación. El aburrimiento intenso, en un medio desolado y vacío produce un impacto diferente. Crea ansiedad y agitación, irritabilidad, y, por fin, ira.”

Del sexo tranquilizador: “Así como el sistema nervioso no puede tolerar una acusada inactividad, así también se revela contra las tensiones de la excesiva superactividad. El sexo tranquilizador es la otra cara de la moneda del sexo ocupacional, en vez de ser antiaburrimiento, es antiagitación.”

Del sexo comercial: “La mujer (o el hombre) que se casa por dinero...”

Del sexo de status: “El sexo de estatus está referido a la dominación, no a la reproducción…para la hembra mamífera el papel sexual es esencialmente de sumisión, y para el macho es esencialmente de agresión…las acciones realizadas son todavía acciones sexuales, pero no están ya sexualmente motivadas. Han sido impregnadas por la dominación… el supuesto señor del harem actual tiene que conformarse generalmente con una larga serie de hembras, dominándolas de una en una, en vez de congregarlas a todas a su alrededor simultáneamente.”

Vale decir que el señor del harem es una figura destacada en la cifra de los ocho millones de niños sin padre del país sin nombre.

El matrimonio monógamo, sensato y duradero, que da estabilidad al hogar, a la sociedad y al Estado, es al que se aspira en el área de la cultura occidental. Ni siquiera es idea  del cristianismo.

Viene de más lejos. Lo motivan primordialmente los sentimientos de amor, pero ahora, por lo visto, en las estadísticas de población mundial, no podrían pasarse por alto las cuestiones económicas.

Penélope esperó muchos años a que su esposo Odiseo regresara de la guerra de Troya. Como ahora hacen las mujeres campesinas mexicanas, y de los países del sur del continente americano, esperando a sus maridos que se van a buscar trabajo a Estados Unidos. Medea provocó la tragedia que ha horrorizado al mundo porque su marido Jasón entra en amoríos con otra, etc.

En otras áreas del planeta operan otros modelos de relaciones sexuales como el asiático, algunas áreas de la Península arábiga, el remoto oriente, etc., con predominancia  al matrimonio múltiple, pero para occidente es lo que significan la dualidad, la antinomia, Urania y Polimnia.

Platón parece dirigirse a los hombres, y no a  las mujeres, como los principales actores de la sobrepoblación. Un hombre, dice Schopenhauer, puede embarazar a cien mujeres en un año, en tanto una mujer sólo puede embarazarse una vez al año.

Aristóteles coincide con Schopenhauer: "Lo mismo puede decirse del macho con relación a la hembra; ésta puede ser fecundada por una sola unión mientras que, por el contrario, el macho fecunda muchas hembras." (Metafísica)
 

Por eso y por otras causas más, esenciales y practicas,importantes para los individuos y para la sociedad, Platón ve con mejores ojos a Afroditas urania, la de los amores bellos porque su  causa es la virtud:

“Este amor es el de la Afrodita urania; es celeste por sí mismo; es útil a los individuos y a los Estados.”

 
PLATÓN

“Platónn. 1 (en griego antiguo: Πλάτων) (Atenas o Egina,1 ca. 427-347 a. C.)2 fue un filósofo griego seguidor de Sócratesn. 2 y maestro de Aristóteles.3 En 387 fundó la Academia,4 institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos añosn. 3 y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.n. 4 Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política,”WIKIPEDIA

 

 

 

 

PASCAL, JUEGO CON PELOTA


 

El hombre no es un ángel ni tampoco es una bestia, asegura Pascal en su obra Pensamientos.

Si fuera aquel estaría ocupado de cosas serias. Mirando hacia Dios, rezando, quemando incienso como vehículo de trasportar la oración y sobre todo haciendo obras buenas con el prójimo.

O si fuera bestia nada más en la satisfacción de sus necesidades primarias, tragar, copular, defecar, matar para volver a devorar y otra vez a copular. Como hace la fauna del desierto.

En cambio, lo vemos ocupado en jugar a la pelota. De futbol, tenis, beisbol, de billar o seguirla con una vara desde arriba montado en un caballo, o tratando de meterla en la canasta amarrada en lo alto de un poste y los niños jugando a las canicas. Todos ellos están afanados en mover esa pelota.

JUEGO DE LAS CANICAS
Hay cosas urgentes que resolver de la Iglesia, del Estado, de la Ciencia, de la Economía. Por qué no se avoca a ello y en cambio sigue empujando y persiguiendo una pelota.

Acaba de perder a unos seres queridos  y debía estar desgarrado en llanto, patológicamente triste,  haciéndose preguntas profundas como ¿por qué’, ¿qué hice mal?, o si esto o aquello. Por fuerza debía estar filosofando o teologizando, empírica o sistemáticamente, o mesándose los cabellos, como en las tragedias  de Eurípides o  de Shakespeare.

Continúa persiguiendo a la pelota. ¿Por qué hace eso? Llama la atención  semejante proceder porque lo mismo hacen los plebeyos que los aristócratas.

Porque es hombre. Porque no es ni ángel ni bestia. ¿Será ambas cosas?

“Ese hombre, tan afligido por la muerte de su mujer y de su hijo único, que tiene esta gran queja que lo atormenta, ¿de qué proviene que en este momento no está triste, y se le ve tan exento de todo pensamiento penoso e inquietante? No hay que extrañarse: acaban de sacar, en el juego, la pelota, y es precisó que la devuelva a su compañero; está ocupado en cogerla a la caída del tejado para ganar una chara;¿cómo quieres que piense en sus asuntos teniendo este otro asunto entre manos? He ahí un cuidado digno de ocupar esta grande alma, y de quitarle todo otro pensamiento del Espíritu. Ese hombre, nacido para conocer el universo, para juzgar de todas las cosas, para regir todo un Estado, he ahí ocupado y todo lleno de cuidado por cazar una liebre. Y si no desciende hasta eso y quiere estar siempre en tensión, no será por eso menos necio, porque querrá elevarse por encima de la Humanidad y no es más que un hombre, a fin de cuentas, es decir, capaz de poco y de mucho, de todo y de nada; no es ni ángel, ni bestia, sino hombre.”

Ya medio mundo ha puesto a este individuo bajo la torreta del microscopio  y escribe de él sendos tratados vistos desde todos los ángulos de la Academia, empezando por la filosofía, ¡que sólo leerán siete o tal vez ocho!

¡Que lo hagan! Tal vez esos observadores no tengan piernas para empujar la pelota y con toda probabilidad tampoco saben reír. Porque jugar la pelota y reír son una misma cosa. Nadie que esté furibundo, o que  sea incapaz de quitarse la corbata, tiene la mínima posibilidad de reír y decir “juramentos fraternos” mientras empuja la pelota.

RUGBY
¡Que escriba tratados, acá la vida late, el corazón se acelera y desacelera, las toxinas patógenas salen por todos los poros de la piel, las mejillas se ponen coloradas y hasta los intestinos se ponen en movimiento, persiguiendo la pelota!

Ni siquiera importa esa pelota, que se pierde como cuando pegamos un home run y cae en el breñal, o la atrapa el público y ya no la regresa. ¡No importa! ¡Tenemos una caja llena de pelotas! ¡Que siga el juego, el movimiento! ¿Atrapemos a la pelota!

¡Que escriba tratados, el otro medio mundo está entretenido jugando a la pelota o, si el campus es de naturaleza, corriendo, tratando de alcanzar una liebre.




 
 
 
PASCAL
“Blaise Pascal fue un polímata, matemático, físico, filósofo cristiano y escritor francés. Sus contribuciones a la matemática y a la historia natural incluyen el diseño y construcción de calculadoras mecánicas” WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

EURÍPIDES, DEUS EX MACHINA


 

Poetas, novelistas y gente de religión han tomado al Deus ex machina como una intervención divina para recomponer el caos en el que se ha caído y parece no tener solución. Como lo que ahora llamaríamos milagro.

O un texto donde se ha perdido el control de las acciones, de los personajes de la novela, y no queda otra que echar mano de una intervención ilógica.

 ¡Irrumpir en el curso normal de las cosas! ¿Curso normal de quién?

En el teatro, introducir, por medio de la tramoya, de la máquina, la figura de Dios para resolver una situación complicada o lo que parece una aporía, sin solución. Se le relaciona con epifanía (manifestación, resurrección, revelación, aparición)

Lo que Murray dice  que eso es un error. Y ya antes lo había señalado Leibniz. Como si la divinidad se hubiera equivocado y de “pronto” quisiera enmendarlo, irrumpir en la escena diciendo ¡Me equivoqué, rectifíquese!

Murray trata de aclarar el lío: “El Deus es un recurso muy grosero para salir de una historia que se ha vuelto un embrollo.”

Lo que dice este autor es que la epifanía  corresponde a una lógica que se ha venido desarrollando pero en la que no sabemos leer. En la lógica divina nada se saca del sombrero.

La divinidad no echa mano del recurso, de técnica literaria, preferido de algunos novelistas, que de manera alternativa hacen pasar por la alegría, el llanto, la depresión y el júbilo, a un mismo personaje, en un mismo párrafo, con tal que  el relato “no caiga”.

Por ejemplo, algunas novelas de D. H. Lawrence y también de F.S. Fitzgerald.

En el mejor de los mundos posibles, de Leibniz, se insiste en  que todo fue diseñado teniendo como base una armonía preestablecida. Nada de brincos, como sucede en el rodeo sobre el lomo del potro salvaje.

El Deus ex machina fue  utilizado  por Sófocles y Esquilo pero de manera señalada por Eurípides. Ejemplo:

Homero sitúa a Helena, símbolo del helenismo, nada menos que uno de los dos grandes soportes de la cultura occidental, en una situación por demás complicada con la guerra de Troya.

Eurípides lo resuelve recurriendo al Deus ex machina. La verdadera Helena nada tuvo que ver con el pleito entre griegos y troyanos. ¡La deidad la llevó a vivir a Egipto!

La que sí estuvo en Troya, durante los diez años que duró la guerra, fue otra Helena. Una Helena como sombra, como viento, como holograma, de mentiritas… ¡Al mejor escritor de guiones cinematográficos no se le hubiera ocurrido!

En la Basílica de la Virgen de Guadalupe, Ciudad de México, hay mil retablos (testimonios pequeños, tamaño carta o a la mitad) de agradecimiento a través de relatos pictóricos, por haber salido vivos de un peligro mortal inminente, luego de invocar el auxilio de la Virgen. Una manifestación, un Deus ex machina que aquí se le llama milagro.

La epifanía, el Deus ex machina, creemos ahora, es una circunstancia que tiene lugar, contra  toda predicción, y ayuda, a resolver una situación que parecía del todo sin esperanza. Ya se dijo que es una interpretación contra la que Murray difiere. Al contrario, dice él, todo trascurre para que en determinado momento tenga lugar la epifanía. La epifanía se da, pero no por pedido y entrega inmediata.

Tiene muchos matices en la vida real, como alguien que, perteneciendo a un ambiente social limitado se da a conocer con aptitudes destacadas para la literatura, poesía,  novelística, ciencia, guerra, vida religiosa, etc.

El personaje masculino de Servidumbre Humana, novela de Somerset Maugham, logra salir de su miserable vida y sin perspectiva alentadora,  debido a que un familiar suyo muere y le deja una herencia…

La resurrección es otra de las características del Deus. Lázaro se levanta, por la intervención divina de Jesús, desde la misma tumba, donde yacía ya muerto…

No se trata del caso de Lázaro, quinientos años antes de Jesús, a la que Murray se refiere, hablando de las resurrecciones: “Es incumbencia especial de este aparecido el traer la acción del drama a una postura final de serenidad y equilibrio.” (Gilbert Murray, Eurípides y su tiempo, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1966, traducción de Alfonso Reyes).

En el mejor de los mundos posibles Leibniz,insiste, que todo está en orden porque  corresponden a la lógica divina, de alguna manera ajena a nosotros los mortales: “Piensas como hombre, no como Dios” le dijo Jesús a Pedro.

 La intención de fondo de estas palabras era que Pedro se volviera más espiritual y menos material y, entonces, entonces comprendería.

Sófocles, Esquilo, Eurípides, solían enredar de tal modo a sus personajes, en una trama de la tragedia, que parecían haber quedado atrapados sin solución. Es cuando se recurría a la componenda metafísica, abrupta, como ahora llamaríamos al milagro, lo que en realidad estaba ya contemplado en el libreto divino.

“Es muy cierto que no hay influjo real de una sustancia  creada sobre  otra, en rigor metafísico, y que todas las cosas, con todas sus realidades, son de continuo producidas por la virtud de Dios, pero para resolver problemas, no basta hacer uso de la causa general, e introducir el llamado  Deus ex machina. Pues si se hace esto, sin otra explicación sacada de las causas segundas, es propiamente recurrir al milagro.” (Leibniz, Sistema de la naturaleza, siglo diecisiete)

Murray hace el señalamiento que creer  o no, en el planteamiento epifánico, va a depender del grado de valores prácticos o de valores esenciales que corran por las calles.

En el afán de seguir la secuencia fenomenológica, una sociedad materialista tendrá como meta lograr la cultura del bienestar, y hará abstracción de lo universal. Plotino lo observaba ya en el siglo tercero de nuestra Era: “Quien se imagina que las cosas están gobernadas por la fortuna y el azar depende de causas materiales.”

Pero en el tiempo de Eurípides los dioses y diosas andaban entre los hombres y se veía normal que tomarán parte de sus asuntos, es decir, que el Deus ex machina, epifanía o milagro, no espantaba a nadie. Si bien, con el planteamiento de lógica divina  y no el caprichoso azar como cree Horacio, de una divinidad improvisadora y  cambiante. 

En otras palabras, el libreto divino de La Ilíada ya estaba escrito desde el principio de los tiempos, sólo que, tanto griegos como troyanos, creían que los inmortales estaban improvisando y que se dejaban llevar por ruegos de humanos.

Es el antiquísimo tema de la humanidad. Antropocentrismo frente al teocentrismo. Determinismo contra libre albedrio del individuo, es lo que está en juego en esos dos modos de ver el Deus ex machina. Lo permanente y el cambio, la eternidad y el comienzó o  Creación.

 Que se dé el milagro cuando el humano dice, lo ruega y hasta  lo exige (sacar a Dios con la maquina) o bien, la otra postura:

El pez que se mueve con toda libertad en la pecera. En la película Magia a la luz de la luna, dirección de Woody Allen, 2014, alguien dice: “”El pez nunca sabe quién cambia el agua de la pecera”.

EURÍPIDES
 
Eurípides (en griego, Εὐριπίδης) (Salamina, 480 a. C. - Pella, 406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles.

 

 

 

 

 

BERGSON, SER-HUMANO Y LITERATURA


 

“Soy ser humano sin saber leer ni escribir?” preguntó Robert de Niro, a Jane Fonda, en la película Stanley & Iris, del director Martín Ritt,1990.

La contrapregunta sería: ¿Aunque   sé leer  y escribir sigo siendo humano?” Porque personajes del más alto nivel educativo suelen ocupar con frecuencia las notas rojas de los periódicos.

La respuesta va a ser que Stanley tenía el conocimiento que da la intuición antes de poder conocer el alfabeto.

¿Qué es la intuición? Para Bergson es el instinto más la inteligencia. ¿De dónde viene la intuición? Es otra historia. Tendríamos que remontarnos  hasta Plotino y eso nos llevaría muy lejos a Aristóteles y a Platón.

Stanley no leía libros, hasta se le dificultaba  abordar el autobús porque no sabía qué ruta llevaba y tenía que preguntar. Pero en cambio sabía leer en la naturaleza y podía inventar artefactos de utilidad práctica.

“Así, según Bergson-dice Jean Wahl-, está el mundo entero abierto a alguna forma de conocimiento, siendo conocida la materia por la física, las cosas por la pura percepción, los seres vivos por el instinto y nosotros mismos por la intuición.”(Introducción a la filosofía).

El caso es que sin la intuición no hubiéramos llegado ni a la esquina de la calle, ni empezar a razonar, ni inventar el abecedario ni escribir La Ilíada.

ANAXIMANDRO
La composición literaria, dice Bergson, igual que la validez de una religión, necesita vérselas con la inteligencia, la moral y la emoción.

El que  está ayuno de conocimientos (para no mencionar los feos adjetivos que para el caso se acostumbran) puede, por la intuición (ese conocimiento antes del razonar) y la emoción, llevar  una vida de calidad en cuanto a moral se refiere. Pero debido a tal empirismo también puede perderse en cualquier sendero que no lleva a parte alguna creyendo que es el camino.

El intelectual, en cambio, acostumbrado a soltar amarras en cuanto a modos de vivir de la sociedad, y con la capacidad de argumentar, puede también irse alejando de la moral en la medida que se abstrae para circunscribirse en su solipsismo.

¿Puede alguien que sepa leer y escribir, considerarse humano? Bergson responde que no se trata de inteligencia argumentativa:

“La inteligencia no puede reconocer la superioridad de la moral  que se le propone, ya que no puede apreciar diferencias de valor, sino por comparación  con una regla o un ideal, y el ideal y la regla los suministra necesariamente la moral que se encuentra vigente. Por otra parte una concepción nueva del orden del mundo  parece que no podría ser otra cosa que una filosofía más que agregar a las que conocemos.”

Tampoco se trata de morales nuevas o morales viejas, sino de la calidad de esa moral:

“suele decirse que si una religión aporta una moral nueva, la impone por la metafísica que implica, por sus ideas sobre Dios y el universo y sobre y la relación entre ambas. A lo  cual se ha contestado que, al contrario, una religión gana las almas y las abre a una cierta concepción de las cosas por la superioridad de su moral.”

La equivalencia en la literatura es la emoción. Así como puede haber mil iglesias sin moral o con una moral nueva pero  que deja mucho que desear, así el dominio técnico de las letras puede ser nada más  derroche de imaginación pero ayuno de emoción.

¿Qué es esto? La antigua respuesta, pero siempre valedera, es que arrojemos al viento las letras del abecedario,  en la esperanza que el resultado será el Quijote de la Mancha o la Ilíada o el Popol Vuh… Falta la intervención emocional del escritor.

 

tomado del diario El País, de España, dibujo de Max
“Por lo general, la obra genial es producto de una emoción única en su género  que se hubiese creído inexpresable y que ha querido expresarse. Quien se dedique a la composición literaria habrá podido comprobar la diferencia que hay entre la inteligencia entregada a sí misma y la que consume  con su fuego la emoción original, única  nacida de la coincidencia entre el autor y su sujeto, es decir, la intuición.”

Como aquella  genial norteamericana, Margaret Mitchell, con su  Gone With the Wind

Stanley tuvo que conocer que sin abecedario no hay prosperidad económica. Pero que la prosperidad económica no quiere decir humanidad. Algunos resuelven felizmente la antinomia, pero para la mayoría prosperidad económica y humanidad son cuestiones antitéticas.

Y, si no se sabe conciliar, hay que decidirse por lo uno o por lo otro. Como en el cuento de Graham Greene, Del otro lado del puente, que tuvo que escoger entre ser millonario o salvar a un perro.

Cuando Stanley aprendió a leer mejoró radicalmente su condición económica. Y unió su vida con la hermosa Iris, que es la viuda que le enseño a leer.

Pero no era eso lo que preguntaba. Stanley preguntaba por lo humano, no por el dinero.

 
BERGSON

Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (París, 18 de octubre de 1859 – Auteuil, 4 de enero de 1941) fue un filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927. Hijo de un músico judío y de una mujer irlandesa, se educó en el Liceo Condorcet y la École Normale Supérieure, donde estudió filosofía. Después de una carrera docente como maestro en varias escuelas secundarias, Bergson fue designado para la École Normale Supérieure en 1898 y, desde 1900 hasta 1921, ostentó la cátedra de filosofía en el Collège de France. En 1914 fue elegido para la Academia Francesa; de 1921 a 1926 fue presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. régimen de Vichy El bagaje británico de Bergson explica la profunda influencia que Spencer, Mill y Darwin ejercieron en él durante su juventud, pero su propia filosofía es en gran medida una reacción en contra de sus sistemas racionalistas.1 También recibió una notable influencia de Ralph Waldo Emerson.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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