NAJERA, LA NOVELA DEL TRANVÍA, cuento

Es decadente la visión que Manuel  Gutierrez Nájera plasma en este cuento La novela del tranvía.

Es un ángulo fiel lo que relata, pero sólo es un ángulo de tantos que componen la sociedad mexicana del siglo diecinueve.

Es probable que siguiera el influjo de alguna corriente deprimente de esas que suelen recorrer Europa cada vez que el continente sale de una guerra y que se refleja en su literatura. Recordamos Tiempo de inverno y Castillo sobre la arena de Jan Valtín, con respecto de la segunda posguerra mundial.

Eso lo entendemos  bien  los mexicanos por los resultados adversos de la guerra de 1847 con los Estados Unidos.

 Lo que ya no recibimos de nuestros intelectuales es ese empuje ascensionista para salir del caos, como le hacen en Europa, y buscar colocar de nuevo el país en la primera línea de los estados del mundo.

Todo transcurre después, entre nosotros, durante dos o tres siglos, en culparse liberales  y conservadores. Sacándose mutuamente la lengua en tanto que los otros ya construyen fabricas a toda prisa y buscan divisas hasta por debajo de las piedras.

Como sea, Nájera nos ofrece datos interesantes de la sociedad que le tocó vivir.

Nájera, o su alter ego, viajan en un tranvía y desde ahí, sin descender, observa a dos personas que también van en el tranvía. Ve a un hombre viejo cuyo aspecto y modo de vestir se ve que pasa penurias económicas. Imagina Nájera  que el viejo tiene varias hijas, ya en edad casadera. Pero que están desnutridas.  Piensa que   esas jóvenes, necesitan “carne, vino, píldoras de fierro y aceite de bacalao.”

Ve, sentada más allá, a una mujer madura y con rasgos sensuales que, piensa, es casada pero que ahora se dirige a encontrarse con su amante. Al parecer va al templo pero, cree, eso es pura pantalla. Y sigue una cantidad de consideraciones sociales, morales, matrimoniales, que recuerdan a Ana Karenina.

No obstante, el relato lirico de Nájera ofrece algunos datos reales de esos días. El tranvía electrico, el más moderno medio de transporte de ese entonces, se inauguró en México en 1856.Su antecedente era un tranvía jalado por mulas. Duró este excelente medio de viajar en la ciudad hasta 1979.Año en el que el cielo mexica se empezó a poner negro de humo.

Ciudad de México,  finales  siglo diecinueve.
Comenta  algunas cuestiones que, por ese hecho de aclarar, nos da idea que circulaban de manera corriente entre la gente. Se refiere a los indios bárbaros, a  pieles rojas y a  las señoras de ligera reputación:

 “Hay hombres muy honrados que viven en la plazuela del Tequesquite, y señoras de invencible virtud cuya  casa está situada en el callejón de Salsipuedes. No es verdad de que los indios bárbaros estén acampados en esas calles exóticas. Ni es tampoco cierto que  pieles rojas hagan frecuentes excursiones a la plazuela de Regina. La mano providente de la Policía ha colocado un gendarme en cada esquina. Las casas de esos barrios  no están hechas de lodo ni tapizadas por dentro de pieles sin curtir. Son casas habitables, con escalera y todo. En ellas viven muy discretos caballeros, y señoras muy respetables, y señoritas muy lindas.”

Ciudad de México, principios siglo veinte.
Un dato más, y este nos parece de fábula. Habla de colonias exteriores, pero por algún interés se defiende que la ciudad de México es de extensiones increíblemente reducidas:

“No, la ciudad de México no empieza en el Palacio Nacional, ni acaba en la calzada de la Reforma.”

Es decir, según lo que se dice,unos dos  kilómetros… Para el siglo veintiuno esa ciudad es de sesenta kilómetros  por setenta.
 
 
M.G. Nájera
 
 (Ciudad de México, 1859-id., 1895) Poeta y escritor mexicano. Manuel Gutiérrez Nájera pasó toda su vida en Ciudad de México, salvo breves visitas a Querétaro y Veracruz y alguna temporada en una hacienda familiar de Puebla, donde se sitúa la dramática acción de su cuento La mañanita de San Juan.
Manuel Gutiérrez Nájera cultivó diversos géneros literarios en prosa y en verso, y perteneció a la primera generación modernista. Influido por el marcado afrancesamiento de su ciudad, se inspiró en Verlaine, Gautier y Musset, aunque también admiró a los místicos españoles.

P. KRISTELLER, HUMANISMO RENACENTISTA


 

Europa ha atravesado épocas en las que sólo se podía hablar de una manera.

Lo mismo para América, en cuanto dependió por entero de los centros de poder europeos, de los siglos dieciséis al diecinueve.

Igual en religión como en política. El que se salía de la ortodoxia de la época lo pagaba con la vida o, si bien le iba,  con el destierro. La guillotina y la hoguera tenían muchos dueños.

Por lo anterior citamos el gran papel que en ese sentido le tocó despeñar al humanismo renacentista, citando las palabras de Kristeller:

“En el campo de la filosofía debemos a los humanistas el tener acceso fácil a los filósofos antiguos además de Aristóteles, Cicerón, Séneca, Boecio y Proclo, y el poder leer a Platón, Plotino, Epicteto, Lucrecio, Sexto Empírico o incluso mucho de Alejandro de Afrodisias. También estamos en deuda con ellos por el hecho que ya no estamos atados por el argumento escolástico (o al menos no estábamos por él hasta hace algunos años), y de que se nos permita expresar nuestro pensamiento no sólo en comentarios y cuestiones, sino en disertaciones y ensayos, libros y monografías.”

Agrega en seguida: “La Edad Media seguramente conoció a Virgilio y Ovidio, Cicerón y Aristóteles; pero nosotros estamos en deuda con el humanismo renacentista por el hecho de que también conocemos a Lucrecio y Tácito, Homero y Sófocles, Platón y Plotino.”

Paúl Kristeller, Ocho filósofos del renacimiento italiano: Fondo de Cultura Económica, México.

Kristeller no es piromaniaco cultural. Vale tener su propio y respetable modo de ver la vida, pero se empeña en evitar el pensamiento sectario agresivo para las otras maneras de pensar.

Dibujo tomado del diario  El País 4/1/2017
Así como Jean Wahl declara (Introducción a la Filosofía) que lo más pernicioso para la libertad de pensamiento son los “ismos”, idealismo, materialismo, etc. Así Kristeller explícitamente se pronuncia contra lo “antis”.

“…en la erudición, la literatura y la filosofía, el humanismo renacentista trajo al mundo occidental un gran cuerpo de saber y literatura seculares que no era ni religioso ni científico o profesional, y que sin ser antirreligioso o anticientífico, vino a ocupar un lugar grande e independiente al lado de la teología y de las disciplinas profesionales en la educación, el escribir y el pensar.”

Pero el conocimiento del humanismo está lejos de la calle. Quiere decir que ese lejos deja un vacío que se apresura a llenar un “espantoso empobrecimiento cultural”.

“Encuentro que se presta mucho culto de palabra a las humanidades en los círculos académicos, pero que están notablemente  ausentes de nuestra discusión pública que, cuando eleva a las alturas a las  materias puramente prácticas, parece que no nos deja sino la helada alternativa entre ciencia y religión.”

Kristeller encuentra la solución en el humanismo. Pero no el humanismo cultural politiquero sino el documentado, en la tradición del conocimiento, de la historia de la filosofía. Sólo de  esa manera podemos evitar comer  “gato por liebre”, como dicen en Chihuahua.

 O, como le escribe Cicerón a su amigo Ático, refiriéndose al sofisma que nos dan  envuelto en papel celofán: "Estos son argumentos para el público."

 En otras palabras, en el mundo abundan los capitanes Ahab y las Ballenas Blancas  envueltos en “humanismo”. Kristeller lo dice de esta manera:

“La formación humanista, mucho más que el magro curso de las artes liberales de la Edad Media, es el manantial de lo que alabamos como las humanidades, algo a lo cual atribuimos un efecto ensanchador y que no debería ser simplemente  una materia de una llamada educación general o una ocupación para los ratos de ocio, sino uno de los elementos integrales de nuestra vida y perspectiva.”

Kristeller es claro en este punto: “me gustaría subrayar el interés intrínseco que el estudio de esa materia, y el estudio de toda la historia de la filosofía, puede tener para el estudiante de la filosofía.”

De la misma manera, Jasper alerta contra el camino corto en filosofía. Dice que en esto no resulta evitar el estudio de los grandes filosofos:

 "No se llega a la filosofía sino por el camino de su historia. Este camino es para el individuo un trepar, digámoslo así, por el tronco de grandes obras originales.

 "Karl Jasper, La filosofía, Apéndice, Fondo de Cultura Económica, México,1996.

Es cuando Kristeller siente al apremio de actuar  llevando  revistas y  libros de filosofía, para su divulgación, por así decirlo, a las carnicerías y tortillerías, antes que sea tarde, es decir, más tarde. Porque la ausencia de cultura en el pueblo es como la presión arterial: más allá de cierta cifra, ya no hay vuelta atrás:

“Cuando me enfrento a tales problemas  comunes, empiezo a creer que nuestra herencia humanística y nuestro estudios históricos y filológicos son mucho más que simples ocupaciones eruditas, y que contienen serias implicaciones filosóficas cuya importancia ya es tiempo de desarrollar y presentar al público, antes de que el espantoso empobrecimiento  de nuestro sistema educativo y cultural haya ido demasiado lejos.”

Kristeller
 “Paul Oskar Kristeller (Berlín, 22 de mayo de 1905 - Nueva York, 7 de junio de 1999) fue un filósofo e investigador especialista en temas relacionados con el renacimiento, el humanismo y los manuscritos de filósofos de ese período. Es considerado el más importante de los investigadores sobre el renacimiento durante el siglo XX”.wikipedia

 

PARMÉNIDES, LA OTRA REALIDAD

La fe y la razón están en todas partes, ahí donde haya un ser humano.

No  necesitan caballo, camello, burro, barco o avión para ser llevadas y traídas a través de los tiempos y los continentes.

Lo mismo en el Partenón que en la cueva de la sierra tarahumara, la choza de los ranqueles, en Pepita Jiménez de Juan Varela que en el pillete malhablado Huckleberry Finn.

Fe y razón se van a desarrollar según la circunstancia en las que viva el individuo. Esto para recordar a Ortega y Gasset.

Gira el huracán sobre las arenas del desierto en tanto su centro permanece estático. Podría ser una alegoría del olin, que representa, mediante el glifo olin, el movimiento tanto lo material  como lo  espiritual, toda la simbología de la cultura náhuatl.

 El olin náhuatl recuerda, en parte,  la Decadencia de occidente, de O. Spengler, con su concepción de la historia humana de ciclos que se repiten cada cierta cantidad de siglos.

El eterno fluir, y la permanencia, que tanto ha ocupado la mente de los filósofos de todos los tiempos de la cultura occidental.

En la cronovisión-religiosa del México precristiano una era, un sol, dura varios siglos y termina para dar comienzo a otra era. Un apocalipsis y una nueva  creación se van mordiendo la cola, eternamente, como vemos allá “arriba”, en la Vía Láctea.

Vemos en las noches los que cruzamos el desierto, y que desconocen los habitantes de las ciudades en donde sólo hay semáforos.

Cuatro soles que giran en derredor del “vacío”, vacío de átomos, el Quinto Sol, Tezcatlipoca, dios supremo del cielo náhuatl. El implícito marcado, rodeado, por los cuatro soles. La permanencia sólo representada por el “vació”.
Olin
Glifo teotihuacano
del movimiento(extremos)
y lo permanente(centro).

La permanencia  representada, no atómica, en el centro del constante hacerse y rehacerse de lo material que tanto gustaba al anarquista  D. H. Lawrence.

Tezcatlipoca tiene muchos nombres y muchas representaciones que marcan el movimiento, el quehacer, entre los humanos, pero también la no- imagen de la permanencia. Es el Ser fuera del tiempo y del espacio.

El olín náhuatl recuerda la filosofía tomista de acto y potencia: "todo devenir presupone una sustancia que deviene, un ser pleno. Por eso Dios, plenitud del ser, es también plenitud de actividad."
(I.M.Bochenski, La filosofía actual)

Aproximadamente por el mismo tiempo, varios siglos antes de Cristo, los filósofos griegos, Heráclito y Parménides, llegaban a parecidas consideraciones respecto del cambio y lo permanente, que tanto se parecen a nuestra leyenda de los soles teotihuacanos.

Guthrie apunta que Heráclito observaba un constante cambio en la materia, lo que daría pie para la actividad científica y para la idea desconcertante de Berkeley  que la materia no existe.

Se tardó mucho el mundo en entender que no existe de manera estable. ¡Que no es definitivamente cierto lo que ayer era cierto!

Kristeller: “la ciencia natural tiene  sus cambios y revoluciones, y lo que perecía ser la última palabra hace poco, de pronto aparece anticuado y deja el espacio a una concepción bastante diferente.”

Paul Kristeller, Ocho filósofos del Renacimiento italiano, Cap. VI.

Guthrie dice que “Los heracliteanos sostenían que en el mundo del espacio y el tiempo todo estaba en perpetua fluencia. El cambio ni por un momento dejaba de producirse, y nada era la misma cosa en dos instantes consecutivos. La consecuencia de esta doctrina era que no podía haber conocimiento de este mundo, pues nadie puede decir  que ha conocido algo que en este momento es diferente de lo que era hace un instante.”
W. K. C. Guthrie, Los filósofos griegos, Fondo de Cultura Económica,México,2014.

Estas teorías  que parecen ideas “locas” de gente que en vez de ir a trabajar en el campo, o en la fábrica, se la pasa pensando, son los que testimonian entre nosotros lo esencial en el mundo cambiante.

Tan cambiante que muchos pensadores han apartado su vista del progreso continuo de la humanidad de trabajo, fe y esperanza, para detenerse en otro tipo de progreso que quizá podríamos llamar inmediato o fáctico.

Al respecto Kristeller, en el contexto de los filósofos renacentistas, apunta lo siguiente, refiriéndose a nuestros tiempos modernos: “nuestra edad cínica ha perdido esta fe feliz  en el progreso continuo y, por así decir, inevitable. El único progreso inevitable parece ser tecnológico…”

Otra objetivación de las “antiguas” teorías de lo estable y lo moviente, en nuestros días, es esa actividad que desempeñan las iglesias cristianas, tanto católicas, ortodoxas y protestantes, en África, en el Medio Oriente y en América, buscando auxiliar a esos millones de desplazados que van huyendo de la miseria, la inseguridad social y la guerra, de sus lugares hacia otros países o continentes. Dentro del tiovivo, de su desgraciada circunstancia, buscan lo permanente.

Una más: En 90 años, del siglo diecinueve, México tuvo 54 presidentes(varios repetían).No llegaban a los dos años y eran desplazados por otra revolución. Tan absurda  inestabilidad hizo que los mexicanos buscaran la estabilidad, unos en las monarquías de Europa y otros en el federalismo de Estados Unidos. Ambos bandos erraron en culparse uno  al otro. Ellos sólo buscaban alejarse del caos.El culpable era el individuo ambicioso que sacrificaba todo para satisfacer su personal ambición. En una de sus cartas, Cicerón le dice así a su amigo Ático, refiriéndose a Cesar: "Es una guerra civil, surgida no de la división entre ciudadanos sino de la audacia de un individuo depravado."

Tenemos a los pitagóricos desarrollando las matemáticas, entre lo filósofos griegos de la antigüedad y, más o menos al mismo tiempo, a los olmecas en el sureste del México precristiano descubriendo el cero y la posición numeral más antigua descubierto hasta esta fecha del siglo veintiuno (ver en este mismo blog Matemáticas prehispánicas, de Garcés, editado por  el Instituto Politécnico Nacional).

Los parmedianos,  por su lado, dice Guthrie,buscaban otra clase de realidad. Como los teotihuacanos con el Quinto Sol, una realidad fuera del tiempo, el vacío atómico y el espacio:
Círculo antiguo de origen griego.
Lo permanente en el centro.
Los brazos externos marcan lo contingente.

“El conocimiento requiere un objeto permanente que pueda ser conocido…Parménides había dicho que esa realidad permanente existe, y que sólo puede ser descubierta  por la actividad de la mente, completamente aparte de la actividad de los sentidos. El objeto del conocimiento tiene que ser inmutable y eterno, libre del tiempo y del cambio, en tanto que los sentidos sólo nos ponen en contacto con lo mudable y perecedero."
Parménides

"Parménides de Elea (en griego Παρμενίδης ὁ Ἐλεάτης) fue un filósofo griego. Nació entre el 530 a. C. y el 515 a. C.* 1 en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Magna Grecia (Italia). Parménides escribió una sola obra: un poema filosófico en verso épico del cual nos han llegado únicamente algunos fragmentos conservados en citas de otros autores. Los especialistas consideran que la integridad de lo que conservamos es notablemente mayor en comparación con lo que nos ha llegado de las obras de casi todos los restantes filósofos presocráticos, y por ello su doctrina puede ser reconstruida con mayor precisión.” wikipedia


 

 

 

POMPONAZZI, LIBERTAD PARA ESCRIBIR Y PUBLICAR

Practicamos la democracia para poder hablar, escribir y publicar.

Caminamos por la vida guiados por la razón. Y muchos, además, por la fe en algo que trasciende el fenómeno. Si  esto se puede llevar a cabo, metidos todos en el mismo caldero, ya poco más se le puede pedir a la vida.

 No es retórica. Basta mirar, este día,  al país de más allá para ver el caos en las calles. No hay casillas para votar, no hay comida, no hay libertad, no hay trabajo…

Pietro Pomponazzi, filósofo nacido en 1462, en Mantua, dice que todos los hombres sin excepción participan en la razón y sus conquistas, debería ser nuestro interés común extender su dominio tan lejos como podamos, y no aceptar ningún intento de reducirlo:

“Nuestra vida y nuestra persona no están  hechas de razón solamente, y mientras más conscientes seamos de este hecho, será mejor.”

Paul Kristeller. Ocho filósofos del renacimiento italiano, Fondo de Cultura Económica, México, 2013.

Lo anterior sólo es posible cuando se vive en el país de la democracia, la menos mala de las dictaduras. Permite circulen los vientos de la libertad para hablar (dos  o tres parados en la esquina platicando sin que se los lleven a la cárcel bajo el cargo de  conspiración), escribir y publicar.

Estamos hablando del área occidental, o cultura occidental, la que camina con dos piernas que son fe y razón.

La gente de algunos países no sabe lo que es vivir en la dictadura. Hace algún tiempo tres salimos de cenar de un restaurante, en Buenos Aires, y fuimos llevados a la cárcel  con las metralletas golpeándonos  las costillas. Juramos y perjuramos que éramos alpinistas (andinistas) e íbamos en expedición para el filo NO del  Aconcagua. La policía creía que éramos conspiradores,  terroristas o algo así.  “Sos tres boludos y esa cantidad  ya es sospechosa” decían.

Fue un trauma que no se borra desde hace más de cuarenta años. En la actualidad en México veinte o treinta pueden estar parloteando en una esquina o en un café y a nadie le importa un carajo. México está lejos del paraíso, pero se puede platicar libremente, y eso ya es mucho. Mucho más de lo que se puede imaginar.

Ilustrativos son los experimentos que se han hecho, dentro del área occidental, de negar la libertad de pensamiento.

Los temas de estos pensadores, del Renacimiento, están lejos de ser cuestiones aburridas de biblioteca. Siempre en nuestra vida  las encontraremos con sólo echar un vistazo en países de nuestro mismo continente.

En este país lo sabemos bien en carne propia por nuestra propia historia.

Pero sobre todo por los éxodos políticos que han tocado las puertas de nuestras embajadas en el extranjero. La más valiosa de las experiencias es la de España en el primer tercio del siglo veinte.

Los que primero llegaron al país fueron los nacionales huyendo de la locura de los internacionales. Los segundos que arribaron al puerto de Veracruz  fueron los internacionales huyendo de la locura de los nacionales.

En esas dos “oleadas” llegaron españoles ilustres que hicieron valiosos aportes en el terreno de las ciencias a nivel universitario.

Pero la lección más grande que nos proporcionaron fue la confirmación que contra la democracia no se juega.

Desde este contexto histórico podemos regresar a los “aburridos” temas de los filósofos renacentistas, a los que perteneció Pomponazzi.

La síntesis es respetar el modo de pensar de los otros. Conocerlo y estudiarlo como contraste dialectico, pero no más allá. De lo contrario nunca  terminarán los éxodos políticos.

Pomponazzi: “Si tenemos una fe-dice Kristeller refiriéndose al asunto de la fe vista por Pomponazzi- que no está basada en la razón, al menos la conservaremos aparte y no le permitiremos interferir en los dictados de la razón. Si no tenemos una fe tal, podemos al menos tolerar, fuera de los límites de la razón, la fe apreciada por los otros, sabiendo que no puede hacerse ninguna incursión en ese territorio dentro del cual nos sentimos en casa.”

Pomponazzi le dedica la mayor atención en su obra escrita al tema recurrente del pensamiento renacentista que es la inmortalidad. Uno de sus escritos es  De la inmortalidad del alma.

Escribió también del valor de la plegaria “y el problema específicamente teológico de la conciliar la providencia y predestinación con el libre albedrio”.

Un tema suyo, que levantó mucho polvo en su tiempo con filósofos y teólogos, fue lo que se conoce como la doble verdad. En esta nota no se puede abundar al respecto pero siglos más tarde   aparecerá algo muy parecido con las “dos morales” de Bergson.

Pomponazzi termina diciendo que no hay razón natural para demostrar la inmortalidad del alma, pero igual no la hay para negarla. Es un terreno muy dudoso-dice Kristeller-por lo tanto no queda más que confiar, por la fe, en el mismo Dios que lo probó claramente sobre las Sagradas Escrituras:

“La inmortalidad del alma es un artículo de fe, ya se basa en la fe y la revelación. Por lo tanto debe afirmarse sobre esta sola base y no sobre la base de argumentos racionales inconcluyentes y no convincentes.”

 
Kristeller

“Paul Oskar Kristeller (Berlín, 22 de mayo de 1905 - Nueva York, 7 de junio de 1999) fue un filósofo e investigador especialista en temas relacionados con el renacimiento, el humanismo y los manuscritos de filósofos de ese período. Es considerado el más importante de los investigadores sobre el renacimiento durante el siglo XX.”wikipedia

 

 

 


 



 




 
FICINO, PLATONISMO RENACENSTISTA
Ficino dedicó su vida al conocimiento de la obra de Platón.
Un hombre de letras del siglo quince (1433-1499).Se hizo sacerdote y llegó a ser canónigo de la catedral de Florencia. Su obra principal literaria fue Teología platónica. Desempeñó un papel importante en la fundación de la Academia  Platónica de Florencia.
El tema principal de Teología platónica, escrita  hacia 1474, es la inmortalidad del alma. Tres décadas más tarde-dice Kristeller-la inmortalidad del alma sería dogma de la Iglesia:
“La doctrina de Ficino de la inmortalidad, y sus argumento para ella, dejaron profunda huella en mucho pensadores de siglo XVI, y puede muy bien deberse a su influencia indirecta de que la inmortalidad de alma haya sido formalmente pronunciada como dogma de la Iglesia Católica en el Concilio Laterano de 1512.”
Paul Kristeller, Ocho filósofos del Renacimiento italiano
El alma, otro tema central del pensamiento de Ficino, como metafísico, es una presencia intermedia entre el individuo y Dios.
Y como pensador seglar, Ficino ve  a la filosofía como un ejercicio para llegar a la teología. No es que hipostasie aquella para enaltecer esta, como muchos hacen. Esa no es  la idea de Ficino, pero de alguna manera hay que ejercitarse desde la fenomenología para seguir en la búsqueda de valores que trasciendan.
“En cuanto a la relación entre religión y filosofía, Ficino está convencido de que la verdadera religión, es decir, el cristianismo, y la verdadera filosofía, es decir, el platonismo, están en armonía básica la una con la otra y se inclina a tratarlas como hermanas, en lugar de tratar de subordinar una a la otra.”
Platón ha sido estudiado a profundidad, así como denostado desde una crítica ligera o sectaria durante casi veinticinco siglos. Pero sigue ahí, como filosofía viva o, como suele señalársele, como filosofía perenne. Buscando siempre  el camino hacia la sinrazón desde la razón:
“Porque aquellos que no se guíen por la fe sola, pueden ser guiados hacia la verdad sólo a través de la razón y la más perfecta filosofía.”
Ficino nunca pretendió ser el inventor de la inmortalidad del alma. Pero la filosofía de  periódico no dejó pasar la oportunidad de que Ficino escribió eso antes que la Iglesia.
Esto viene desde Platón que la intuye y, siglos más tarde, de Jesús que la declara: “Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”.
Y en los siglos anteriores a Ficino  el tema fue frecuentado desde los más diversos ángulos de teólogos y filósofos. Kristeller:
“es verdad que la inmortalidad del alma ha sido defendida por Platón y Plotino, por San Agustín y muchos otros escritores cristianos, y que Ficino tomó muchos argumentos específicos de estos predecesores.”
 
Ficino
“Marsilio Ficino (Figline Valdarno, Florencia, 19 de octubre de 1433, - Careggi, Florencia, 1 de octubre de 1499) fue un sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo renacentista italiano, protegido de Cosme de Médicis y de sus sucesores, incluyendo Lorenzo de Médici (llamado "el Magnífico"), fue además el artífice ...”wikipedia

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA BRUJULA INTELECTUAL DE JASPER

Conocer la  tradición filosófica es la brújula de este pensador.

Ser original   en la manera de pensar, pero sólo después de haber conocido otros modos de pensar, es lo que dice Jasper. No es que el mundo lo haga, sino que le ayudó a encontrarse.

Yo soy yo pero necesito conocer la manera de pensar de los otros, para descubrirme cómo soy. No pienso como ese. Sí pienso como aquel. Es el modo dialéctico de vivir en el mundo.

Jasper: “El pensar por sí no se logra desde el vacío. Lo que pensamos por nosotros mismos tiene que sernos en realidad mostrado. La autoridad de la tradición despierta en nosotros los orígenes en los que se creyó anteriormente, mediante el contacto con ellos en los comienzos  y en las cumbres del filosofar históricamente dado. Todo estudio ulterior presupone esta confianza. Sin ella no cargaríamos con el trabajo de estudiar a Platón o a Kant.”
Karl Jasper, La filosofía

Para eso necesito conocer, y a la mayor seriedad posible, el pensamiento de los otros. Como el que cruza el desierto y consulta la brújula. Ya sabe para dónde va, pero debe confirmar  su rumbo con relación a los  360 grados.
A.A.A. consulta el rumbo
en la travesía del desierto
de Samalayuca, Chihuahua, México.

Nadie está en posición de la verdad, dice Jasper, ni siquiera el más grande de los grandes, Platón, pues él,  a su vez, tuvo que descubrirse a través de conocer a los presocráticos y a su maestro Sócrates.

Carlos García Gual escribió: “¿Por qué leer y releer, a estas alturas, textos tan antiguos?” Y más adelante dice: “Si bien evocan un contexto histórico lejano, sus acentos y sus temas conmueven e impactan porque aún los sentimos nuestros, es decir, por su fresco y hondo humanismo. Todo clásico invita a relecturas sin fin, siempre descubrimos algo nuevo. Leerlos es caminar con ellos entre mitos y logos.”

El País,08.10.16.

Partir de cero, como un pistoletazo salido de la nada, dice Fichte ( o creo que fue Hegel),  y desatenderse de la tradición, de estos intelectuales, es por lo que el  mundo está lleno de filosofías hechas al tun, tun.

No creen en la Creación, pero tampoco en la Evolución. Vale decir, caminan sin brújula.

Y los que hacen camino  al andar (que abren nuevas rutas por el desierto desconocido o por la montaña ignota o el mar) ya se auxiliaron antes del GPS satelital.

Jasper no está por el intelectualismo, por el eclecticismo disolvente, ese al que Henri Bergson se refiere cuando habla del papel de la religión estática, frente al intelectualismo conductista.

“La inteligencia, en sentido estrecho, amenaza con disolver la cohesión social. La religión estática consiste en una reacción defensiva de la naturaleza frente a los efectos del intelectualismo, que amenaza con oprimir  al individuo o con liquidar a  la sociedad.”

I.M.Bochenski, La filosofía actual.

Jasper está por el eclecticismo formador, informador, integrador, no conductista, no manipulador.

Entonces sí, cada quien es como es. Desarrolla su pensamiento, genético, si cabe la expresión,  teniendo en cuenta los pensamientos ajenos  que ya estudió.

“Cuando se intenta seriamente pensar lo que ha pensado el otro, se amplían las posibilidades de la propia verdad, incluso cuando se rehusa asentir al pensamiento ajeno.”

Jasper, uno de los grandes filósofos modernos, señala el camino para mejor entender al mundo y entenderse a sí mismo: Proveerse de una buena brújula filosófica.

“Por eso, quien filosofa, no se vuelve sólo hacia el filósofo elegido en primer lugar, aquel al que como suyo estudia íntegra e intensamente, sino también a la historia universal de la filosofía, para saber directamente qué pasó y se pensó.”

Historias universales de la filosofía hay  varias (no muchas) de la más alta y confiable calidad epistemología, apuntamos nosotros. Entre  ellas, para nosotros, la mejor es la de Frederick Copleston.

 
Jasper

“Karl Theodor Jaspers (Oldenburg, 23 de febrero de 1883-Basilea, 26 de febrero de 1969) fue un psiquiatra y filósofo alemán, que tuvo una fuerte influencia en la teología, en la psiquiatría y en la filosofía moderna. En 1921 ocupó la cátedra de filosofía de la Universidad de Heidelberg. En 1948, se trasladó a la Universidad de Basilea para ocupar la cátedra dejada por Paul Häberlin.” WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

F. COPLESTON, CONCIENCIA Y MONTAÑA

Vemos la montaña según es nuestra conciencia.

La conciencia es, según Copleston, lo que nos hace ver de manera personal las cosas.

Conciencia: “Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.”

El Popocatépetl (5,452m) es una de las  cumbres que forman la cadena de sistemas montañosos del lado este de la Cuenca o Valle de México.

Este volcán es el avatar, uno de los avatares, de Tezcatlipoca, el dios supremo de la cultura náhuatl. Su culto permanece incólume en algunas comunidades del este, sur y sureste, cuyos teciuhtlazove (ahora llamados “graniceros”) tienen el poder de pedir lluvia o que ésta se suspenda. Suben hasta media altura del volcán desde el pueblo de Amecameca, en el noroeste, o de Tetela del Volcán, en el sur.

José G. Aguilera y otros geólogos recorrieron en el siglo diecinueve sus laderas recogiendo muestras de roca y formando hipótesis de la orogenia de la Sierra Nevada.

Valle de México
Los alpinistas, partiendo desde Amecameca, emprendían expediciones llevando sus pesados equipajes sobre la recua de mulas saliendo de los pueblos del lado oeste.

Cada uno de estos grupos tenía una conciencia muy particular del volcán al que se dirigían, según sus intereses.

Algunos ven la montaña con cierto aire de animismo, como si el volcán pudiera decidir sobre el resultado de los hombres. Es nuestra conciencia que se imagina que la montaña tiene conciencia. Aquí es donde Copleston anota:

“Nada nos hace suponer que lo material goce de conciencia; pero la mente sin duda la tiene.”

Frederick Copleston, Historia de la filosofía, Vol. 4, parte I, cap. III

La práctica del alpinismo enseña que hay también diversas maneras de conciencia, o cómo se concientizan, las dificultades de la escalada, según la cota en que tenga lugar la acción.

Escalar en la cota de los 5 mil presenta dificultades diferentes que en los 4 mil. En los 3 mil que en los 2 mil, etc.

Cada uno de estas alturas requiere de modos diversos de abordar la escalada, otra ropa, otro equipo.

Las temperaturas serán benignas cerca de los valles, o congelarán el agua de lluvia y deshielo en las alturas. El agua de lluvia o de deshielo  llevará acabo lo que se conoce como denudación: se introduce en las fisuras de la roca y al congelarse empieza a erosionar la roca. 

 En los valles vientos suaves y cálidos y en las alturas  fuertes y helados.

Arriba menos oxigeno que impactará la fisiología y la voluntad del escalador.

En todo esto la conciencia trabaja según es el escalador, en lo personal. Coplestón anota:

“es la conciencia la que hace que las cosas aparezcan de determinados modos o bajo cierto aspectos. Para el montañero o para el que quiera serlo la montaña aparece como poseedora de ciertas características, mientras que para cualquiera otro individuo que no tenga la intención o no esté tratando ya de escalada sino que la esté  contemplando estéticamente desde lejos esa misma montaña presentará, sin duda, otras características.”

En todo caso es útil recordar lo que Copleston dice más arriba:

“Nada nos hace suponer que lo material goce de conciencia; pero la mente sin duda la tiene:”

Copleston

“Frederick Charles Copleston S.J., (10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra3 de febrero, 1994, Londres, Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de filosofía. Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía, publicada en once volúmenes. Es conocido además por el debate que sostuvo con el famoso pensador inglés Bertrand Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la existencia de Dios. El año siguiente debatió con A. J. Ayer sobre el positivismo lógico y la significación del lenguaje religioso.”








 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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